miércoles, 4 de enero de 2012

PAPÁ NOEL, DE LA BURLA A GRAN INVENTO COMERCIAL

Así es y esta patentado.
Lo que más sorprende es que  este tipo de cuestiones de apariencia tan inofensivas tengan tanto calado en nuestra cultura que, más que conservar las riqueza pedagógica y espiritual que tiene nuestro País, se ha convertido en una esponja reseca que lo absorbe todo sin importarle el precio cultural y la pérdida de la identidad que hay que pagar. 

Los Reyes Magos con unos 2.000 años de antigüedad, siempre fueron lo nuestro, lo de nuestra vieja Europa. En contraste con la historia de Papá Noél cuya costumbre se estableció en el siglo XIX y su imagen actual se la debe a la firma Coca-Cola. También los Reyes han experimentado algunas transformaciones a lo largo de estos veinte siglos. No siempre fueron tres y Baltasar no fue negro hasta el siglo XVI: "He aquí que unos magos de Oriente llegaron a Jerusalén diciendo: ¿Dónde está el recién nacido rey de los judíos?... Y he aquí que la estrella que habían visto en Oriente, iba delante de ellos, hasta posarse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella tuvieron un gozo indecible. Entraron en la casa y encontraron al niño con María su madre, e inclinándose le adoraron. Y abriendo sus tesoros, le ofrecieron oro, incienso y mirra." (Mateo 2, 1-12). Sus nombres se lo debemos a los evangelios apócrifos, pero eso es tema es para otro artículo.

 
San Nicolás, también conocido como San Nicolás de Myra (en oriente, por su lugar de fallecimiento) o San Nicolás de Bari fue un obispo que vivió en el siglo IV. Más de dos mil templos están dedicados a él en todo el mundo. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, ciudad donde estuvo de obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia. En esa ciudad se obtuvieron tan admirables milagros al rezarle a este gran santo, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía. En Roma ya en el año 550 le habían construido un templo en su honor.
Además, siempre estuvo a los pies de Nuestra Amantísima Patrona, desde tiempo inmemorial, en su antiguo retablo del viejo torreón almohade y ostentó el titulo de copatrón de la villa.
Sus padres, fervorosos cristianos, lo educaron en la fe. Después de la muerte de sus padres Nicolás heredó una gran fortuna que puso al servicio de los necesitados, según la hagiografía escrita por San Metodio, arzobispo de Constantinopla.
Al morir sus padres repartió toda su fortuna entre los pobres y se fue a vivir a Myra, actualmente Turquía, donde sería consagrado obispo. Durante su época como obispo, y en su afán por erradicar los cultos paganos, ordenó demoler el templo de Artemisa en Myra; así como otros varios edificios paganos.
Fue preso por un decreto del emperador Licinio contra los cristianos por el que fue encarcelado y su barba quemada, siendo liberado por el emperador Constantino.
Participó en el Concilio de Nicea, condenando las doctrinas de Arrio, quien se negaba a admitir el dogma de la divinidad de Cristo. Para combatir los errores, utilizaba una dulzura exquisita, logrando grandes y sinceras conversiones, a pesar de su discreto talento especulativo y orador que tanto gusta a los orientales. Sin embargo, cuando se trataba de proteger a los más débiles de los poderosos, San Nicolás, a pesar de su avanzada edad, actuaba con gran arrojo y vigor.
A pesar de ser anciano, seguía viajando, evangelizando y entregando juguetes a los niños para recordar a todos que en Navidad recibimos el mejor de los regalos a través de Cristo, la esperanza de la Salvación Eterna.
San Nicolás de Bari murió el 6 de diciembre del año 345 en Myra, mas sus restos descansan en la ciudad portuaria italiana de Bari pues allí fueron a dar después que fueron retirados de Turquía tras la invasión musulmana. Tras su muerte se convirtió en el primer santo, no mártir, en gozar de una especial devoción en el Oriente y Occidente. Multitud de relatos milagrosos aparecieron sobre él, desfigurando, a veces, su inminente carácter práctico y sencillo.

