miércoles, 27 de diciembre de 2017

27 DE DICIEMBRE, FIESTA LITÚRGICA DE LA IGLESIA: SAN JUAN EVANGELISTA

Hoy, segundo día de la octava de Navidad, es el día en la que la Iglesia celebra la Fiesta de SAN JUAN Evangelista, a quien se distingue como "el discípulo amado de Jesús" y a quien a menudo le llaman "el divino" (es decir, el "Teólogo") sobre todo entre los griegos y en Inglaterra, era un judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien desempeñaba el oficio de pescador.
Junto con su hermano Santiago, se hallaba Juan remendando las redes a la orilla del lago de Galilea, cuando Jesús, que acababa de llamar a su servicio a Pedro y a Andrés, los llamó también a ellos para que fuesen sus Apóstoles. El propio Jesucristo les puso a Juan y a Santiago el sobrenombre de Boanerges, o sea "hijos del trueno" (Lucas 9, 54). Se dice que San Juan era el más joven de los doce Apóstoles y que sobrevivió a todos los demás. Es el único de los Apóstoles que no murió martirizado. 
San Juan de Rubens. Museo del Prado
En el Evangelio que escribió se refiere a sí mismo, como "el discípulo a quien Jesús amaba", y es evidente que era de los más íntimos de Jesús. El Señor quiso que estuviese, junto con Pedro y Santiago, en el momento de Su transfiguración, así como durante Su agonía en el Huerto de los Olivos. En muchas otras ocasiones, Jesús demostró a Juan su predilección o su afecto especial.
Juan fue el elegido para acompañar a Pedro a la ciudad a fin de preparar la cena de la última Pascua y, en el curso de aquella última cena, Juan reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús y fue a Juan a quien el Maestro indicó, no obstante que Pedro formuló la pregunta, el nombre del discípulo que habría de traicionarle. Juan fue el único de los Apóstoles que estuvo al pie de la cruz con la Virgen María y las otras piadosas mujeres y fue él quien recibió el sublime encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del Redentor. "Mujer, he ahí a tu hijo", murmuró Jesús a su Madre desde la cruz. "He ahí a tu madre", le dijo a Juan. Y desde aquel momento, el discípulo la tomó como suya. El Señor nos llamó a todos hermanos y nos encomendó el amoroso cuidado de Su propia Madre, pero entre todos los hijos adoptivos de la Virgen María, San Juan fue el primero. Tan sólo a él le fue dado el privilegio de llevar físicamente a María a su propia casa como una verdadera madre y honrarla, servirla y cuidarla en persona.

Cuando María Magdalena trajo la noticia de que el sepulcro de Cristo se hallaba abierto y vacío, Pedro y Juan acudieron inmediatamente y Juan, que era el más joven y el que corría más de prisa, llegó primero. Sin embargo, esperó a que llegase San Pedro y los dos juntos se acercaron al sepulcro y los dos "vieron y creyeron" que Jesús había resucitado.
Después, los Apóstoles fueron enviados a confirmar a los fieles que el diácono Felipe había convertido en Samaria. Cuando San Pablo fue a Jerusalén tras de su conversión se dirigió a aquellos que "parecían ser los pilares" de la Iglesia, es decir a Santiago, Pedro y Juan, quienes confirmaron su misión entre los gentiles y fue por entonces cuando San Juan asistió al primer Concilio de Apóstoles en Jerusalén. Tal vez concluido éste, San Juan partió de Palestina para viajar al Asia Menor.
San Ireneo, Padre de la Iglesia, quien fue discípulo de San Policarpo, quién a su vez fue discípulo de San Juan, es una segura fuente de información sobre el Apóstol.  San Ireneo afirma que este se estableció en Efeso después del martirio de San Pedro y San Pablo, pero es imposible determinar la época precisa. De acuerdo con la Tradición, durante el reinado de Domiciano, San Juan fue llevado a Roma, donde quedó milagrosamente frustrado un intento para quitarle la vida. La misma tradición afirma que posteriormente fue desterrado a la isla de Patmos, donde recibió las revelaciones celestiales que escribió en su libro del Apocalipsis. 

