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miércoles, 13 de abril de 2016

ELEMENTOS DE LA LITURGIA II - HUMANOS A (Las posturas y los gestos)

No podemos vivir sin gestos y actitudes corporales. Ellos expresan, provocan o dan realce a lo que pensamos y sentimos: el abrazo, el beso, el apretón de manos, las lágrimas, el silencio,...y todos estos gestos surgen "naturalmente", al compás de nuestros pensamientos y emociones.
El hombre, participa y "crea" la liturgia. Por eso, la liturgia contiene muchos gestos y actitudes con los que intentamos expresar exterior y corporalmente nuestros sentimientos hacia Dios.
¿Qué virtud regula y encauza todo lo relacionado con la liturgia? Es la virtud de la religión, que procede a su vez de la virtud cardinal de la justicia que nos inclina a dar a Dios el culto debido. Esta virtud de la religión presupone las virtudes teologales y demostramos esta virtud con actos, ya sea internos, ya sea externos.
Actos internos

- Adoración: por ser Dios.
- Agradecimiento: por habernos dado todo.
- Arrepentimiento: por haberle ofendido.
- Súplica y petición: porque Él es la fuente de todo don.

Actos externos

Son todas las ceremonias expresadas con la boca, lengua, sentidos, gestos, movimientos.

 
a) LAS POSTURAS LITÚRGICAS

1. ESTAR DE PIE: Es una forma de demostrar nuestra confianza filial, y nuestra disponibilidad para la acción, para el camino. El estar de pie significa la dignidad de ser hijos de Dios, no esclavos agachados ante el amo. Es la confianza llana del hijo que está ante el padre a quien respeta muchísimo y a quien al mismo tiempo tiene cariño. Al mismo tiempo, al estar en pie manifestamos la fe en Jesús resucitado que venció a la muerte, y la fe en que nosotros resucitaremos también; el estar agachado y postrado no es la última postura del cristiano; sino el estar en pie resucitado.

¿Cuando hay que estar de pie en Misa?

  • Desde el principio hasta la oración colecta.
  • Durante el canto del Aleluya y el Evangelio.
  • En la recitación del Credo y en la oración de los fieles.
  • Desde que empieza la oración sobre las ofrendas hasta la consagración.
  • Después de la consagración hasta la comunión.
  • Para recibir la comunión.
  • Desde la poscomunión hasta el final.
Todas las oraciones deben oírse de pie como actitud de respeto y buena disposición. Esta generalizada la costumbre (errónea) de oír sentados la oración sobre las ofrendas.

2. SENTADOS: Significa la confianza de estar con los amigos, con paz y tranquilidad. Estamos en casa, cuando estamos en el templo. Sentados podemos hablar con intimidad y largamente con el Señor que está ahí presente. También uno se sienta para escuchar y aprender cuando un maestro habla.




 
¿Cuándo hay que estar sentados en Misa?
  • Durante las lecturas anteriores a Evangelio.
  • En la homilía.
  • Mientras la preparación y presentación de los dones.
  • A lo largo del sagrado silencio después de la comunión.
3. DE RODILLAS: Sólo ante Dios debemos doblar nuestra rodilla. Al ponernos de rodillas significa que nos reconocemos pecadores ante Él. La genuflexión ante el Santísimo es un saludo reverencial de fe, en homenaje de reconocimiento al Señor Jesús. Debemos hacerlo en forma pausada y recogida.

¿Cuándo hay que estar arrodillados en Misa?

  • Estaremos solamente durante la Consagración, aunque por razones de edad, incomodidad del lugar o aglomeración que lo impida se podrá estar respetuosamente de pie.
 


4. POSTRADOS: Se usa en ciertos momentos escasos, en que el alma cristiana se siente más indigna de dirigirse a Dios, cargada de responsabilidades, o en un luto universal como el del Viernes Santo por la muerte de Jesús, o cuando la pena y desconsuelo son tan inmensos que no se ve solución. Por ejemplo: el futuro sacerdote, cuando se postra el día de su ordenación sacerdotal; o algunas monjas, el día en que entran al convento o hacen su profesión religiosa, se postran en el suelo, indicando no tanto el abatimiento, sino la necesidad de protección de Dios y la impotencia personal. Es signo de humildad y penitencia.

