sábado, 28 de septiembre de 2019

LA EUCARISTÍA CREA LA VERDADERA COMUNIDAD CRISTIANA


En la Carta “Encíclica Laudato si”, el Obispo de Roma Francisco recuerda:

El domingo, la participación en la Eucaristía tiene una importancia especial. Ese día, así como el sábado judío, se ofrece como día de la sanación de las relaciones del ser humano con Dios, consigo mismo, con los demás y con el mundo [...]. Así, el día de descanso, cuyo centro es la Eucaristía, derrama su luz sobre la semana entera y nos motiva a incorporar el cuidado de la naturaleza y de tos pobres (núm. 237).


 La Eucaristía es el centro del domingo, et dio de la Resurrección, el «primer día» de la nueva creación, y lo es también porque es forjadora de la unidad de la Iglesia alrededor del propio obispo y de Jesucristo, como decía san Ignacio de Antioquía.

Cuando hacemos lo que Jesús nos dejó como modelo en la Última Cena, expresamos la realidad más profunda: ser uno solo en Cristo. La Eucaristía es verdadero signo y realización sacramental de la comunión eclesial.

La Eucaristía es el sacramento de la unidad, de una unidad que viene dada por el mismo sacramento, no automática ni externamente, sino por la fe y el compromiso de conversión de querer ser una sola comunidad cristiana. Por eso la división y la dispersión son contrarias a la Eucaristía, como recuerda san Pablo (1Cor 10,16-17).


 A pesar de que haya más de una misa, la Eucaristía debe ayudarnos a crear comunidad, y como dice el papa Francisco, debe ser una buena oportunidad para curar «nuestras relaciones con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con el mundo».


J. Fontbona – Centro de Pastoral Litúrgica


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JOSÉ LAGARES