Después de la muerte de Domiciano, en el año 96, San Juan pudo regresar a Efeso, y es creencia general que fue entonces cuando escribió su Evangelio. Su Evangelio tiene un carácter enteramente distinto al de los otros tres y es una obra teológica tan sublime que, como dice Teodoreto, "está más allá del entendimiento humano el llegar a profundizarlo y comprenderlo enteramente".

La elevación de su espíritu y de su estilo y lenguaje, está debidamente representada por el águila que es el símbolo de San Juan el Evangelista. También escribió el Apóstol tres epístolas: a la primera se le llama Católica, ya que está dirigida a todos los otros cristianos, particularmente a los que él convirtió, a quienes insta a la pureza y santidad de vida y a la precaución contra las artimañas de los seductores. Las otras dos son breves y están dirigidas a determinadas personas: una probablemente a la Iglesia local, y la otra a un tal Gayo, un comedido instructor de cristianos. A lo largo de todos sus escritos, impera el mismo inimitable espíritu de caridad. No es éste el lugar para hacer referencias a las objeciones que se han hecho a la afirmación de que San Juan sea el autor del cuarto Evangelio.
Aquella caridad que inflamaba su alma, deseaba infundirla en los otros de una manera constante y afectuosa. Dice San Jerónimo en sus escritos que, cuando San Juan era ya muy anciano y estaba tan debilitado que no podía predicar al pueblo, se hacía llevar en una silla a las asambleas de los fieles de Efeso y siempre les decía estas mismas palabras: "Hijitos míos, amaos entre vosotros… "Alguna vez le preguntaron por qué repetía siempre la frase, respondió San Juan: "Porque ése es el mandamiento del Señor y si lo cumplís ya habréis hecho bastante".
San Juan murió pacíficamente en Efeso hacia el tercer año del reinado de Trajano, es decir hacia el año cien de la era cristiana, cuando tenía la edad de noventa y cuatro años, de acuerdo con San Epifanio. 

Según los datos que nos proporcionan San Gregorio de Nissa, el Breviarium sirio de principios del siglo quinto y el Calendario de Cartago, la práctica de celebrar la fiesta de San Juan el Evangelista inmediatamente después de la de San Esteban, es antiquísima. En el texto original del Hieronymianum, (alrededor del año 600 P.C.), la conmemoración parece haber sido anotada de esta manera: "La Asunción de San Juan el Evangelista en Efeso y la ordenación al episcopado de Santo Santiago, el hermano de Nuestro Señor y el primer judío que fue ordenado obispo de Jerusalén por los Apóstoles y que obtuvo la corona del martirio en el tiempo de la Pascua". Era de esperarse que en una nota como la anterior, se mencionaran juntos a Juan y a Santiago, los hijos de Zebedeo; sin embargo, es evidente que el Santiago a quien se hace referencia, es el otro, el hijo de Alfeo.
El "Acta Johannis", que ha llegado hasta nosotros en forma imperfecta y que ha sido condenada a causa de sus tendencias heréticas, por autoridades en la materia tan antiguas como Eusebio, Epifanio, Agustín y Toribio de Astorga, contribuyó grandemente a crear una leyenda. De estas fuentes o, en todo caso, del pseudo Abdías, procede la historia en base a la cual se representa con frecuencia a San Juan con un cáliz y una víbora. Se cuenta que Aristodemus, el sumo sacerdote de Diana en Efeso, lanzó un reto a San Juan para que bebiese de una copa que contenía un líquido envenenado. El Apóstol tomó el veneno sin sufrir daño alguno y, a raíz de aquel milagro, convirtió a muchos, incluso al sumo sacerdote. 

San Juan es sin duda un hombre de extraordinaria y al mismo tiempo de profundidad mística. Al amarlo tanto, Jesús nos enseña que esta combinación de virtudes debe ser el ideal del hombre, es decir el requisito para un hombre plenamente hombre.  Esto choca contra el modelo de hombre machista que es objeto de falsa adulación en la cultura, un hombre preso de sus instintos bajos. Por eso el arte tiende a representar a San Juan como una persona suave, y, a diferencia de los demás Apóstoles, sin barba.  Es necesario recuperar a San Juan como modelo: El hombre capaz de recostar su cabeza sobre el corazón de Jesús, y precisamente por eso ser valiente para estar al pie de la cruz como ningún otro.   Por algo Jesús le llamaba "hijo del trueno". Quizás antes para mal, pero una vez transformado en Cristo, para mayor gloria de Dios. 

