Señor Jesús:
Tu vives. Sabemos que estás vivo y estamos alegres. No lo podemos callar: ¡Has resucitado! No lo podemos callar: ¡Has resucitado! Tu viniste a mostrarnos el amor del Padre Dios venciendo a la muerte. Venciste a las tinieblas, a la mentira, al odio. Tu venciste al miedo. Y triunfaste sobre el egoísmo de los poderosos. Tu victoria es también nuestra victoria. Tu has resucitado, y con contigo cada cristiano lo podemos lograr en virtud de tu resurrección.
Señor resucitado:
Enséñanos, a descubrirte, para ser un instrumento de tu amor, enséñanos a buscar las cosas de arriba y a gozar de tu presencia a lo largo del día. Transfórmanos, como a los primeros discípulos, en un apóstol convencido de tu resurrección, capaces de darlo todo por Ti.
Señor resucitado:
Tu colmas nuestra vida con tu compasión para que te busquemos siempre. Tu conoces nuestra espera, condúcenos por el camino eterno. Te pedimos por los que empiezan a conocerte. Te pedimos por quienes no pueden creer. Tu ofreces siempre tu amor. Tu eres el apoyo de quienes conocen dificultades y desánimos. Condúcenos por el camino eterno. Te pedimos por los que han sido víctimas de violencias y de humillaciones: Ven a curar sus heridas. Tu nos guías con tu Espíritu. Reúne a todos los pueblos en tu Reino. Tu eres la primera semilla de la gran resurrección de todos los hombres, cuando ni la muerte, ni ninguna clase de egoísmos, puedan romper el triunfo de la más perfecta hermandad.
Tu eres nuestra gran esperanza. Quédate con nosotros, Que sin ti nuestra vida sería noche. Y juntos vamos a pescar con esta barca vieja, muy vieja.
Amén. Aleluya.
(De Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista)
Sacerdote-periodista)
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JOLABE
