miércoles, 27 de junio de 2012

MARÍA NOS ILUMINA EL CAMINO PARA LLEGAR A JESÚS I

1ª Parte: LA DISPOSICIÓN ESPIRITUAL DE MARÍA

NOTA: El presente trabajo -que publicaremos en varios capítulos-, tiene como objeto profundizar en el conocimiento de la figura de la Virgen y nos va a permitir acercarnos a Ella para tratar siempre de imitarla.

La santísima Virgen María es cristalina porque es absolutamente transparente, es pura, diáfana y limpia total, Ella se deja traspasar por la Luz que es su Hijo. María, supo amorosamente acoger en su corazón a quien el mundo no supo reconocer. A través y por medio de Ella, vino la luz verdadera, la luz que ilumina a todo hombre.

La Santísima Virgen María es nuestra primera santa y tenemos necesidad de contemplarla, porque a través de ella nos acercamos más a Jesucristo. Ella es luz en el camino a su Hijo, seguir los pasos de María, es llegar a Jesucristo y a través de El al Padre. Para descubrir la hermosa santidad de María, debemos primero adentrarnos en la Palabra, a través de los relatos de San Lucas y de San Juan, que nos permitirá  darnos cuenta de cómo era Ella, y por qué es santa.

San Lucas, nos presenta a la joven María, en el momento que el Verbo comienza a estar entre nosotros para cumplir su misión salvadora. María, madre de Jesús, vivió y participó del misterio de su Hijo, Ella fue un alma unida a Jesús y quien vive unido al Hijo vive también con el Padre.
María convivió muchas experiencias junto a Jesús, la experiencia pascual que su Hijo iba realizando, para salvarnos. Así María, es una mujer espiritual, no podía ser de otro modo, ya que fue el reflejo de la espiritualidad de su hijo.
Tenemos a veces la tendencia a pensar en una María tranquila y pasiva, semi oculta de la sociedad donde vivía, pero no era así. María sabía que para agradar a Dios, era necesario una vida ejemplar, una visión salvadora, como lo demuestra en el Magníficat, fragmento del evangelio, que nos presenta el cántico de María, que responde a una explosión de júbilo en Dios, incubada desde que se había realizado en Ella el misterio de la encarnación.

María con su cántico se hace totalmente disponible a la gracia, mostrándonos cuán grande es el deseo de vivir para la santificación de los hombres. La santidad de María, concebida inmune del pecado original, de naturaleza humana, bendecida entre las mujeres, Virgen inmaculada, pudo hacer una vida distinta, sin embargo Ella libremente eligió vivir en plena solidaridad con Jesús.

Aunque los Evangelios, no dedican comentarios sobre la experiencia personal de María en muchas etapas de su vida, con lo poco que hay escrito, sabemos mucho de ella, es así como sabemos de la visita a su prima Isabel, sabemos de los difíciles momentos de duda de José su esposo, el viaje a Belén, el nacimiento de su hijo Jesús, la huída a Egipto, sabemos de sus angustias por la perdida de Jesús en el templo y conocemos de su dolor al ver a su hijo camino de la Cruz, la crucifixión y los últimos instantes de Jesús antes de morir.

María, participó en cada uno de los sucesos relevantes de la vida, de la pasión, de la muerte y de la resurrección de Jesucristo, es decir, participa en su misterio pascual. María, en el silencio de la buena madre, no abandona nunca espiritualmente a su Hijo, ni Él a su Madre, sólo la separación que se produce con la muerte de Jesús en la cruz. Y en la cruz, Cristo confía su madre a su discípulo predilecto y amado Juan.

María tiene siempre en su corazón a su Hijo y las cosas de su Hijo, cuando Jesús se perdió en el Templo, María le dijo: Tu padre y yo hemos estado muy angustiados mientras te buscábamos, El les contestó: --- ¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que yo debo estar donde mi Padre?--- luego Jesús entonces regresó con ellos, llegando a Nazaret. Posteriormente siguió obedeciéndoles. Su madre, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón. Mientras tanto, Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia, ante Dios y ante los hombres. --- (Lucas 2, 48-52).

María, fue elegida por Dios, para vivir con Jesús el misterio pascual de su Hijo, Ella fue absolutamente privilegiada por Dios, para que participara de un modo especial el misterio pascual de Jesús. Ella concibió a Jesús antes "en su espíritu que en su seno". (San Agustín).

Es así como, la espiritualidad de María, se ubica de un modo especial en la maternidad y en la participación de la existencia pascual de Jesús, es así, como Ella es para nosotros Madre de nuestra vida espiritual. Es decir, vida espiritual que nos empapa del misterio pascual de Jesús, nos hace cambiar, nos transforma y, nos hace unirnos fuertemente, aferrados por el Espíritu de Cristo, nos convierte en dóciles al Señor, nos hace disponible al amor de Jesús.

La disposición de Maria con Dios Padre y con Dios Hijo, es para nosotros sus hijos nuestra meta de vida. El Espíritu de Jesús que obra dócilmente en María y ella ha vivido una experiencia espiritual caracterizada por el continuo pasar del vivir según la carne al vivir según el espíritu. Ella es la inmaculada María. Desde su concepción está inmune de cualquier culpa y recibe la gracia de ser espíritu participando en el misterio pascual de Jesús. De este modo es como, para favorecer la obra del misterio pascual en su ser personal, Ella se abandona totalmente al Espíritu. Dijo María: --- Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho ---. Es decir, se muestra totalmente dispuesta a dejarse llevar por el Espíritu. Es en lo interior de su ser donde la Virgen María encuentra verdaderamente a su Dios.

El Evangelio nos muestra una María afable, agradable, afectuosa y amable en el trato y en la conversación con los demás, así fue Ella y así es hoy, Ella fue dulcemente amable con el Ángel, con su prima Isabel, con su esposo José, y en especial con su Hijo Jesús. Por eso, deducimos a través de los Evangelios, que su lenguaje es de amor por el Padre, por su Hijo y por todos nosotros.
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JOLABE