lunes, 3 de julio de 2017

DECÁLOGO PARA UN VERANO CON CRISTO

1. Un cristiano, en el verano, no esconde ni guarda su fe como quien deja en el armario el abrigo de invierno. Somos cristianos siempre y, por lo tanto, nuestra comunión con Cristo ha de ser consciente y constante.

2. La vida cristiana no se sostiene solamente en el “ser buenos”. Bondadoso, al cien por cien, sólo Dios. Por ello mismo este tiempo es propicio para no olvidar a Dios y ser rostros vivos de su presencia. Las prisas son enemigas de la caridad sin ruido.

3. Sin oración, un cristiano, es un molino paralizado. Muchos de nuestros fracasos y deserciones se deben  a que hemos roto  la “línea” telefónica con el Señor. La oración nos hace fuertes, nos clarifica, nos hace reflexionar y llevar a cabo la voluntad del Padre.