miércoles, 20 de abril de 2016

UNA FAMILIA FELIZ NO ES SINO UN PARAÍSO ANTICIPADO

La familia es, como sabemos, la primera célula de la sociedad. Una sociedad sana depende de un ambiente sano para vivir en familia de forma agradable. Toda familia, como todo ser humano, tiene sus dificultades en estos años que pasamos en nuestra estancia en el planeta Tierra, pero también tiene sus grandes gozos. Vivir dentro de una familia estable y buena es una bendición de Dios; cuando nos falta esa familia, pronto la echamos de menos.

En cierta ocasión leí, que el amor de los padres es el amor más generoso que existe. El de los hijos puede tener a veces trazas de egoísmo, pero el amor de los padres es incondicional; por eso es muy extraño encontrarse con padres que no perdonen a sus hijos aunque éstos hubieran traicionado su confianza o por la crisis de autoridad de nuestros días.

La fecha de nacimiento de un hijo o de una hija es algo que casi nunca se le olvida a unos padres. Alguien escribió una vez que " un buen padre tiene algo de madre". Y de las buenas madres, ¿qué no se habrá dicho y escrito a lo largo de los siglos? Su amor es insustituible y el más grande, fiel y sincero que tendrán los hijos. Escribía Honoré de Balzac que "jamás en la vida encontraréis ternura mejor, más profunda, más desinteresada ni verdadera que la de vuestra madre".

La familia cristiana tiene mandamientos de Dios que la embellecen. En este sentido, la Biblia está llena de sentencias para reflexionar, vivir y actuar desde el espíritu creyente. Basta leer, por poner un ejemplo,lo que se dice de la familia en el Libro del Eclesiástico. Y, está claro, la Sagrada Familia de Nazaret ha quedado para los cristianos como ejemplo de los que debiera ser una buena familia: unida, fiel, transparente, santa.

Sí, todos sabemos los problemas actuales por los que pasa la institución familiar. Como simple muestra nos topamos con la actualidad de familias rotas que aparecen en todas las capas de la sociedad. El ambiente no propicia la ayuda para la unión "hasta que la muerte les separe"...

¡ Cuánto sufrimiento ocasionan los divorcios matrimoniales ! No sólo en los pobres hijos sino en los que se separan, los pasan por la mala experiencia de ver que el proyecto de su familia ha fracasado. Muchas veces existen las rupturas porque se aguantan poco las molestias (por vivir el matrimonio como algo idílico, que puede traer dolores y somos muy sensibles a los mismos; se habla mucho de derechos pero menos de deberes). Otras causas son: La falta de moral que se da en nuestra sociedad, las infidelidades, los ambientes hedonistas en los que nos movemos, la incapacidad para el sacrificio, la falta de valores morales y sobre todo religiosos.

Escribió el gran poeta clásico Horacio que: la virtud de los padres es una gran dote". Si esta virtud no se da, nos encontramos con el pez que se muerde la cola. Las virtudes que no se aprenden en la familia de los padres y de los abuelos son difíciles de practicar luego en la generación de los hijos. Y todos podemos comprobar que "una familia feliz no es sino un paraíso anticipado" (sir John Bowring). ¿Quién no envidia una pareja unida con amor fiel hasta el final de sus día?...

(Fuente consultada: Jesús Lucas Rodríguez García - Revista Capuchinos).

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JOLABE