No hace falta que busques a Dios muy lejos de ti. Dios vive en tu propio corazón. Dios está más dentro de ti que lo más íntimo de ti mismo y más alto que lo más supremo de tu ser, como diría S. Agustín. "¡Qué grande es el ser humano! Dios, viviendo en lo más íntimo de su ser. Dios y el hombre, unidos por el mismo amor y la misma vida divina. Dios y el hombre, Padre e hijo, abrazados por el mismo amor."
Esto es lo que los teólogos llaman la inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma del hombre bueno, pues el pecado original o el pecado mortal nos privan de esta vida divina. Por eso, es tan importante el bautismo y la confesión, para ser plenamente hombres, con cuerpo, alma y espíritu y no solamente con cuerpo y alma. Esta unión de Dios y el hombre por la gracia santificante es algo equivalente a la unión hipostática de la humanidad y la divinidad en la persona de Jesús.
“Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14.23). “¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?” (1 Co 3,16; 6,16-19). Por eso, decía la Beata Isabel de la S. Trinidad: “Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro ¡He hallado mi cielo en la tierra, porque el cielo es Dios y Dios mora en mi alma!”.
Y Dios trino y uno, los TRES, como personas distintas se manifiestan al alma, como lo afirman todos los santos. Y nosotros sentimos la alegría de ser hijos de Dios.”El Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios y, si hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Rom 8,15-17). Y podemos llamar a Dios, Abba, es decir Papá (Rom 8,15).
El Papá de Jesús es mi Papá. El Creador del Universo es mi Papá y todo lo suyo es mío. Soy HIJO DE DIOS, lo que me hace sentir la grandeza de mi propia dignidad. Y tú ¿vives con Dios en tu corazón?, ¿le hablas?, ¿le obedeces?, ¿lo amas?, ¿vives de amor y para amar? Toma tu vida en serio, pues sólo se vive una sola vez y todo lo que no es de Dios está vacío. “Todo pasa y en la tarde de la vida sólo queda el amor” (Beata Isabel). “Todo pasa y en la tarde de la vida nos examinarán del amor” (S. Juan de la Cruz).
El tiempo es corto, aprovéchalo. No hay tiempo para odiar, sólo hay tiempo para amar, para perdonar, para hacer el bien. Dios te espera al final del camino para darte un abrazo y decirte: “Ven a gozar del reino eterno que te he preparado desde la creación del mundo” (Mt 25,34). Y mientras llega ese momento del encuentro definitivo, no tengas miedo. Pase lo que pase, todo está bajo control de tu Padre Dios. Hasta los pelos de tu cabeza los tienes contados (Lc 12,7). Y te dice: “No tengas miedo, porque yo estoy contigo y tú eres a mis ojos de gran precio, de gran estima y yo te amo mucho” (Is 43,1-5)."No tengas miedo, solamente confía en Mí" (Mc 5,36).
(De la obra "Católico defiende tu Fe" del P. Angel Peña).
JOLABE
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