miércoles, 8 de octubre de 2014

LA CIUDAD EVANGÉLICA DE MAGDALA

UNAS RUINAS QUE ALEGRAN EL CORAZÓN

Unos 1000 voluntarios trabajan a orillas del Mar de Galilea para desenterrar las ruinas del pueblo de María Magdalena. Voluntarios que como ella, lo han dejado todo al servicio de la causa del Evangelio.

Año 67 de nuestra Era. El pueblo de Magdala, en la costa noroeste del Mar de Galilea, se prepara para una invasión. Las legiones romanas que destruyeron Gamla, pasarán por aquí de camino a Jerusalén. Su objetivo es sofocar la Gran Rebelión Judía. Lejos quedaban ya aquellas alegrías de las calles y plazas de este pueblo pescador fueron testigos, al paso del rabí de Nazaret. Allí, en Magdala, había nacido una de sus discípulas más carismáticas, aquella que los evangelistas identificarían como María de Magdala, la primera persona que vio a Cristo y habló con Él tras su resurrección. Ella fue la iniciadora de un movimiento de mujeres que lo dejaron todo para ponerse al servicio de la causa de nuestro Señor. Un voluntariado de la época que, aún hoy, no se ha extinguido.