jueves, 12 de enero de 2012

PADRE NUESTRO

Vamos a reflexionar desde la oración que Jesús nos enseñó: EL PADRE NUESTRO.

- Es una oración muy sencilla, pero con un significado muy grande. Nos la enseñó Él mismo para que aprendiéramos a hablar con Dios Padre.Veamos qué significan cada una de las cosas que decimos en ella:

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO
* Al rezar el Padre Nuestro, Dios quiso que le llamáramos con el dulce nombre de PADRE porque nos ama sin condiciones y sin límites. Basta para ser feliz el saber que somos hijos amados de Dios Padre. Sin embargo, no basta con llamar Padre a Dios, hay que demostrarle nuestro amor de hijo. ¿Y cómo hacemos ésto?. Pues, obedeciendo sus Mandamientos y amándole más que a cualquier otra cosa o persona.


SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
* Cuando queremos a una persona buscamos que todos la conozcan y la quieran como nosotros.
Al decirle a Dios santificado sea tu nombre, le estamos diciendo que lo amamos y lo respetamos, y que por tanto nunca permitiremos que otros le ofendan o le falten al respeto.
Al decir santificado sea tu nombre, también le decimos a Dios que queremos agradarle en todo, o sea, hacer lo que Él quiera y no lo que a nosotros se nos antoja.

VENGA A NOSOTROS TU REINO
* Vivir según su Reino es vivir de la forma en que Dios quiere, de la forma en que Cristo nos enseñó en el Evangelio.
Al decir venga a nosotros tu Reino, le estamos pidiendo que siempre se viva en familia el AMOR, la PAZ, la AYUDA, la AMISTAD, y no la envidia, la violencia, la maldad...

HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
* ¿Quién mejor que el padre para saber qué es lo mejor para sus hijos?.
Al decir hágase tu voluntad, le estamos diciendo a Dios que aceptaremos con conformidad y alegría lo que Él permita que suceda en nuestra vida, (aunque algunas veces no lo entendamos, no nos guste o nos duela).
Dios nos ama infinitamente y lo único que quiere es que logremos salvarnos y poder llegar al cielo. Cualquier cosa que permita que suceda en nuestra vida, lo hace porque sabe que es bueno para nuestro camino de salvación. Así es que debemos abandonarnos con confianza plena en las manos del Padre porque Él sabe lo que nos conviene para salvarnos.

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA
* Aquí le pedimos a Dios dos cosas:
a). Que nos ayude a poder tener el alimento del cuerpo: la comida. Fíjate que no decimos mi pan, sino nuestro pan, y con eso pedimos que todos nuestros hermanos del mundo lo tengan también.

b). Le pedimos también que nos permita seguir recibiendo la comunión, pues así como necesitamos alimentar el cuerpo, así la comunión es el alimento del alma y le da fuerzas a nuestro espíritu. Cada vez que comulgamos, Cristo mismo es quien entra en nuestra alma.

PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN
* Al ser nuestro Dios el que nos dió la vida, es Él quien nos puede perdonar las cosas que hacemos mal y no le gustan.
Cristo nos dejó LA CONFESIÓN, como medio para conseguir el perdón de Dios. Al confesar, es fundamental que de verdad estemos arrepentidos de haber desobedecido a Dios y tener el propósito de NO volver a cometer ese pecado.
Al mismo tiempo que le pedimos perdón, prometemos a Dios que vamos a perdonar al que nos ofendió, nos criticó, nos hizo daño...  No debemos llenar nuestro corazón y nuestra mente de resentimientos, de odio, de venganza. Debemos llenarlo de perdón, de disculpas, de amor.
Cristo nos dice en el Evangelio: "De la manera en que tú perdones a los demás, de esa manera te perdonará Dios a tí".

NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN Y LÍBRANOS DEL MAL
* Con estas palabras le pedimos a Dios la fuerza necesaria para decirle NO al demonio, que nos invita, de una manera muy sutil, a ser perezoso, a decir mentiras, a criticar a los demás, a tratar mal a nuestra pareja, a ser infiel...
Entonces decir líbranos del mal sería más bien: Señor, líbrame del pecado, líbrame de morir en él, líbrame de ofenderte, haz que siempre te ame, te sirva y pueda un día gozarte por siempre en el cielo".
Pero, debemos fijarnos en una cosa muy hermosa. El Padre Nuestro lo rezamos no en singular (Padre mío que estás en el cielo... perdona mis ofensas...), sino en plural (Padre nuestro... líbranos del mal...). Jesús nos lo enseñó así porque quiere a la vez que pensemos en nosotros mismos al rezarlo, pensemos también en todos nuestros hermanos del mundo.
De esta manera, el Padre Nuestro, es una oración preciosa, que nos llena de tranquilidad al rezarla, pues sabemos que nuestro Padre nos escucha siempre.

JOLABE

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