sábado, 14 de marzo de 2015

EL DRAMA DE LA SEPARACIÓN O EL DIVORCIO

ENTRE DOS MUNDOS
En una noche fría, Pedro se da la vuelta en la cama y su rostro está cubierto de lágrimas. No quiere que nadie descubra su dolor. La idea de no poder ver a su padre y a su madre juntos, en casa, cada día, lo desgarra por dentro. Y, por si fuera poco, no encuentra las palabras para expresarlo. Así que llora y calla.

Miles de niños viven el drama de la separación de sus padres. Además de enfrentarse a un torbellino de sentimientos difíciles de digerir (miedo, rabia, ansiedad, incertidumbre, tristeza...), tienen que adaptarse a diversos cambios en su vida diaria. Sin embargo, los psicólogos aseguran que los cambios logísticos no suelen afectar tanto al hijo, "lo que más le hace sufrir es el lugar que ocupe en el conflicto de sus padres, el rol que se les dé y la prolongación del conflicto, pues cuanto más les cueste a los padres superar la ruptura, más le costará al hijo asumirla". Por eso, los psicólogos indican que lo más importante en esta situación es procurar que "la separación sólo altere la relación de pareja, no la relación con los hijos".

Fernando tenía 11 años cuando sus padres se separaron. Él y sus cinco hermanos sifrieron mucho: "Mi padre intentó manipularnos. Nos llamó, a cada uno por separado, y nos chantajeó: nos dijo que se estaba muriendo; que mi madre podía ayudarle y no quería hacerlo. Pretendía hacernos sufrir para que, al ver nuestro dolor, mi madre se echara para atrás". Después de varios años, Fernando logró acercarse de nuevo a su padre. "He reconstruido la relación con él, pues sé que tengo que tener una buena relación con mi padre. Si no la tengo, estoy mal, porque le quiero, por supuesto, ¿Cómo no lo voy a querer? No deja de ser mi padre".

Los padres no dejan de ser padres y los hijos no dejan de ser hijos. De ahí que los principales errores consisten en dar a los hijos roles que no le corresponden. Algunos niños se ven forzados a enfrentar el conflicto como adultos, a ocultar su pena para ser sostén de sus padres. Otros se convierten en confidentes de sus padres, cuando en realidad éstos deberían buscar apoyo en personas externas a la familia. Hay quienes son forzados a llevar mensajes de un progenitor a otro, a ser "aliados" de uno de los padres en contra del otro,o, peor aún, a convertirse en el "colchón" emocional en el que los padres descargan la frustración que les genera su excónyuge.

Estos hijos quedan divididos entre dos mundos, pues tienen que "elegir" rendir lealtad a uno de sus progenitores ante preguntas como: "¿Con quién prefieres vivir?". Los psicólogos insisten en que es clave que "los niños sigan siendo niños y los padres, los adultos que cubren sus necesidades en función de su edad". "Además - añaden- aunque los padres ya no puedan estar juntos, tienen que seguir formando equipo respecto a la educación de sus hijos: ir a una en los valores y en el cómo inculcarlos, y mantener una relación cordial para seguir tomando conjuntamente las decisiones con respecto a sus hijos".

Pero lo cierto es que, los problemas que generan la separación de los padres, los pagan los hijos...Ningún niño está preparado emocionalmente para afrontar la separación de sus padres...Las situaciones, en este tipo de problemas familiares, se convierten en verdaderos dramas para los hijos...

(Fuente consultada, La Misión: conocer la verdad del vínculo conyugal)

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JOLABE