5. LA PROCESIÓN: Más que una postura litúrgica, es un rito. En las celebraciones habituales, por ejemplo, en la santa misa, los ministros realizan movimientos que tienen carácter procesional: al principio, antes del evangelio, etc. También los fieles adoptan esta actitud al presentar las ofrendas y cuando comulgan. Además, hay procesiones excepcionales unidas al año litúrgico, como la del Domingo de Ramos y la del Corpus Christi, o en circunstancias particulares de la vida de la Iglesia, por ejemplo, la de una comunidad parroquial el día de las fiestas patronales. La procesión simboliza, principalmente, el carácter peregrinante de la Iglesia. También, a veces, es un signo muy expresivo de fe y devoción. Deben hacerse con dignidad y respeto.

 
 



6. LA INCLINACIÓN: Indica reverencia y honor a las personas o a lo que representan y puede ser de dos tipos: inclinación de cabeza e inclinación de cuerpo o profunda, que se hace desde la cintura.

  • La inclinación de cabeza se le hace al nombre de Jesucristo, de la Virgen y del santo en cuyo honor se celebra la Misa. Se debe hacer reverencia profunda en el Credo arrodillándonos si es la Solemnidad de Navidad o la fiesta de la Anunciación del Señor. Asimismo la bendición presidencial que concluye la Misa se debe recibir con inclinación de cabeza.
  • La inclinación de cuerpo o reverencia profunda se le hace al altar cuando no está allí el Santísimo; también se debe hacer inclinación profunda cada vez que se sirva al obispo o se pase por delante de él; se hace antes y después de las incensaciones y en algunas otras ocasiones en que está dispuesto. Deben hacer inclinación profunda al altar que simboliza a Cristo y no al sacerdote como equivocadamente se hace a veces, todas aquellas personas que suban al presbiterio para realizar alguna función como por ejemplo los lectores o los que van a hacer las peticiones de la Oración Universal de los Fieles, que vulgarmente llamamos preces, tanto al llegar como al marcharse.
7. LA GENUFLEXIÓN: Se hace siempre con la rodilla derecha llevándola hasta el suelo y significa adoración. Por ser signo de adoración está reservada al Santísimo Sacramento y a la Santa Cruz en la liturgia del Viernes Santo. En resumen, se debe hacer genuflexión cada vez que pasemos por delante del Santísimo Sacramento e inclinación profunda al altar todos los que se acercan al presbiterio o se alejan de él (por ejemplo los que se han acercado para hacer alguna lectura o petición).
 








 b) LOS GESTOS LITÚRGICOS
1. SEÑAL DE LA CRUZ: Es el gesto más noble y el más frecuente y elocuente. No es un garabato, que termina besándose uno el dedo pulgar. Se produce de dos modos: sobre uno mismo, con los dedos extendidos de la mano derecha; o, cuando un sacerdote debe bendecir en nombre de Cristo, sobre las personas u objetos con la misma mano levemente encorvada. Una sola vez, al inicio del oficio divino, se hace sobre los labios con el dedo pulgar para pedirle al Señor que Él mismo “los abra para poder proclamar con la boca sus alabanzas”. Debe hacerse desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo al derecho. ¿Qué significa hacerse la señal de la cruz? Primero venerar la cruz redentora de Cristo. Segundo, sellar con ella nuestra persona cristiana y así fortalecerla para hacer el bien y evitar el mal. Esa señal comienza en la frente, para que Dios, con su Santa Cruz, nos quite los malos pensamientos y nos proteja los buenos. Después de la frente va al pecho para que nos quite los malos deseos del corazón y nos proteja los buenos. Y finalmente, nos envuelve de izquierda a derecha, para proteger del mal todo nuestro ser.

 2. LA IMPOSICIÓN DE LAS MANOS: Significa varias cosas, transmisión de poderes superiores a personas o grupos de elección, o de algún carisma o misión, o absolución de culpas. También es signo de bendición de Dios y de consuelos en la unción de enfermos. En el momento de la consagración manifiesta el poder maravilloso de los sacerdotes de convertir el pan y el vino en Cuerpo y Sangre de Cristo.











