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lunes, 3 de octubre de 2011

II. HERMANAS CARMELITAS DE SANTA JOAQUINA DE LA CARIDAD-VEDRUNA


Quiénes somos
Somos la Congregación de Hermanas Carmelitas de la Caridad-Vedruna.
Nuestro grupo nació en Vic (España) el 26 de febrero de 1826 por iniciativa de una mujer excepcional, Joaquina de Vedruna y de Mas (1783-1854).
Aquella primera comunidad inicial pervive hoy en las más de 2.000 hermanas “de toda raza y nación” (Ap 7,9) presentes en diversas naciones de Europa, América, Asia y Africa.
Distintas en esta rica diversidad, nos unen en comunión profunda, el seguimiento de Jesús y la vivencia del carisma de Joaquina de Vedruna.
La fidelidad a este doble compromiso nos lleva a vivir abiertas al Espíritu y atentas a sus llamadas a través de la historia para, a la manera de nuestra Fundadora, “emprender lo que Él quiera en cada nueva situación”, “con espíritu fuerte y resuelto”.
 
Nuestro carisma
La misión de anunciar la Buena Noticia del Reino, es la razón de ser de nuestra vocación.
Esta única misión “configura nuestra vida, nos une en fraternidad” y nos sitúa en la perspectiva de Cristo, presente en los que sufren y en los que buscan, para ser entre ellos testimonios de amor y de servicio a la vida y a la dignidad de cada persona, porque todos somos hijos amados del mismo Padre.
El compromiso vocacional Vedruna nos lleva a concentrar nuestras fuerzas y energías a este único fin: “la gloria de Dios y el bien del prójimo” y nos invita a tener el oído atento a Dios, los ojos fijos en Jesús y los pies en la realidad sufriente del mundo.
Un estilo de comunidades - Queremos ser comunidades 
 
Pobres y comprometidas con los pobres
• Para vivir en solidaridad y en actitud de servicio con quienes la sociedad deja los últimos. 
• Para vivir en austeridad al estilo de Jesús, compartiendo lo que somos y tenemos. 
• Para vivir luchando por un mundo más justo que elimine las causas de la pobreza.
 
Orantes y contemplativas en la vida
• Para ser mujeres de espíritu, con la luz de Dios en los ojos, que den esperanza y sentido a nuestra sociedad en búsqueda. 
• Para ser anuncio inteligible de la presencia y acción de Dios en la historia de todos los días. 
• Para crear espacios donde compartir la fe y donde leer la vida a la luz del Evangelio.
 
Fraternas y creadoras de fraternidad 
• Para vivir el espíritu de familia y la alegría evangélica que nos son propios. 
• Para fomentar la vivencia comprometida de la corresponsabilidad y la vida compartida. 
• Para superar los retos del pluralismo y crear espacios reales de acogida y diálogo.

HERMANAS CARMELITAS DE SANTA JOAQUINA DE LA CARIDAD-VEDRUNA 
EN LA PALMA DEL CONDADO

La institución Benéfico-Docente de Carácter Particular "Asilo y Escuela de Nuestra Sra. del Carmen" de la Palma del Condado fue fundada por Dña. Manuela Díaz Castañeda en el año 1934. Ésta había encomendado, tras su fallecimiento, su régimen y gobierno a la comunidad religiosa de Hermanas Franciscanas del Rebaño de María.
Fueron D. Paulino Chaves Castaños -párroco de La Palma-, D. Juan Millán González -arcipestre de Sanlúcar La Mayor- y Don Francisco Gordillo Díaz -notario de La Palma-, los señores que procedieron a darle forma legal a la Institución e hicieron entrega de la misma al Excelentísimo Sr. D. Pedro Segura y Sáez, Cardenal-Arzobispo de Sevilla. El Cardenal Segura dispuso finalmente que fueran las HH. Carmelitas de la Caridad quienes se hicieran cargo de la Institución. A éstas dio posesión en acta levantada en 4 de julio de 1942, suscrita por el Excmo. Sr. Cardenal y las Reverendas Madres Dolores Enrique de San Luis y Josefa Ortiz de Nuestra Señora de Begoña, de la citada comunidad de HH. Carmelitas.
En vista de que la casa de La Palma no reunía las condiciones necesarias para instalar en ella el Asilo y la Escuela, se dispuso que se encargase del primero la Congregación religiosa de Hermanitas de Ancianos Desamparados en la casa que tenían establecida en la ciudad de Huelva. Y la Escuela quedó encomendada a las HH. Carmelitas de la Caridad. De este modo, la institución "Asilo y Escuela de Nuestra Sra. del Carmen" quedó establecida en la calle Santa Joaquina de Vedruna.
La primera Madre Superiora de las HH. Carmelitas fue la Madre Crescenta Marañón, que vino acompañada de la Madre Carmen Montejo y la Hna. Carmen Guillén para darle nombramiento. Desempeñó este cargo durante seis años, con admiración de todos los que la conocieron por su sencillez y dulce trato.
El Colegio empezó a funcionar el día 18 de octubre de 1942. Y el día 3 de diciembre vino a visitar la nueva fundación la Rvdma. Madre General Elisa Yniyar con su secretaria Madre Manuela Catalá.
En el curso 1974-75 se estrenan las nuevas instalaciones escolares que complementan las ya existentes en la Avda. de la Zarcilla, siendo directora la Hna. María Franco Morales. En el 79 se amplía el colegio a dieciséis unidades y en el año 80 se transforma en mixto. Finalmente, en el año 86 se alcanza el concierto pleno con la Consejería de Educación y Ciencia.
Actualmente tenemos dos centros: en la Plaza "Altozano" para niños de 3 a 5 años y en la Avenida de la Zarcilla Primaria y ESO. Nuestra comunidad colabora con el pueblo y con la parroquia (catequesis, visitas a los enfermos, visitas en el Centro penitenciario, colaboración con Asociación "Nueva Vida" y mucho mas). Así queremos seguir caminando hacia la casa del Padre. 

