viernes, 6 de abril de 2012

PASIÓN Y MUERTE DE CRISTO

Jesucristo padeció y murió por nuestros pecados. Como con secuencia del pecado original, los hombres nacemos esclavos del pecado, del demonio y de la muerte.

REDIMIR= Liberar por medio de un rescate.

Sólo podía venir de Dios; los hombres no podíamos merecer el perdón por nosotros mismos. Dios quiere que todos los hombres se salven (I de Tim. 2,4). Por amor nuestro, Dios Padre entregó a su Único Hijo (Efs. 2, 4-5; I Jn 4, 9-10).

Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo Unigénito, para que, redimidos del pecado, fuéramos constituidos hijos de Dios (Ga.4,5), partícipes de la vida divina. Cristo, “por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo…y por nuestra causa fue crucificado" (Credo).

PECADO= Desobediencia a la voluntad divina.

Cristo se hizo “obediente hasta la muerte y muerte de cruz” (Flp. 2,8). (CEC 606-607). Toda su vida es entrega a la voluntad del Padre, sobre todo la cruz.

Sólo Cristo, por ser Dios y Hombre, podía pagar el precio de nuestra libertad; y lo pagó reparando por nuestros pecados, y consiguiéndonos de nuevo la amistad con Dios. Lo aceptó libremente, por amor al Padre y porque “nos amó hasta el extremo” (Jn. 13,1) (CEC 609). Por eso Jesucristo es nuestro Redentor y su obra nuestra Redención.
El dolor y la muerte habían entrado en el mundo como justo castigo por el pecado. Cristo asumió los sufrimientos (los del cuerpo y los del alma), en su naturaleza humana para obedecer al Padre y, así, los transformó en medio para redimirnos. El ofrecimiento de su vida tuvo un valor infinito pues era la vida humana del Hijo de Dios.

EL SACRIFICIO DEL CALVARIO

Jesús anticipó en la Última Cena la ofrenda de su vida, instituyendo la Sagrada Eucaristía: “Este es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros” (Lc. 22,19). “Esta es mi sangre de la Alianza que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mt. 26,28).

La Eucaristía que instituyó en ese momento será el “memorial” (I Cor. 11,25) de su sacrificio. Jesús incluye a los Apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla: “Haced esto en conmemoración mía” (Lc. 22,19).

En la cruz, Cristo se ofreció a sí mismo como víctima inmaculada de Dios Padre por medio del Espíritu Santo (Hb. 9,14). Es Sacerdote y Víctima a la vez, y realizó un perfecto sacrificio, pues entregó su vida en un acto de amor y obediencia a la voluntad del Padre, y se “ofreció a Dios por nosotros en oblación y hostia de olor suavísimo (Ef. 5,2) (CEC 613). Este sacrificio es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios (Hb. 10,10) (CEC 614).

CEC 616: El sacrificio de Cristo tiene valor de:

• REDENCIÓN: Porque nos redime (rescata) de la esclavitud del pecado.

• EXPIACIÓN: Expía o sufre en nuestro lugar la pena del pecado.

• REPARACIÓN: Sana la enfermedad, levanta la caída del pecado.

• SATISFACCIÓN: Por la ofensa a Dios, reconciliándonos con ÉL.

CORREDIMIR CON CRISTO

La Redención obrada por Cristo en la cruz es universal: Se extiende a todo el género humano. Pero es preciso que se aplique a cada uno el fruto y los méritos de la Pasión y Muerte de Cristo, principalmente por medio de los Sacramentos.

Cristo es el único mediador, pero el Padre quiere que seamos no sólo redimidos, sino corredentores (CEC 618). Cristo “ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocie a este misterio pascual” (GS 22).

Tomar la cruz y seguirle (Mt.16,24). Estoy crucificado con Cristo. Vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí (Ga.2, 20). Porque Él sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas (I Pe. 2, 21). Completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo, por su cuerpo que es la Iglesia (Col.1,24).

Dios no ha querido librarnos de las penalidades de esta vida, para que aceptándolas, nos identifiquemos con Cristo, cooperemos en la Redención y merezcamos la vida eterna. En unión con Cristo, la enfermedad, el dolor y la mortificación voluntaria libre y por AMOR (como la suya), alcanzan un gran valor redentor.

En la cruz, Jesucristo nos da ejemplo de todas las virtudes: caridad, obediencia, humildad, desprendimiento de las cosas terrenas…Quiso asociar a su Madre, más íntimamente que nadie, al misterio de su sufrimiento redentor (Lc. 2,35; CEC, 618): Ella nos enseña a estar junto a la cruz de su Hijo.

JESUCRISTO FUE SEPULTADO

Su cuerpo fue sepultado en un sepulcro nuevo, cerca del Calvario: Esa sepultura manifiesta que su muerte es verdadera. Dios dispuso que Cristo sufriera el estado de muerte, es decir, de separación entre el alma y el cuerpo (CEC,624). Durante ese tiempo, su alma y su cuerpo, separados entre sí, continuaron unidos a la Persona Divina (CEC, 626). El cuerpo de Cristo no sufrió corrupción, a causa de la unión que conservó con la Persona del Hijo (CEC, 627; Hch. 13, 27).

PASIÓN Y MUERTE DE CRISTO

Se cumplen todas las profecías:

• Muere Cristo en cuanto hombre, ya que en cuanto Dios no puede morir.

• Relatos en los Evangelios:

*MATEO 26 y 27

*MARCOS 14 y 15

*LUCAS 22 y 23

*JUAN 18 y 19.


Fuentes consultadas: La Biblia, el Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) y Recursos Cristianos.

JOLABE


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