viernes, 11 de mayo de 2012

EL PECADO MORTAL Y EL PECADO VENIAL


PREGUNTA


Una cuestión que coloco, porque no sé cómo responder y desearía una dilucidación de esta acreditada publicación católica.
¿Qué es propiamente un pecado? ¿Cuándo éste es realmente considerado “pecado mortal”? ¿Y cuándo es considerado “pecado venial”?
¿Ambos llevan al infierno el alma de aquel que muere sin confesarlos con arrepentimiento en el corazón?

RESPUESTA


La pregunta es altamente oportuna y actual, porque vivimos en una sociedad secularizada (esto es, “ateizada”, en que Dios es puesto cada vez más al margen), en la cual la misma distinción entre el bien y el mal y, consecuentemente, la propia noción de pecado están siendo borradas de la mente de los hombres.
Según la conceptuada Enciclopedia Católica, “el pecado es un acto moralmente malo (Santo Tomás, “De Malo”, 8:3), un acto en discordia con la razón informada por la ley divina”. En el uso corriente, podemos definir el pecado como toda trasgresión de la Ley de Dios o de las leyes de la Iglesia, bien como de cualquier ley u orden legítimos de las autoridades de la sociedad civil. Es mortal cuando incide sobre materia grave y es practicado con pleno conocimiento y voluntad deliberada. Es venial cuando incide sobre materia leve; o, siendo grave la materia, la persona no dio pleno consentimiento o no tenía consciencia de que se trataba efectivamente de materia grave. Sólo el pecado mortal lleva el alma al infierno, si antes no hubiese obtenido el perdón por medio del Sacramento de la Penitencia (Confesión) o habiéndose arrepentido de él con un acto de contrición perfecta. Si la persona muere con pecados veniales, o no hizo la debida penitencia por los pecados mortales confesados y ya perdonados, pasará por el Purgatorio para purificarse completamente antes de ser llevada al Cielo.


Un pecado serio grave o mortal es la violación con pleno conocimiento y deliberado consentimiento de la Ley de Dios en una materia grave, por ejemplo, idolatría, adulterio, asesinato o difamación. Todas estas son gravemente contrarias al amor que debemos a Dios y por Él, a nuestro prójimo. Como enseñó Jesús al condenar hasta al que mira con malos deseos a una mujer, el pecado puede ser interior (selección del deseo solamente) y exterior (selección del deseo seguido por la acción). La persona que por su propia voluntad desea fornicar, robar, matar o cometer otro pecado grave, ya ha ofendido seriamente a Dios al escoger interiormente lo que Dios ha prohibido.
El pecado mortal se llama mortal porque es la muerte "espiritual " del alma (separación de Dios). Si estamos en un estado de gracia nos hace perder esta vida sobrenatural. Si morimos sin arrepentirnos, lo perdemos a Él por la eternidad. Sin embargo, si volvemos nuestro corazón a Él y recibimos el Sacramento de la Penitencia, nuestra amistad con Él queda restaurada. A los católicos no les está permitido recibir la Comunión si tienen pecados mortales sin confesar .
Los pecados veniales son pecados leves. No rompen nuestra amistad con Dios, sin embargo la afectan. Incluyen desobediencia a la Ley de Dios en materias leves (veniales). Si por chismes destruimos la reputación de una persona, esto es un pecado mortal. Sin embargo, los chismes normales son sobre asuntos insignificantes y solo son pecados veniales. Adicionalmente, algo que de otra manera sería un pecado mortal ( por ejemplo la calumnia ) puede ser en un caso particular solo un pecado venial. La persona puede haber actuado sin reflexionar o bajo la costumbre de un hábito. Pero, por no tener plena intención, su culpa ante Dios se ve reducida. Es bueno recordar especialmente para aquellos que están tratando de serle fieles a Dios, pero caen algunas veces, que el pecado mortal no solo debe ser 1) materia grave, sino 2) que la persona esté consciente de ello, y entonces 3) lo cometa libremente.
Estas dos categorías de pecado se encuentran explícitamente en las Escrituras. En el Antiguo Testamento había pecados que ameritaban la pena de muerte y pecados que se podían expiar con una ofrenda. Esta Ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por nuestra fe (Gál 3;24). En el Nuevo Testamento estas categorías materiales son reemplazadas por las espirituales, muerte natural por muerte eterna. Hay faltas diarias por las cuales debemos pedir diariamente perdón (Mt 6;12), porque el "justo, aunque caiga siete veces se levanta" (Pro 24;16), y faltas mortales que separan al pecador de Dios (1Co 6;9-10) por toda la eternidad.

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