22 de mayo
 Santa Joaquina de Vedruna

Joaquina significa: "Dios dispondrá".
Esta es una santa que duró casada hasta los 33 años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.
Nació en Barcelona, España, en 1773. Su padre, Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su familia era muy católica.
La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto la fue llevando a no tolerar tampoco mancas de pecado en su alma.
A los doce años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita. Pero las monjitas no la aceptaron porque les parecía muy niña todavía para decidirse por la vocación religiosa.
A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con un rico hacendado, don Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo y para decidirse por una de ellas les llevó un pequeño paquetico de dulces de regalo. Las dos primeras lo rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con alegría exclamando: "Me encantan las almendras". Este gesto de humildad decidió al joven a elegirla como esposa.
Al principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos por no haber seguido la vocación de religiosa que de niña tanto le llamaba la atención, pero su esposo la consolaba diciéndole que en la vida de hogar se puede llegar a tan alta santidad como en un convento y que con sus buenas obras de piedad iría reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la tranquilizó. 16 años vivió con su esposo, y Dios le regaló ocho hijos. Y como premio a su sacrificios, cuatro hijas se hicieron religiosas, y varias de sus nietas también.
Cuando Napoleón invadió España; el esposo de Joaquina se fue al ejército a defender la patria y participó valerosamente en cinco batallas contra los invasores. Joaquina y sus niños tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la pequeña ciudad de Vich.
Cuando Joaquina y sus hijos andaban por la llanura huyendo, de pronto apareció una misteriosa señora y la condujo hasta Vich a casa de una familia muy buena, que los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora desapareció y nadie pudo dar razón de ella. Joaquina creyó siempre que fue la Sma. Virgen quien llegó a auxiliarla.
Un día mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oír una voz que le decía: "Pronto te vas a quedar viuda". Ella se preparó a aceptar la voluntad de Dios, y a los dos meses, aunque su esposo gozaba de buena salud, y apenas tenía 42 años, murió imprevistamente. Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y encargada de ocho hijitos.
Desde aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y se dedicó por completo a ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los hospitales. Al principio la gente creía que se había vuelto loca por la tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se dieron cuenta de que lo que se estaba volviendo era una gran santa. Y admiraban su generosidad con los necesitados. Ella vivía como la gente más pobre, pero todas sus energías eran para ayudar a los que padecían miseria o enfermedad.
Durante diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones y continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara lo que más le convenía hacer para el futuro. Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas y los otros cuatro hijos se fueron casando, y al fin ella quedó libre de toda responsabilidad hogareña. Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando era niña: ser religiosa.
Se encontró providencialmente con un sacerdote muy santo, el Padre Esteban, capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para fundar una comunidad de religiosas dedicada a la vida activa de apostolado. El sabio Padre Esteban redacta las constituciones de la nueva comunidad, y en 1826, ante el Sr. Obispo de Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho jovencitas su nueva comunidad a la cual le pone el nombre de "Carmelitas de la Caridad".
Pronto ya las religiosas son trece y más tarde cien. Su comunidad, como el granito de mostaza, empieza siendo muy pequeña, y llega a ser un gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va fundando casas de religiosas por toda la provincia.
Tuvo Santa Joaquina la dicha de encontrarse también con el gran apóstol San Antonio María Claret cuyos consejos le fueron de gran provecho para el progreso de su nueva congregación.
Vino luego la guerra civil llamada "Guerra Carlista" y nuestra santa, perseguida por los izquierdistas, tuvo que huir a Francia donde estuvo desterrada por tres años. Allí recibió la ayuda muy oportuna de un joven misteriosos que ella creyó siempre haber sido San Miguel Arcángel, y Dios le preparó en estas tierras a una familia española que la trató con verdadera caridad.
Al volver a España, quizás como fruto de los sufrimientos padecidos y de tantas oraciones, empezó a crecer admirablemente su comunidad y las casas se fueron multiplicando como verdadera bendición de Dios.
En 1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una religiosa sin puesto ninguno. Aunque conservaba plenamente sus cualidades mentales, sin embargo dejó a otras personas que dirigieran la Congregación. Dios le suscitó un nuevo y santo director para su comunidad, el Padre Bernardo Sala, benedictino, quien se propuso dirigir a las religiosas según el espíritu de la santa fundadora.
Durante cuatro años la parálisis se fue extendiendo y la fue inmovilizando por completo hasta quitarle también el habla. Vino luego una epidemia de cólera, la cual acabó con su vida y el 28 de agosto de 1854 pasó santamente a la eternidad.
Antes había tenido el gusto de ver aprobada su Comunidad religiosa por la Santa Iglesia en 1850. Y desde entonces ha venido ayudando de manera prodigiosa a sus religiosas que se han extendido por muchos países.
La Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene ahora 290 casas en el mundo con 2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en sus colegios y 4,443 personas soln atendidas en sus hospitales.
Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).

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