Mensaje de los Obispos |
La Iglesia no podría
encontrar mejor fecha en el año para celebrar una jornada por la Vida que el 25
de marzo, nueve meses antes de la Navidad. En este caso, al coincidir con el V
Domingo de Cuaresma, se traslada al lunes 26 de marzo.
Celebrar con gozo que la
Palabra se hizo carne en el seno de María nos mueve a ofrecer nuestra voz a
aquellos que, en el seno de sus madres, aún no tienen voz.
Con el lema “Ama la vida,
toda la vida” los cristianos somos invitados una vez más a intensificar nuestro
testimonio a favor de la vida - de toda la vida humana - y a trabajar en la
formación de las conciencias.
Cada vida aparece ante
nosotros como algo único, irrepetible e insustituible. Todos los seres humanos
somos iguales en el derecho a la vida. La grandeza y dignidad de la vida humana
exigen su respeto y cuidado desde su inicio en la concepción hasta la muerte
natural.
La familia es fundamental en
el itinerario educativo y para el desarrollo de las personas y de la sociedad.
Es necesario elaborar políticas familiares justas que favorezcan la institución
familiar y promover leyes que ayuden al desarrollo de una cultura de la vida
para crecer en humanidad.
Los obispos de la subcomisión episcopal para
la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española (CEE)
muestran su rechazo «absoluto» hacia el aborto y la eutanasia y llaman a evitar
que la «cultura de la muerte» promueva en la legislación agresiones contra la
vida presentadas «como si fuesen manifestaciones de progreso o incluso como
muestras de humanitarismo», en su mensaje ‘Ama la vida, toda la vida’,
publicado con motivo de la Jornada por la Vida 2012 que se celebrará
el próximo 26 de marzo.
“La grandeza y dignidad de la vida humana
exigen su respeto y cuidado desde su inicio en la concepción hasta la muerte
natural. De aquí, el rechazo absoluto a la eliminación directa y voluntaria de
la vida humana en su inicio”, remarcan.
En este sentido, apuntan que
el amor a la persona lleva consigo “el respeto a la vida naciente desde la
fecundación” y “el cuidado a las madres embarazadas, de modo que puedan llevar
a término su vocación maternal”. Para ello, según señalan, es necesario que se
elaboren políticas familiares “justas” que favorezcan la institución familiar,
y promover leyes “que ayuden al desarrollo de una cultura de la vida para
crecer en humanidad”.
Por otro lado, precisan que
“en ningún caso se puede aceptar la legitimación social de la eutanasia” y que
“la muerte no debe ser causada, por una acción u omisión, ni siquiera con el
fin de eliminar el dolor” porque, según explican, un ser humano no pierde nunca
su dignidad sea cual sea la circunstancia física, psíquica o relacional en la
que se encuentre.
De esta forma, remarcan que
toda persona enferma merece y exige “un respeto incondicional” y su vida “nunca
puede ser valorada desde el criterio exclusivo de la calidad o del bienestar
subjetivo”, al tiempo que rechazan algunas concepciones de la existencia que se
rigen por los criterios de calidad de vida, definida principalmente por el
bienestar subjetivo que, en ocasiones, “pretenden justificar el suicidio
asistido como si fuera un acto humano responsable y heroico”.
En este contexto, los
obispos afirman haber recibido “con satisfacción” la reciente sentencia del
Tribunal de Justicia de la Unión Europea que prohíbe patentar los
procedimientos que utilicen células madre embrionarias humanas y que considera
a todo óvulo humano a partir de la fecundación como embrión humano, y la
resolución del Consejo de Europa en la que se dictamina que “la eutanasia, en
el sentido de la muerte intencional, por acción u omisión, de un ser humano en
función de su presunto beneficio, debe ser prohibida siempre”.
Finalmente, los obispos
recuerdan que todos los seres humanos son “iguales en el derecho a la vida” y
que esta igualdad, para ser verdadera, debe fundamentarse sobre “la verdad y la
justicia, reconociendo y tutelando a cada hombre y a cada mujer como persona y
no como una cosa de la que se puede disponer”.
---oOo---