Por
primera vez, tenemos una Biblia en español para todas las actividades
oficiales de la Iglesia. Es un acontecimiento histórico. A partir de
ahora será exactamente la misma traducción del texto bíblico la que se
proclame en la celebración de la misa y de los demás sacramentos; la que
se cite en los catecismos y las publicaciones eclesiales; la que las
comunidades y los grupos podrán usar para preparar las celebraciones
litúrgicas o para el estudio y la meditación de la Biblia; la que cada
persona y cada familia podrá tener en casa para esos mismos fines; la
que ayudará a los profesores de religión a conectar mejor sus clases con
el resto de la vida de la Iglesia, etc. Usando las mismas palabras en
todos esos ámbitos, resultará más fácil conservar la Palabra de Dios en
la memoria y meditarla en el corazón.
En
los últimos decenios se han multiplicado las traducciones de la Biblia.
Es una buena señal: la Sagrada Escritura ha sido más leída y ha estado
más presente en la vida de la Iglesia. Ojalá se sigan haciendo buenos
trabajos en este campo. La Versión oficial de la Conferencia Episcopal
que hoy presentamos no excluye otras traducciones. Las que cuenten con
la calidad y la aprobación debida podrán seguir siendo utilizadas,
naturalmente. Pero ahora, por fin, contamos con una traducción de
referencia para las actividades más específicas de la misión de la
Iglesia.
No es la primera vez que la Conferencia Episcopal encarga traducciones de la Biblia que asume como propias suyas. De hecho, esta traducción tiene antecedentes parciales. En concreto, incorpora las traducciones que se vienen empleando en los libros litúrgicos reformados después del Concilio Vaticano II: leccionarios de la misa, liturgia de las horas, etc. Son traducciones que fueron hechas, desde 1963, por un pequeño grupo de especialistas. Su calidad es muy buena y el oído de muchos ya se ha acostumbrado a ellas. Han sido incorporadas prácticamente en su integridad en esta Biblia. Pero también se ha aprovechado la ocasión para hacer algunas correcciones que venían exigidas por la experiencia prolongada de su uso litúrgico y por el avance de estos años en la comprensión de los textos.
No es la primera vez que la Conferencia Episcopal encarga traducciones de la Biblia que asume como propias suyas. De hecho, esta traducción tiene antecedentes parciales. En concreto, incorpora las traducciones que se vienen empleando en los libros litúrgicos reformados después del Concilio Vaticano II: leccionarios de la misa, liturgia de las horas, etc. Son traducciones que fueron hechas, desde 1963, por un pequeño grupo de especialistas. Su calidad es muy buena y el oído de muchos ya se ha acostumbrado a ellas. Han sido incorporadas prácticamente en su integridad en esta Biblia. Pero también se ha aprovechado la ocasión para hacer algunas correcciones que venían exigidas por la experiencia prolongada de su uso litúrgico y por el avance de estos años en la comprensión de los textos.
La
idea de hacer una traducción completa de la Biblia, como texto oficial
de la Conferencia Episcopal, es ya de aquellos años sesenta del siglo
pasado. Pero tomó fuerza en los años noventa, con motivo de la
publicación de la Instrucción de la Pontificia Comisión Bíblica titulada
La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993). En 1996, se creó a
tal efecto, una Comisión coordinadora, compuesta por los presidentes y
los secretarios de las Comisiones episcopales para la Doctrina de la Fe y
de Liturgia, dos biblistas, un liturgista y un teólogo. A propuesta
suya se constituyó un Comité Técnico, que fue el que pilotó toda la
obra. Su presidente ha sido el Prof. Dr. D. Domingo Muñoz León y su
secretario el Prof. Dr. D. Juan Miguel Díaz Rodelas. El trabajo se
repartió entre veinticuatro especialistas, procedentes de los diversos
centros de estudios superiores de España, y también de Roma y París.
Todos tradujeron a partir de los textos bíblicos originales, siguiendo
unos criterios comunes, entre ellos, tener a la vista las traducciones
litúrgicas existentes y la última edición de la neovulgata.
En
junio de 2007 se pudo contar con la traducción completa,
introducciones y notas. Todo había sido sometido ya a un trabajo de
revisión literaria y, parcialmente, de experimentación litúrgica. Este
texto, llamado, "provisionalmente definitivo", fue sometido al estudio
de unos cuarenta obispos: los miembros de la Comisión Permanente, de las
Comisiones episcopales para la Doctrina de la Fe y de Liturgia, cuatro
nombrados ad hoc y todos los que pidieron poder hacerlo.
En
junio de 2008 el Comité Técnico sometió a los obispos de la Comisión
Permanente su evaluación de las propuestas recibidas. El texto
resultante, llamado "texto revisado", fue enviado a todos los obispos.
En
noviembre de 2008 la Comisión Permanente aprobó la Biblia en su
conjunto (con introducciones y notas) y la Asamblea Plenaria dio su
aprobación cualificada (de más de dos tercios de todos sus miembros) al
texto desnudo, requisito necesario para que en el futuro pueda ser
usado en los libros litúrgicos. Con este mismo fin el texto fue sometido
también, en julio de 2009, a la aprobación de la Congregación para el
Culto divino y la disciplina de los sacramentos. Mejorada con no pocas
observaciones que la Congregación tuvo bien hacer, la traducción recibió
su aprobación el 29 de junio de 2010.
Como
ven ustedes, la Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia
Episcopal Española, es el fruto de un pausado y esmerado trabajo. En él
han intervenido muchas personas: especialistas en Sagrada Escritura, en
liturgia, en literatura, todos los obispos y sus colaboradores, los
peritos de la Congregación y sus responsables, etc. Es un trabajo
verdaderamente de colaboración, hecho con rigor y con amor. Al servicio
de la Buena Nueva de Jesucristo.
Mons. Juan Antonio Martínez Camino
---oOo---