Oración a San Juan Evangelista
Glorioso san Juan Evangelista, a vos acudimos,
llenos de confianza en vuestra intercesión.
Nos sentimos atraídos a vos con una especial devoción
y sabemos que nuestras súplicas serán
más agradables a Dios nuestro Señor, si vos,
que tan amado sois de Él, se las presentáis.
Vuestra caridad, reflejo admirable de la de Dios,
os inclina a socorrer toda miseria, a consolar toda pena
y a complacer todo deseo y necesidad,
si ello ha de ser provechoso para nuestra alma.
Mirad, pues,
nuestra necesidad de conocer al Maestro,
tú que estuviste cerca de Él.
Mira nuestros trabajos y necesidades,
nuestros buenos deseos,
y alcanzadnos que aseguremos cada día más
nuestro conocimiento del evangelio
del que tu fuiste un testigo privilegiado.


(Fuente consultada: Aci prensa, Agencia católica de Informaciones).

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JOLABE

jueves, 21 de diciembre de 2017

MENSAJES PARA LA NAVIDAD 2017 A LA PALMA DEL CONDADO

*Desde este Blog Parroquial queremos felicitar la Navidad y animar a vivirla con la sencillez de los niños y pidiendo a Dios el “don de la fe para entender” esta celebración. La paradoja de la Navidad, y del Evangelio entero se contiene en las palabras: “alegría, paz, justicia y salvación”. La paz, la justicia y la salvación para todo el mundo procediendo de alguien que no ha tenido tan siquiera casa para nacer. 

Para contemplar el misterio de la Navidad necesitamos capacidad de asombro ante su mensaje, limpieza de corazón para gustar el acontecimiento y su significado, sabia lectura de los signos que cualifican a este niño: la debilidad, la pobreza, la impotencia y la humildad, cosas que el mundo ha rechazado siempre y que, por el contrario, ha hecho propias el Hijo de Dios. 

Desde este Blog Parroquial animamos a todos a volvernos niños de corazón para descubrir las raíces de nuestra fe; necesitamos la alegría profunda de estas fiestas navideñas que nos ayuden a creer que la vida es un gran don de Dios que no debe ser malgastado. Necesitamos el don de la fe para entender; Dios lo concede a quienes se lo pedimos con sencillez.
La experiencia de una Navidad vivida desde la fe nos permitirá volver a la vida ordinaria y a nuestras tareas alabando a Dios por la Palabra contemplada, como María, seguros de conservarla en el corazón para anunciar a los demás lo que significa para nosotros. 

Animamos a todos/as a imitar a la Virgen María “en su sencillez y disponibilidad, para que nazca en nosotros el fruto del Evangelio, su Hijo Jesús, a quien llevó en su seno”. Pidámosle que seamos capaces de corresponder a los dones del Señor, como el grandísimo que nos ha hecho al nacer entre nosotros. Capaces de corresponder a los dones que experimentamos especialmente estos días, como: la familia, en especial con respecto a aquellos que son los más pequeños y los más mayores, incluidos nuestros seres queridos que celebran ya la Navidad en el cielo. 

Es importante también que “nuestros gestos navideños” no sean sólo para nuestros familiares, sino que estén abiertos a la solidaridad y a la bondad con los más necesitados, como los pobres, los inmigrantes, los explotados, los sin familia, los que viven olvidados y en soledad. Querámosle y acojámosle a Él en ellos. Vivamos con mente y corazón abiertos estos días, estas entrañables fiestas...
*origen de los pesebres y villancicos navideños 

Se sabe que los primeros villancicos fueron compuestos por el s/. V y que los pesebres se popularizaron con un santo muy famoso del s/. XIII, San Francisco de Asís . Vamos  a conocer aquí el origen de estas tradiciones que el paso de los siglos no ha podido detener y que mantienen su finalidad para la que fueron creadas. Con el paso del tiempo, un conjunto de costumbres han contribuido a crear un ambiente festivo en las familias, calles, aldeas y ciudades para profundizar en el verdadero sentido de la Navidad. 

