sábado, 15 de junio de 2013

MARIOLOGÍA VII

MATERNIDAD VIRGINAL


La Maternidad divina es una maternidad muy singular, no solamente por la persona que es término de este peculiar engendro y parto, que es la del Verbo hecho carne, una sola persona divina en dos naturalezas, divina y humana, sino también por el modo milagroso y singular como se verificó, es decir, virginalmente, sin concurso de varón, por obra del Espíritu Santo.

"Su concepción es del Espíritu Santo" (Mt. 1, 20). Así lo dice el Evangelio, y así lo confesamos los cristianos en el Credo.

MATERNIDAD TOTAL

Toda verdadera y propia noción de maternidad supone en la madre que concibe, gesta por nueve meses y da a luz, diversas funciones de orden físico, moral y espiritual con respecto al hijo. Y estas funciones no podían faltar en el gran acontecimiento de la Maternidad de María.

Ella, físicamente, concibió en sus purísimas entrañas, llevó durante nueve meses, dio a luz, alimentó con su leche materna a Jesús. Ella, moralmente, fuera de su prodigiosa preparación a la Maternidad, siguió velando por su Hijo durante toda la infancia y vida privada. Todo este cúmulo de funciones morales maternales de María aparece en el Evangelio de San Lucas con la admirable advertencia de que María era consciente de todos estos misterios:

"Su Madre guardaba todas estas cosas en su corazón..."(Lc. 2, 51)
Ella, en fin, espiritualmente cooperó dentro de ese misterioso parentesco y afinidad con Dios, a la manifestación de los grandes dones que encerraba el Niño Dios, de quien también dice el Evangelio de su infancia:

"Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres"  (Lc. 2 52).  María, juntamente con José, era testigo y vigilante de ese misterioso crecimiento.
Aunque la Maternidad Divina de María es un misterio impenetrable a la razón, investigando humilde, piadosa y sobriamente, puede darnos alguna idea: Así según se expresa Santo Tomás de Aquino, "madre de alguien se llama verdadera y propiamente aquella mujer que lo engendra y da a luz". Y sabemos que María concibió y dio a luz a Cristo, que es Dios, luego María es verdadera y propiamente Madre de Dios. La razón es concluyente, puesto que Jesucristo en ningún momento deja de ser Dios.



(Fuente consultada: Clerus.org)
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JOLABE