PEDRO, LA PIEDRA SOBRE LA QUE SE EDIFICA LA IGLESIA
15] Jesús les preguntó:
«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» [16] Pedro contestó: «Tú eres el Mesías,
el Hijo del Dios vivo». [17] Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona,
porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está
en los Cielos. [18] Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán
vencer.
(Mt 16, 15-18)
Pedro figura en primer lugar en todas las
enumeraciones de Apóstoles que aparecen en el Nuevo Testamento, y tiene entre
los Doce, un lugar absolutamente singular, siendo protagonista de numerosos
episodios en el Evangelio.
Por ello, tenemos abundantes datos acerca
del Príncipe de los Apóstoles; y a los que figuran en los Evangelios, los
Hechos y las Cartas apostólicas, hay que sumar, asimismo, los que nos dan la
tradición y la leyenda, que han
aportado lo suyo para dar como resultado una abundante y variada iconografía.
Con una constancia notable desde el siglo
IV, a Pedro se lo representa macizo, con rasgos rudos, llevando barba corta y
tupida y el pelo ensortijado, y en ocasiones una clásica "tonsura".
Algunos autores piensan que semejante unanimidad iconográfica tienen sus raíces
en el testimonio de alguien que conoció personalmente al apóstol.
Pedro, con su hermano Andrés y los hijos de
Zebedeo, era pescador en Betsaida de Galilea. Debido a esa condición, se lo
suele representar en tal oficio. También se lo representa en la pesca milagrosa
después de la resurrección (Jn. 21, 1-14). Se lo invoca como patrono de
pescadores, pescaderos y otras profesiones emparentadas con estas.