Uno de ellos son los villancicos que se remontan al s/. V, cuando se compusieron cantos populares referentes al misterio de la Encarnación con inspiración en la teología y liturgia de Navidad. De esta manera se buscaba llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer. Se llamaba "villanus" al aldeano y con el tiempo el nombre cambió a "villancicos". Estos cantos se caracterizan por el tono sensible e ingenuo de sus letras y de sus melodías que hacen referencia a los sentimientos de la Virgen y de los pastores ante la decisión de Dios de hacerse hombre. 

Cantar villancicos es un modo de demostrar la alegría y gratitud a Jesús y escucharlos ayuda a la preparación del corazón para el acontecimiento de la Navidad.
Más adelante, en el s/. XIII, el humilde San Francisco de Asís y sus discípulos propagaron la práctica de los “belenes” en templos y casas. En la Navidad de 1223, el Santo hizo una representación viviente del Nacimiento de Jesús. Para ello preparó un establo e invitó a las personas del pueblo a hacer una representación real con pesebre y animales de verdad. A esta actividad le llamó “crèche”, que significa “cuna” en francés, y fue vista por hombres, mujeres y niños que se acercaron a ver la bellísima obra con sus antorchas encendidas. La idea gustó muchísimo y se empezaron a hacer representaciones en toda Italia. 

En los siglos XIV y XV, en Nápoles, se hicieron las primeras figuras que representaban el nacimiento del Niño Dios. Posteriormente, con la llegada a América de los primeros misioneros, estas tradiciones se extendieron más.
Hoy, en las casas cristianas, se sigue escogiendo un rincón especial y se colocan las figuras del pesebre, dejándose un espacio entre José y María para poner al niño el 25 de diciembre, generalmente a las 00:00 horas.
Los pesebres vivientes o materiales son una invitación a reflexionar sobre la pobreza de la Sagrada Familia que nos llama a imitarle en auténtica sencillez evangélica, renunciando a los apegos materiales... 

FELIZ NAVIDAD A TODAS NUESTRAS FAMILIAS…

(Fuente consultada: Aciprensa)


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JOLABE




BELÉN 2017 EN LA PALMA DEL CONDADO
Asociación Belenistas "EL TEMPLO"
en Plaza San Francisco de Asís nº 1,
con nuestro agradecimiento...


BELÉN 2017 DE LA PARROQUIA DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA PALMA DEL CONDADO
Montado por la Asociación Belenistas "EL TEMPLO"






jueves, 30 de noviembre de 2017

8 DE DICIEMBRE, FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA

Desde el 29 de Noviembre al 8 de Diciembre, se viene celebrando en nuestra Iglesia Parroquial de San Juan Bautista de La Palma del Condado, la Solemne Novena en honor de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, en la que participan, como cada año, todas y cada una de las Hermandades de penitencia y de gloria de nuestra ciudad.


La Inmaculada Concepción de María es el Dogma de Fe que declara que por una gracia singular de Dios, María fue preservada de todo pecado, desde su concepción. Sabemos que esta doctrina es de origen apostólico, aunque el Dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de Diciembre de 1854 en su Bula “Ineffabilis Deus”…”declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles…”


La Madre de Cristo debía ser perfectamente santa desde su concepción. Ella desde el principio recibió la gracia y la fuerza para evitar el influjo del pecado y responder con todo su ser a la voluntad de Dios. La concepción es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana.

Cuando hablamos del Dogma de la Inmaculada Concepción no nos referimos a la concepción de Jesús quien, claro está, también fue concebido si pecado. El Dogma declara que María quedó preservada de toda carencia de gracia santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana. Es decir María es la “llena de gracia” desde su concepción.
La Encíclica “Fulgens corona”, publicada por el Papa Pío XII en 1953 para conmemorar el centenario del Dogma, dice así… “Si en un momento determinado la Virgen María hubiera quedado privada de la gracia divina, por haber sido contaminada en su concepción por la mancha hereditaria del pecado, entre ella y la serpiente no habría la enemistad eterna de la que se habla desde la Tradición primitiva hasta la solemne definición de la Inmaculada Concepción, sino más bien cierta servidumbre”.  

