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Siguiendo al Vaticano II: “el Seminario es el
corazón de la Diócesis”. Es el lugar de formación de los jóvenes que han
recibido la llamada de Jesús a seguirle en el sacerdocio. Inician así su más
profundo y comprometido seguimiento, que culminará en el sacramento del Orden,
transformásdose no sólo en continuadores de su obra y anunciadores del
Evangelio, sino en presencia sacramental de Cristo en medio del mundo.
Los jóvenes dan vida a esta
institución. Así como la Parroquia es casa y escuela de oración, comunión y
misión, sin sacerdotes, no pueda haber Eucaristía y, sin Eucaristía, no puede
haber Iglesia. Todos los cristianos en general: sacerdotes, consagrados, laicos
, debemos considerar al Seminario como algo nuestro.
El Día del Seminario ha de
celebrarse en todas las parroquias y centros de culto de nuestra diócesis, para
ayudar a la comunidad a tomar más conciencia de su aportación vocacional al
seminario. Éste es una comunidad educativa en camino, promovida por el Sr.
Obispo para ofrecer a los llamados por el Señor para este ministerio la
formación académica, espiritual y humana necesaria para convertirse en
apasionados pastores de nuestra Iglesia onubense.
Familias, catequistas, profesores
de religión, agentes de pastoral en general, tienen ante sí la importante tarea
de vivir con espíritu de fe, caridad y piedad la posible vocación al sacerdocio
de los jóvenes, que deben ser capaces de acoger con generosidad esta llamada,
habiendo sido atraídos por la persona de Jesucristo, siendo capaces de llevar a
la práctica un compromiso que perdure toda la vida.
Concluyo con unas hermosas palabras
qeu dirigió a los seminaristas el Papa Benedicto XVI en la Eucaristía que
celebró en la S. I. Catedral de Santa María La Real de la Almudena, este pasado
verano con motivo de la celebración, en Madrid, de la Jornada Mundial de la
Juventud:
“…Como seminaristas estáis en
camino hacia una meta santa: ser prolongadores de la misión que Cristo recibió
del Padre. Llamados por Él, habéis seguido su voz y atraídos por su mirada
amorosa avanzáis hacia el ministerio sagrado. Poned vuestros ojos en Él, que
por su encarnación es el revelador supremo de Dios al mundo y por su
resurrección es el cumplidor fiel de su promesa. Dadle gracias por esta muestra
de predilección que tiene con cada uno de vosotros”