lunes, 9 de diciembre de 2013

MARÍA, MADRE DE JESÚS Y DE LA IGLESIA

María, como ciudadana hebrea no tiene ninguna importancia, es otra mujer más de tantas que existen en los tiempos del Mesías. Esta mujer a la cual hoy le rendimos un culto especial como Madre del Hijo de Dios, era un ser humilde que jamás imaginó la grandeza a la que estaba destinada.

María, en toda la narración de los Evangelios, aparece pocas veces y cuando aparece permanece casi en silencio. "Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón" (Lc.2, 51). Esta frase,  nos indica que María no entendía muchas de las cosas que sucedían, sin embargo, se mantenía fiel a la voluntad de Dios, era la sierva que obedecía aunque muchas cosas no las comprendiera. La imagen de María es la precursora de lo que será después la Iglesia.

La predestinación de María es voluntad de Dios: El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida (L.G. 56; cf 61). Para que María pudiera ser Madre del Salvador, Dios la dotó de dones que la elevaran al nivel de tan grande misión. Desde su nacimiento, María fue redimida del pecado por lo que el ángel Gabriel al saludarla en la anunciación la llamó "la llena de Gracia".

 A lo largo de la historia, la Iglesia ha reconocido dicho atributo de María, así que el dogma de su inmaculada concepción es proclamado en 1854 por el Papa Pío IX. "...la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención de los méritos de Jesucristo Salvador del género humano".

La maternidad de María es plena en el momento en que Jesús la entrega a los cuidados de Juan y al mismo tiempo entrega a Juan a los cuidados de María, de tal suerte que la entrega en la figura de Juan  a toda la humanidad, tal dogma de fe es promulgado en el año 531 diciendo que: "María es Madre de todos". Mucho se habla de la virginidad de María. Unos argumentan que en la Biblia se habla delos hermanos de Jesús (Mc.3,31-55; 6,3), sin embargo en los tiempos de Jesús, el vocabulario existente es escaso por lo que se utiliza la palabra hermano para designar a los parientes más cercanos, como los primos, tíos, etc.

Así, nosotros no debemos tener dudas de la virginidad de María, pues la explicación es clara. Jesús no tuvo más hermanos de sangre porque María se entregó en cuerpo y alma a Dios y lo expresó de forma contundente al decir: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). La Virgen María "colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres "(L.G. 56). Por su obediencia , ella se convirtió en la nueva Eva, Madre de los vivientes.

María ha de transmitir a la Iglesia la fe incondicional a Dios de tal forma que la confianza de los hombres esté puesta toda en Dios a través de la Iglesia peregrina en la Tierra. La imagen de María se ha de transportar a la Iglesia no sólo en la fe, sino que la Iglesia se convierte en Madre protectora de todos los fieles, de todos los bautizados que son los hijos de Dios.

(De "Historia de la Salvación" de D. Jorge Alberto Limón Cerecedo - México).

---oOo---
JOLABE