 La Biblia no menciona explícitamente el Dogma de la Inmaculada Concepción, como tampoco menciona muchas otras doctrinas que la Iglesia recibió de los Apóstoles. Pero la Inmaculada Concepción se deduce de la Biblia cuando ésta se interpreta correctamente a la luz de la Tradición Apostólica. El primer pasaje que contiene la promesa de la redención (Gen. 3, 15) menciona a la Madre del Redentor. Es el llamado Proto-evangelium, donde Dios declara la enemistad entre la serpiente y la mujer. Cristo, la semilla de la mujer (María) aplastará la cabeza de la serpiente. Ella será exaltada a la gracia santificante que el hombre había perdido por el pecado. Sólo el hecho de que María se mantuvo en estado de gracia puede explicar que continúe la enemistad entre ella y la serpiente.


El Proto-evangelium, por lo tanto, contiene una promesa directa de que vendrá un redentor. Junto a Él se manifestará: La preservación perfecta de todo pecado de su Madre Virginal. En Lucas 1:28 el ángel Gabriel enviado por Dios le dice a la Santísima Virgen María: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Las palabras en español “llena de gracia” no hace justicia al texto griego original que es “kecharitomene” y significa una singular abundancia de gracia, un estado sobrenatural del alma en unión con Dios. Aunque este pasaje no prueba la Inmaculada Concepción de María, ciertamente lo sugiere.

El Apocalipsis narra sobre “la mujer vestida de sol” (Ap. 12,1). Ella representa la santidad de la Iglesia, que se realiza plenamente en la Santísima Virgen, en virtud de una gracia singular. Ella es toda esplendor porque no hay en ella mancha alguna de pecado. Lleva el reflejo del esplendor divino, y aparece como signo grandioso de la relación esponsal de Dios con su pueblo.


El franciscano Juan Duns Escoto, a principios del siglo XIV, inspirado en algunos teólogos del siglo XII y por el mismo San Francisco, sostuvo que Cristo, el mediador perfecto, realizó precisamente en María el acto de mediación más excelso: “Cristo la redimió preservándola del pecado original. Se trata de una redención aún más admirable: No por liberación del pecado, sino por preservación del pecado”. “Razón: La maternidad divina. Dios quiso prepararse un lugar puro donde su Hijo se encarnara”.

 El Dogma de la Inmaculada Concepción pone de relieve los efectos de la gracia redentora de Cristo en la naturaleza humana. Todas las virtudes y las gracias  de María Santísima las recibe de su Hijo. A María, la primera redimida por Cristo, que tuvo el privilegio de no quedar sometida ni siquiera por un instante al poder del mal y del pecado, miran los cristianos como al modelo perfecto y a la imagen de la santidad que están llamados a alcanzar, con la ayuda de la gracia del Señor, en su vida. Después que el Papa Sixto IV aprobara, en 1477, la Misa de la Concepción, esa doctrina fue cada vez más aceptada en las escuelas teológicas y en toda la Iglesia de Occidente.


La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María tiene un par de mensajes para nosotros:
1.- Nos llama a la purificación. Ser puros para que Jesús resida en nosotros.
2.- Nos llama a la consagración al Corazón Inmaculado de María, lugar seguro para alcanzar conocimiento perfecto de Cristo y camino seguro para ser llenos del Espíritu Santo.



(Fuente consultada: Espiritualidad católica. Siembra Amor).




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JOLABE 



jueves, 16 de noviembre de 2017

EL SR. OBISPO PRESENTA BALANCE DE INGRESOS Y GASTOS 2016 Y LA MEMORIA DE LA IGLESIA EN HUELVA

El pasado miércoles, 4 de octubre, se celebró la Misa de Apertura del nuevo Curso Pastoral en nuestra Diócesis de Huelva. Fue en la Santa Iglesia Catedral donde nuestro Obispo, José Vilaplana Blasco, presidió esta celebración.
Nos hacemos eco de la publicación de nuestra Diócesis onubense, de Noviembre de 2017, en la que se hace un balance de ingresos y gastos correspondientes al pasado año 2016. Dicha publicación comienza con una carta que nuestra primera autoridad eclesiástica dirige a toda nuestra comunidad cristiana y diocesana.