SEÑAL DE LA CRUZ Y LA IMPOSICIÓN DE LAS MANOS SON LOS GESTOS SACRAMENTALES.

3. GOLPES DE PECHO CON LA MANO: Es una de las señales más expresivas de dolor y contrición de corazón, en un pecador. Se hace en la confesión, al momento de decir el acto decontrición. Lo hacemos en el momento del “Yo confieso” de la santa misa. Así, con ese gesto humilde, aplacamos y agradamos mejor a Dios y expresamos más sentidamente nuestra compunción ante los demás hermanos. Los golpes deben ser hechos con suavidad.  






4. MANOS JUNTAS: Es señal de respeto y de oración. Es un gesto de humildad y vasallaje, y de actitud orante y confiada. Es el gesto más acomodado a la celebración litúrgica cuando las manos no han de emplearse en otros ritos o no se prescribe que se tengan levantadas. Es la mejor postura a la hora de ir a comulgar.



 

5. EXTENDER LAS MANOS Y ELEVAR A LA VEZ LOS BRAZOS: Son súplicas solemnes; colecta, plegaria de la misa, paternóster, prefacio. Levantar y extender las manos al rezar expresa los sentimientos del alma que busca y espera el auxilio de lo alto. Hoy es un gesto reservado al ministro que celebra la santa misa.

6. EXTENDER Y VOLVER A JUNTAR LAS MANOS: Es el deseo del sacerdote de estrechar a la asamblea en un común abrazo de fraternidad, de recoger las intenciones y deseos de todos para ofrecérselos a Dios, y derramar sobre ellos las misericordias de Dios.

7. SEÑAL DE LA LA PAZ: Las manos extendidas, abiertas y acogedoras simbolizan la actitud de un corazón pacífico y fraternal, que quiere comunicar algo personal y está dispuesto a acoger lo que se le ofrece. Cuando unas manos abiertas salen al encuentro de otras en idéntica actitud, se percibe el sentimiento profundo de un hermano que sale al encuentro de otro hermano, para ratificar, comunicar o restablecer la paz.



 

8. MANOS QUE RECIBEN EL CUERPO DEL SEÑOR: Las manos dispuestas para recibir la Santa Comunión han de ser signo de humildad, de pobreza, de espera, de disponibilidad y de confianza. También son signo de veneración, de respeto y de acogida, pues el Pan eucarístico no se coge sino que se acoge, se recibe.



9. LA REVERENCIA: Consiste en ligeras inclinaciones de cabeza, ante el altar, ante imágenes, al recibir la Sagrada Comunión, cuando el acólito inciensa al sacerdote y al pueblo; o al incensar el mismo sacerdote hace reverencia al crucifijo o a la imagen de los santos, a modo de saludo reverente. Aquí no sólo es señal de cortesía humana, sino que las reverencias están revestidas de culto sagrado. Tienen que ser hechas despacio, y sólo con la cabeza, no con todo el cuerpo, a no ser que sea en la misa después de ofrecer el pan y el vino y antes del lavado de las manos, donde se inclina ligeramente también el cuerpo. Aquí ya no es sólo reverencia, sino total inclinación. 


10. LAS MIRADAS: Unas veces invitan a la admiración y adoración callada, de fe sentida y de recogimiento; por eso, clavamos la mirada en la Hostia consagrada y en el cáliz al levantarlos el sacerdote en la consagración, en la custodia de la exposición y bendición del Santísimo. También la mirada del sacerdote a la gente es señal de comunicación fraterna, de saludo cordial. Cuando los ojos están cerrados simbolizan, no tanto que estamos durmiendo, sino que estamos en profundo silencio y recogimiento para saborear la comunión, o las lecturas leídas. Es falta de respeto, cuando se da la homilía, no mirar al predicador. Simbolizaría desinterés total, despecho; también sería falta de cordialidad e interés si el predicador no mirase a los fieles a la hora de predicar. Cuando uno eleva los ojos hacia arriba está indicando petición a Dios o desagravio por los pecados propios y de la humanidad.

