Presidiendo la confluencia de varias calles y en el lugar de un antiguo pozo que suministraba agua potable a la población, se encuentra uno de los rincones típicos palmerinos. Esta plaza fue construida en 1927, bajo los auspicios de Don Ignacio de Cepeda, quién asumió además el diseño de la misma. De recortadas dimensiones, este recoleto espacio acoge en su centro un singular templete, presidido por la imagen cerámica de la Virgen del Rocío vestida de pastora, realizada en la trianera fábrica de Manuel García Montalbán, que refleja de modo inconfundible la temprana devoción rociera de la ciudad. El templete de planta cuadrada y coronado con cúpula semiesférica cubierta con azulejos queda en sus cuatro frentes por arcos de herradura que descansan sobre finas columnas de tipo nazarí. Todos los elementos quedan perfectamente combinados con el peculiar perfil de las gárgolas y la elegante ligereza de los faroles que completan la fisonomía del templete.