Carta del SR. obispo
Somos una gran familia contigo
† José Vilaplana Blasco
El Día de la Iglesia Diocesana pretende ser una contribución más para vigorizar nuestro sentimiento de pertenencia a la misma. Todos formamos parte de la Iglesia universal, pero pertenecemos concretamente al Pueblo de Dios en el seno de una comunidad diocesana, de una Iglesia particular, en este caso la de Huelva, que es en la que habéis nacido a una nueva vida por el bautismo, que os ha insertado en Cristo en esta Iglesia diocesana que peregrina en nuestra tierra.

La Iglesia de Huelva, a través de las distintas parroquias y servicios diocesanos, ha de ser el hogar donde la fe es experimentada y transmitida, no como un mero trasvase de contenidos doctrinales, sino como fuerza verdaderamente atractiva capaz de provocar la adhesión y el seguimiento a Jesucristo, su mayor tesoro, tanto en quienes nacen dentro de familias cristianas como en aquellos a quienes la búsqueda sincera de Dios les acerca hasta sus puertas. Una Iglesia que, en medio de sus debilidades, acoge a unos y otros, es signo visible de la entrañable misericordia de Dios que no hace acepción de personas.

Como una buena madre, la Iglesia no solo nos gesta como nuevos hijos, además nos cuida y alimenta a través de los sacramentos y de la Palabra de Dios, pedagoga del camino, para llegar a ser verdaderos hermanos y auténticos discípulos. En su comunidad celebramos la vida, atravesada por el acontecimiento de Cristo, invitándonos a salir a las «nuevas periferias existenciales» para acercar a todos la luz de la esperanza que ilumina las oscuridades de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Nuestra Iglesia de Huelva ha de ser la «servidora de los últimos» en ese permanente ejercicio de la caridad con nuestros hermanos, especialmente aquellos que más sufren los grandes dramas de esta sociedad del descarte; generando una nueva conciencia social capaz de vencer la globalización de la indiferencia; y luchando por una sociedad más justa y equitativa, que no excluya a nadie. Es así como, a través de su testimonio, la Iglesia hace creíble la Buena Noticia que anuncia.

Esta alegre respuesta de la comunidad eclesial es una realidad gracias al compromiso personal, consciente y animado por el Espíritu Santo, en cada uno de sus miembros. Con esa fuerza se explica la contribución de todos los miembros de la diócesis por la que se continua transmitiendo, celebrando y testimoniando la fe. Somos una gran familia que se construye con el «sí» de cada uno. Contigo acompañamos en el aprendizaje del amor de Dios a nuestros hermanos, en la iniciación cristiana de los más pequeños y en la formación permanente de los adultos. Contigo, celebramos la presencia de Cristo en nuestras vidas y la esperanza a la que nos llama. Contigo, servimos a las personas, especialmente a los más pobres, para lograr prosperidad en educación, salud y trabajo, de acuerdo con la dignidad de toda persona. Por eso no puedo más que dar gracias a Dios por ti y cada uno de los miembros de esta gran familia que somos la Iglesia diocesana, y porque, a través de vuestra colaboración y, con la gracia del Señor, hacéis presente a Cristo, vida nuestra, en la Huelva de hoy.
Con afecto os bendigo. † José Vilaplana Blasco, Obispo de Huelva.
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MEMORIA ECONÓMICA 2016 - DIÓCESIS DE HUELVA


MEMORIA DE ACTIVIDADES 2016 - DIÓCESIS DE HUELVA

Nota: Pulsando sobre cada imagen, ésta se agranda.
JOLABE

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viernes, 3 de noviembre de 2017

SAN MARTÍN DE PORRES, EL SANTO DE LA ESCOBA

Celebramos hoy la memoria de San Martín de Porres, religioso de la Orden de Predicadores, hijo de un español y de una mujer de raza negra, quien, ya desde niño, a pesar de las limitaciones provenientes de su condición de hijo ilegítimo y mulato, aprendió la medicina que, después, siendo religioso, ejerció generosamente en Lima, ciudad del Perú, a favor de los pobres. Entregado al ayuno, a la penitencia y a la oración, vivió una existencia austera y humilde, pero irradiante de caridad. Murió el día 3 de noviembre del año 1639.

