Don y misterio: Este libro fue
publicado el 15 de noviembre de 1996. La ocasión de la publicación de este
libro que ya marca el carácter personal y retrospectivo del escritor, es debido
a que se celebraba su 50 aniversario de ordenación sacerdotal. Este libro es un
testimonio muy personal pero a la vez abarcador de su vocación sacerdotal:
recuerdos y reflexiones, sus memorias sobre los orígenes de su sacerdocio.
¡Levantáos! ¡Vamos!: Libro publicado en mayo de 2004, poco menos de
un año después de haber celebrado su vigésimo quinto aniversario como Sumo
Pontífice y a los 45 años de haber sido electo Obispo, recoge sus íntimas
reflexiones sobre su experiencia episcopal. Si “Don y Misterio”, reflexiones
sobre su vocación sacerdotal y sus primeros años como sacerdote, complementaba
la Pastores dabo vobis, sobre la formación y vida del presbítero, este libro complementa
la Exhortación pos sinodal Pastores gregis sobre el ministerio del Obispo en la
Iglesia del 16 de octubre de 2003. Wojtyła mismo indica que este libro fue cogiendo
forma cuando escuchaba a los demás Obispos dar sus testimonios sobre el
ministerio episcopal durante el Sínodo de Obispos del año 2000 celebrado en
Roma. Él lo escribe para dar a conocer la grandeza del ministerio episcopal,
las dificultades que conlleva y la alegría que comporta desempeñarlo fielmente.
El tono de este libro es muy parecido a “Don y misterio”. Karol Wojtyła era un
hombre que ponderaba lo hermoso del paso de Dios por su vida y reflexionaba en
su corazón profundo y emocionado, el amor misericordioso de un Dios Padre y tierno. En este escrito, obra de un anciano
físicamente inválido, se evidencia el optimismo cristiano, la esperanza de un
creyente ante el misterio de una vocación dificilísima, sobre todo después del
Concilio Vaticano II. Wojtyła se alegra al revivir sus experiencias muy
particulares y muy polacas que las comparte porque entiende que en ellas se
refleja algo de lo universal, algo que debiera resonar en cada Obispo. Hace
confidencias y recorre los ríos, montañas, vecindarios, santuarios de su
amadísima Polonia, rescata conversaciones con sus amigos y conocidos. Incluso
delata inocentemente palabras y gestos proféticos, tales como los del Arzobispo
de Cracovia que, al recibirlo como Obispo Auxiliar, dice de él: “Habemus
papam”.
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