sábado, 4 de abril de 2020

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR


La Iglesia Católica celebra este domingo la festividad del Domingo de Ramos, que recuerda la entrada de Jesús en Jerusalén, y que marca el inicio de nuestra Semana Santa. Sin embargo, la pandemia del coronavirus dará este año un toque totalmente diferente a los Cultos. Para empezar, tanto en España como en otros países, ante la recomendación de no salir de casa para evitar la propagación del virus, las personas no podremos asistir a las ceremonias religiosas y muchas personas vamos a celebrar estas fiestas religiosas desde nuestras casas. Una entrada - la nuestra - en la Semana de Pasión, que nos va a dejar una profunda huella, pero no tenemos más remedio que aceptar este hecho.
La Iglesia llama oficialmente a este día “Domingo de Ramos” pero, añadiendo “en La Pasión del Señor”. Este domingo es parte ya de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Con su entrada triunfal en Jerusalén se desencadena definitivamente su persecución a muerte. La Iglesia quiere que mezclemos en este domingo el gozo y el dolor porque así fue en la vida de Jesús y así sucede también, frecuentemente, en la vida de aquellos que aman y hacen el bien.
Jesús defendió al hombre contra la ley, lo dignificó más que al Templo y a las prácticas religiosas le abrió los ojos al pueblo frente a las injusticias de los sacerdotes sanó a los enfermos y sobretodo perdonó a los pecadores y les predicó a los pobres la esperanza del Reino y el amor del Padre y ahora termina condenado a mil tormentos y a la muerte. El Domingo de Ramos se celebra cómo “dar la vida” acarrea la muerte. Por eso celebrar con alegría y dolor el Domingo de Ramos es la mejor manera de entrar en el espíritu pascual descubriendo cómo muchas veces el amor ocasiona la Muerte y la Muerte produce el amor.
La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén es un anuncio anticipado de la Resurrección. Yendo obedientemente hacía la muerte, Jesús inaugura su regreso a la Gloria del Padre. Inicia el camino de Pascua, el paso de la Muerte a la Vida, sembrándolo de flores y de signos de victoria porque la batalla estaba ganada antes de haber comenzado.
El Domingo de Ramos celebramos cómo finalmente Jesús acepta simbólicamente ser aclamado como Rey, pero la lectura de La Pasión nos indica que es para servir, no para ser servido, es para dar la vida por su pueblo. Nos dice San Lucas que la gente a grandes voces gritaba: “¡Bendito el Rey que viene en Nombre del Señor!”. En el Domingo de Ramos el gozo debe prevalecer sobre el sufrimiento que estamos padeciendo con esta pandemia.
¿Cómo no gozar al saber que Dios mismo se ha hecho jefe y guía de nuestro pueblo y que Él va delante de nosotros abriéndonos paso? ¿Cómo no gozar al saber que Él nos va indicando el camino que, aunque sea camino de espinas y muerte, es el camino de la Gloria? ¿Cómo no gozar si sabemos que Dios ha mandado a Jesús para salvarnos, aunque sea a través del sufrimiento?
La entrada a Jerusalén fue en Jesús un acto de obediencia activa, no de simple aceptación de un destino ciego que no podía evitar. Es el “Siervo Obediente” que camina hacia la muerte, pero al que, por haber sido obediente, se le da un Nombre sobre todo nombre (cfr. Fil.2,7ss).
En la Celebración del Domingo de Ramos queremos aclamar a Cristo como Él quiere realmente que lo aclamemos como Rey y Señor de nuestros corazones. Él no vino a quedarse en el anonimato y en el desconocimiento: Él vino a ser coronado Rey y lo dijo expresamente: “Yo para eso nací y para eso vine al mundo” (Jn. 18, 37). Él no vino directamente a traer bienestar material y orden y paz y libertad política, Él vino a anunciar el amor y lo demás deberá venir como consecuencia de ese amor y no viceversa.
Lo que celebramos debemos llevarlo a la vida. Es tradición entre nosotros el que en muchos hogares se conserven durante algún tiempo en la puerta o en la ventana las palmas que llamamos “benditas”. Esa palma bendita que ves en tu casa o en la del vecino, tiene la bendición de Dios, no como un objeto mágico que te va a librar de todo lo malo que hay en este mundo. Es todo un símbolo de Fe.
Ahora están allí las palmas benditas diciéndote: “Haz que Jesús sea realmente Señor de tu hogar, haciendo que no sean tus caprichos, sino las enseñanzas de Jesús lo que sea la norma de tu vida. Que el Señor nos libre pronto de esta pandemia que nos tiene confinados en casa y que nos proteja de todo mal…
(Ver el vídeo a pantalla completa)
¡Quédate en casa…pero, con Jesús en tu corazón!
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JOSÉ LAGARES