4. LOS JUICIOS Y CONDENAS A JESÚS
Señor Jesús:
El Sanedrín, el Gran Consejo de Ancianos, los sacerdotes y los escribas deciden planear tu muerte. Unos tribunales, signo de la justicia, actúan injustamente condenándote. A la inocencia se la hace culpable.
Señor Jesús:
Es la noche de la pasión. Y Tú estás frente a un tribunal de mujeres y soldados, lleno de miedo y de sudor.
Tu amigo Pedro te había negado públicamente la vinculación y la amistad con el Nazareno. La situación se hace cada vez más tensa: Testimonios falsos, testimonios discordantes, y Tú allí, de pie, guardando silencio.
Sólo Pilato quiso mantener el orden en medio de un pueblo levantisco, y quiso también salvar a un inocente.
Las dos cosas se contraponían. Los gritos de la multitud le impresionaban. Y aunque se lavó las manos ante la gente, acabó siendo culpable del asesinato de un inocente.
Pilato, curioso por saber qué es la verdad, no la descubre ante Cristo, que calla ante él. Pilato, quiso dar gusto a la gente liberando a un homicida y condenando a quien había venido a dar la vida por todos.
Y las voces mudas que tu habías curado Gritan y gritan deseos de muerte:
- ¡Crucifícalo, crucifícalo!, ¡clávalo de una vez en la Cruz! Y Pedro en un rincón llora, llora su pecado.
Y Judas desesperado huye por las lomas de Getsemaní. Hasta vomitar sus vísceras por la boca.
Y Tú guardas silencio sentado sobre el polvo y mirando con misericordia a Judas, la espina más dolorosa de tu pasión..
Amén.
(De Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista)
Sacerdote-periodista)
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JOLABE