11. LOS BESOS: El sacerdote da un beso al altar al comenzar y al terminar la santa misa; el sacerdote besa el libro del Evangelio; es Cristo quien recibe ese ósculo. Los fieles se dan el beso en el momento de la paz. Son señales de afecto, de gratitud, de adhesión, de veneración y de reconciliación. Besamos las reliquias, el crucifijo, la mano del sacerdote que bendice y perdona. Cada uno de estos ósculos imprime un sello religioso especial en las personas o cosas que los reciben. En muchas partes no es oportuno el beso de la paz, por motivos culturales. 





12. LAVADO DE MANOS: el sacerdote lava las manos antes de la consagración. Lo hace como gesto de la purificación de sus pecados.  










13. INCENSACIÓN O TURIFICACIÓN: el rito de incensación expresa reverencia y oración, tal como se indica en la Sagrada Escritura (cfr. Sal 140, 2; Ap 8, 3). La materia que se coloca en el incensario debe ser incienso puro o en caso de agregarle alguna sustancia se debe procurar que la cantidad de incienso sea mucho mayor.
El incienso puede usarse a voluntad en cualquier forma de Misa:
  • durante la procesión de entrada;
  • al inicio de la Misa para incensar la cruz y el altar;
  • para la procesión y proclamación del Evangelio;
  • después de ser colocados el pan y el vino sobre el altar, para incensar las ofrendas, la cruz y el altar, así como al sacerdote y al pueblo;
  • En la elevación de la Hostia y del cáliz después de la consagración;
  • En la bendición con el Santísimo Sacramento se le inciensa durante el momento mismo de la bendición.
14. ECHAR UNA GOTA DE AGUA A VINO: No se echa agua en el vino para “rebajar” el vino, entre otras cosas porque un vino “rebajado” ya no es  vino-vino, y además, porque sólo se echan unas pocas gotas. La razón es únicamente simbólica. Las gotas de vino son un símbolo de nosotros mismos. El sacerdote, mientras echa el agua en el cáliz, dice: “El agua unida al vino sean signo de nuestra participación en la vida divina de Aquél que quiso compartir con nosotros nuestra condición humana”. Es decir: igual que las gotas de agua se mezclan con el vino para  fundirse con el cáliz, también nosotros, cuando comulgamos con el Cuerpo y la Sangre del Señor, nos mezclamos con Él. Y en la Eucaristía ofrecemos al Padre a su mismo Hijo Jesús, unido a nosotros. Nosotros mismos nos ofrecemos al Padre con Él. 

15. LA FRACCIÓN DE HOSTIA: La fracción es un gesto práctico: se parte para distribuir y para comer. Pero lleno de simbolismo o significado. El padre o la madre de familia parten para sus hijos el pan que han ganado, es decir, el sustento, condensado en el pan. Y así resulta expresión de la comunidad de vida y del amor que la envuelve. Es el gesto de la compartida, pero también del sacrificio: Jesús se parte y reparte para que nosotros volvamos a ser uno: con nosotros mismos, con el Padre y entre nosotros. Recibimos a Jesús para entrar en comunión, para superar el desgarrón del pecado, que sólo se sana con la experiencia de la gracia, del amor gratuito que brota de la Pascua.

16. LA MEZCLA DE UN PEDACITO DE HOSTIA, CON EL VINO DE CÁLIZ: La mezcla de un trozo de la Hostia con el vino se ha usado con varios fines: ablandar el pan, expresar la unión de un sacrificio con el anterior y con el siguiente (fermento), manifestar la unión del Papa. Lo mismo hizo con obispo con otros obispos o sacerdotes a quienes se enviaban trozos de hostia consagrada para que pusieran en su cáliz en signo de unidad. En algunos ritos quieren con ello significar la resurrección de Cristo. Nos interesa subrayar el sentido de unidad.








17. LA IMPOSICIÓN DE LAS CENIZAS: nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo y tenemos que hacer penitencia, ayuno y la conversión del corazón. Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:
“Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
“Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás" 


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