Fue alrededor del año 1624. Cuando los inmigrantes holandeses fundaron la ciudad de Nueva Amsterdam, más tarde llamada Nueva York, comprensiblemente llevaron con ellos sus costumbres entre ellos el de San Nicolás, su patrono cuya festividad se celebra en Holanda entre el 5 y el 6 de diciembre.
 

En 1809 el escritor Washington Irving, escribió una sátira, en la que deformó al santo que celebraban los holandés, San Nicolás, conocido ahora como Sinterklaas o papá Noel, en la burda pronunciación angloparlante como Santa Claus. Más tarde el poeta Clement C. Moore, en 1823, publicó un poema donde dio cuerpo al actual mito de Santa Claus, basándose en el personaje de Irving.
Hacia 1863, adquirió el aspecto de gordo barbudo bonachón con la que más se le conoce. Esto fue gracias al dibujante sueco Thomas Nast, quien arregló este personaje para sus tiras navideñas en Harper's Weekly. Allí adquirió su vestimenta roja, con altas botas y gorra. Su éxito fue tan arrollador, que pronto se lo vio en cuanta revista infantil se publicaba por ese tiempo. Se cree que su creador se basó en las vestimentas europeas de su época para crear este San Nicolás tan pagano, que nada tiene que ver con San Nicolás de Mira.
A mediados del siglo XIX, el Santa Claus estadounidense pasó a Inglaterra y de allí a Francia, donde se fundió con Bonhomme Noël, el origen de nuestro Papá Noel, quien tenía parecido físico con Santa Claus, pero vestía de blanco con vivos dorados.
 

Ya en el siglo XX, la empresa Coca-Cola encargó al pintor Habdon Sundblom que remodelara la figura de Santa Claus/Papá Noel para hacerlo más humano y creíble. Esta versión data de 1931 y Walter Disney se encargó de perfilar su historia.
Así que de Papá Noel nada de nada. Esto es otro intento más de desplazar el catolicismo y arrinconarlo de nuevo en  las catacumbas como se hacía antaño. Árbol con raíz enferma pronto morirá.
Cuéntenles a sus hijos, a sus catequizandos, a quienes les conocen, esto que comparto con vosotros. Que no se cuele en nuestras casas nadie que intente dejarnos no sé que regalo y sea un “extraño”. Si se fija bien, la cosa va mucho más allá, puesto que la fiesta de san Nicolás es el 6 de enero y no el 25 de diciembre. ¿No ven como hay un intento de ensombrecer la Solemnidad del Nacimiento del Hijo de Dios, de Dios que se ha hecho hombre? Intrusismo puro y duro con apariencia de bien, que es como actúa el mal.
No dejen de contarlo… de Papá Noel, nada de nada. Que nadie te como el coco. 
  El “Gordo de la Coca-cola” es una pretensión para  desplazar al que da verdadero sentido a la fiesta de la Navidad. Gracias a Dios, y con buen criterio, desapareció de nuestra Cabalgata de Reyes Magos. ¿Por qué no poner a San Nicolás de Bari que sí que existió y regaló juguetes a los niños pobres en navidad?

En los países dominados por el comunismo existe la figura den un anciano de  largas barbas blancas, un viejo leñador del bosque, que trae regalos a los niños que se portan bien y carbón a los que no son tan buenos. Son formas sustitutivas de lo que aconteció realmente hace más de dos mil años.
Respeto siempre, pero tenemos el deber de preservar aquellas historias y tradiciones de nuestro País que son, en definitiva, la savia que nos identifica, que nos hace una sociedad fundamentada sobre una sólida base, con una historia rica. Y sobre todo, viviendo coherentemente con nuestra fe.
¡Feliz y santo año nuevo a todos


                                                                                             José Antonio Calvo Millán

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