Fue hijo bastardo del ilustre hidalgo, hábito de Alcántara, Don Juan de Porres, que estuvo breve tiempo en la ciudad de Lima. Bien se aprecia que los españoles allá no hicieron muchos feos a la población autóctona y confiemos que el buen Dios haga rebaja al juzgar algunos aspectos morales cuando llegue el día del juicio, aunque en este caso sólo sea por haber sacado del mal tanto bien.


Tuvo Don Juan dos hijos, Martín y Juana, con la mulata Ana Vázquez. San Martín nació mulato y con cuerpo de atleta el 9 de diciembre de 1579 y lo bautizaron, en la parroquia de San Sebastián, en la misma pila que Santa Rosa de Lima. La madre lo educó como pudo, más bien con estrecheces, porque los importantes trabajos de su padre le impedían atenderlo como debía. De hecho, reconoció a sus hijos sólo tardíamente; los llevó a Guayaquil, dejando a su madre acomodada en Lima, con buena familia, y les puso maestro particular.

San Martín regresó a Lima, cuando a su padre lo nombraron gobernador de Panamá. Comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías; también comprendía el oficio disponer de yerbas para hacer emplastos y poder curar dolores y neuralgias; además, era preciso un determinado uso del bisturí para abrir hinchazones y tumores. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores.


Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo y a la  Santísima Virgen María. Como su persona y nombre imponía respeto, tuvo que intervenir en arreglos de matrimonios irregulares, en dirimir contiendas, fallar en pleitos y reconciliar familias. Con clarísimo criterio aconsejó en más de una ocasión al Virrey y al Arzobispo en cuestiones delicadas.

Alguna vez, quienes espiaban sus costumbres por considerarlas extrañas, lo pudieron ver en éxtasis, elevado sobre el suelo, durante sus largas oraciones nocturnas ante el Santo Cristo, despreciando la natural necesidad del sueño. Llamaba profundamente la atención su devoción permanente por la Santísima Eucaristía, donde está presente realmente Cristo, sin perdonarse la asistencia diaria a la Santa Misa al rayar el alba.

Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los frailes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado, ocupando la ínfima escala entre los frailes. Allí vivían en extrema pobreza hasta el punto de tener que vender cuadros de algún valor artístico para sobrevivir. Pero a él no le asusta la pobreza, la ama. A pesar de tener en su celda un armario bien dotado de yerbas, vendas y el instrumental de su trabajo, sólo dispone de tablas y jergón como cama.


Llenó de pobres el convento, la casa de su hermana y el hospital. Todos le buscan porque les cura aplicando los remedios conocidos por su trabajo profesional; en otras ocasiones, se corren las voces de que la oración logró lo improbable y hay enfermos que consiguieron recuperar la salud sólo con el toque de su mano y de un modo instantáneo. Revolvió la tranquila y ordenada vida de los buenos frailes dominicos, porque en alguna ocasión resolvió la necesidad de un pobre enfermo entrándolo en su misma celda y, al corregirlo alguno de los conventuales por motivos de clausura, se le ocurrió exponer en voz alta su pensamiento anteponiendo a la disciplina los motivos dimanantes de la caridad, porque "la caridad tiene siempre las puertas abiertas, y los enfermos no tienen clausura".

Pero entendió que no era prudente dejar las cosas a la improvisación de momento. La vista de golfos y desatendidos le come el alma por ver la figura del Maestro en cada uno de ellos. ¡Hay que hacer algo! Con la ayuda del Arzobispo y del Virrey funda un Asilo donde poder atenderles, curarles y enseñarles la doctrina cristiana, como hizo con los indios dedicados a cultivar la tierra en Limatombo.

También los dineros de Don Mateo Pastor y Francisca Vélez sirvieron para abrir las Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz, donde los niños recibían atención y conocían a Jesucristo. Algo de lo que deberían aprender muchos de los Misioneros actuales que se dedican a muchas cosas menos de enseñar a amar y seguir a Jesucristo, haciendo que muchas almas se vayan a sectas y confesiones protestantes, simplemente porque ellos le hablaron de Jesucristo y nuestros misioneros no. No se sabe cómo, pero varias veces estuvo curando en distintos sitios y a diversos enfermos al mismo tiempo, con una bilocación sobrenatural.


