viernes, 4 de octubre de 2013

DOS CARMELITAS DOCTORAS

El mes de Octubre es carmelita por esencia. El calendario litúrgico nos recuerda a dos carmelitas, Doctoras de la Iglesia. Me refiero a Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1879). Más conocida como Santa Teresita del Niño Jesús. Nada de niña dulce y acaramelada. Es la carmelita francesa, que murió víctima de la tuberculosis. Su gran santidad se divulgó rápidamente por el mundo entero. Es Patrona de las misiones. Su fiesta se celebra el día 1 de Octubre.

La otra carmelita es Santa Teresa de Jesús (1515-1582). Su fiesta la celebramos el 15 de Octubre. Es la santa española. La primera mujer Doctora de la Iglesia. La gran mística. Muy femenina y fuerte al mismo tiempo. Mujer recia como los tiempos en que le tocó vivir. En un principio "enemiguísima" de ser monja. A la muerte de su madre y casamiento de su hermana mayor, el padre la llevó a las agustinas de Ávila. En seguida se le olvidaron las preocupaciones humanas y Cristo apareció en el primer plano de su vida.

Pero no creas que Santa Teresa se hizo santa en tres días. Ingresó en las Carmelitas cuando tenía 20 años. Fue víctima de enfermedades. Espiritualmente andaba entre Dios y el mundillo de su vida religiosa, pero sin garra y sin fuerza. Dios no la dejaba. Hasta que el Señor empezó a comunicársele interiormente en la oración. Una lucha interior se libró en lo íntimo de su corazón hasta que se entregó a Dios de verdad. Se había plantado en los 40 años.

SAN FRANCISCO DE ASÍS

Fundador de la Orden de los Frailes Menores (OFM), conocidos como los franciscanos
Octubre 4

San Francisco fue un santo que vivió tiempos difíciles de la Iglesia y la ayudó mucho. Renunció a su herencia dándole más importancia en su vida a los bienes espirituales que a los materiales.

Francisco nació en Asís, Italia en 1181 ó 1182. Su padre era comerciante y su madre pertenecía a una familia noble. Tenían una situación económica muy desahogada. Su padre comerciaba mucho con Francia y cuando nació su hijo estaba fuera del país. Las gentes apodaron al niño “francesco” (el francés) aunque éste había recibido en su bautismo el nombre de “Juan.”

En su juventud no se interesó ni por los negocios de su padre ni por los estudios. Se dedicó a gozar de la vida sanamente, sin malas costumbres ni vicios. Gastaba mucho dinero pero siempre daba limosnas a los pobres. Le gustaban las románticas tradiciones caballerescas que propagaban los trovadores.