El contemplativo San Martín de Porres recibía disciplinas hasta derramar sangre haciéndose azotar por un indio inca por sus muchos pecados. Como otro pobre de Asís, se mostró también amigo de perros cojos y abandonados que curaba, de mulos dispuestos para el matadero y hasta lo vieron reñir a los ratones que se comían los lienzos de la sacristía. Se ve que no puso límite en la creación al ejercicio de la caridad y la transportó al orden cósmico.

Murió el día previsto para su muerte que había conocido con anticipación. Fue el 3 de noviembre de 1639 y causada por una simple fiebre; pidiendo perdón a los religiosos reunidos por sus malos ejemplos, se marchó. El Virrey, Conde de Chinchón, el Arzobispo, Feliciano de la Vega,  y más personajes limeños se mezclaron con los incontables mulatos y con los indios pobres que recortaban tantos trozos de su hábito que hubo de cambiarlo de hábito varias veces.


Que San Martín de Porres nos enseñe a vivir la virtud de la humildad y el trato íntimo con Dios por medio de la oración y la adoración de su Divina Presencia de tal manera, que podamos considerar en nuestra vida lo extraordinario como ordinario como el glorioso San Martín de Porres. 


Publicación que realizo en recuerdo de mi querida madre que falleció el 21-05-2010 y que tan devota era de este humilde Santo. Que Dios la tenga en su Gloria y que los Sagrados Corazones de Jesús y María nos concedan un buen día a todos…

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JOLABE

lunes, 23 de octubre de 2017

MISA DEL ENVÍO DE CATEQUISTAS 2017 EN LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA PALMA DEL CONDADO (HUELVA)

Como cada año por estas fechas se ha llevado a cabo, con toda solemnidad, la Misa del Envío de Catequistas para el presente Curso Catequético 2017-18 en nuestra Parroquia de La Palma del Condado, acto que ha tenido lugar a las 11:00 h. de la mañana del día 22 de Octubre.

La Eucaristía, que contó con la presencia de numerosísimas personas, entre  padres, niños/as, familiares, amigos y catequistas, fue presidida por nuestro Párroco y Director Espiritual D. José S. González Suárez, quien abrió oficialmente el presente Curso Catequético en nuestra ciudad, y que se impartirá desde principios del mes de Octubre hasta el mes de Junio de 2018, según la Programación confeccionada para tal fin.


…”Id por todo el mundo predicando el Evangelio”… Estas palabras de Cristo, recogidas en la Sagrada Escritura, son el fundamento de la Misa del Envío que hemos vivido hoy. En su homilía, nuestro Párroco se dirigió a niños y Catequistas animándoles a hacer realidad esas palabras.

Recordó a los niños la importancia del respeto y la obediencia a sus padres y el hecho de que hay muchas gentes en el mundo que no conocen al Señor y es preciso abrir muchas puertas para que lo conozcan. También les habló de la importancia de la Oración en la vida del cristiano.


Hay que tratar de situar la Catequesis dentro del conjunto de la misión evangelizadora de la Iglesia. Es una etapa del proceso de evangelización que trata de conducir en el camino de la fe a quienes han optado por el Evangelio o se encuentran iniciados en la vida cristiana. Es una etapa básica y fundamental que debe tener un lugar privilegiado dentro de la vida y organización de toda comunidad cristiana. También la Catequesis nos ayuda a descubrir lo que el Señor espera de todos nosotros.


La misión de los catequistas, es la de ayudar a crecer en la fe. Ayudar a descubrir cada día con más claridad el amor que Dios nos tiene y cómo Él espera a que nosotros le respondamos como buenos cristianos.

La Iglesia agradece en esta Eucaristía a todos los catequistas ese trabajo que hacen con los niños/as, de anunciar el Evangelio y de dar testimonio del amor de Dios con el ejemplo de su vida. La Iglesia envía a todos sus catequistas a realizar la tarea de anunciar a Jesucristo para que, con la ayuda del Señor, puedan los niños y niñas de La Palma seguir creciendo en la fe… 

JOLABE

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