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lunes, 23 de septiembre de 2013

DIFERENTES MANERAS DE ORAR

ORAR CON LAS BIENAVENTURANZAS (I)
La propuesta de Jesús se recoge en las Bienaventuranzas. Suponen todo un estilo de vida que no es fácil de conseguir, a no ser que vaya creciendo nuestra confianza en Él y que vayamos experimentando la felicidad que va suponiendo en nuestra vida real el  practicarlas. Por ello, nos conviene dedicar un tiempo a rezarlas.
Las bienaventuranzas suponen demasiado contenido como para reducirlas a una semana de oración. Por ello, le dedicaremos dos.

Las bienaventuranzas son el resumen de la vida y propuesta de Jesús. Ahí está en unas pocas frases lo que te propone Jesús: la felicidad misma. ¿Qué no terminas de creer que por ahí va la felicidad? ¿Y en qué se basa la felicidad: en el dinero, en la familia, en los amigos, en el disfrutar momentáneo,...? Piensa con Jesús en dónde pones la felicidad. Coméntale qué te gustaría ser, hacer o tener para ser feliz. Y deja que él te hable.

1.- Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. 
¿Felices los pobres? Felices los que saben que la felicidad no está en las propias manos, los que descubren que sólo en Dios pueden encontrar la felicidad definitiva, los que pueden prescindir de cualquier cosa porque el descubrirse como hijos de Dios les basta, los que pueden amar sin límites porque nada temen, los que no están atados a nada, los que se fían sin límites... ¿O no te suena el texto de Mateo 6, 25-33?

No andéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer o a beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Fijaos en los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacena; y, sin embargo, el Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellos? Y ¿quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?

¿Y por qué os agobiáis por el vestido? Daos cuenta de cómo crecen los lirios del campo, y no trabajan ni hilan. Y os digo que no Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como cualquiera de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, la viste Dios así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente sin fe?

Con que no andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Son los paganos quienes ponen su afán en esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero que reine su justicia, y todo eso se os dará por añadidura.

2.- Bienaventurados los mansos (humildes), porque ellos heredarán la tierra
Quizá la actitud más característica de Jesús fue la humildad, el hacerse pequeño, el abajarse, el no darse importancia,... ¿Te pasa a ti lo mismo? ¿O estás constantemente haciéndote valer, disimulando, queriendo ser lo que no eres? Pídele al Padre mucha humildad, mucha sencillez. Recuerda la actitud de Jesús: Filipenses 2, 5-11:

Entre vosotros tened la misma actitud del Mesías Jesús: Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios. Al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Así, haciéndose uno de nosotros, se abajó, obedeciendo hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios lo ensalzó sobre todo y le concedió el título que sobrepasa todo título, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre.

3.- Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 
¿Felices los que lloran, los tristes? ¿La felicidad no es estar alegre? ¿O se refiere a otra cosa? Los tristes recibirán consuelo. Con suelo. Hay alegrías falsas que no pisan suelo, que son superficiales, que sólo sirven para crear una sensación. La vida tiene para todos momentos duros y entonces uno cae en la cuenta de que valen alegrías pasajeras. Éstas nos hacen perder el suelo, el contacto con la realidad, la relación con los demás... y nos dejan en las nubes. La felicidad es la que tiene base, la que cuenta con suelo. Y si ese suelo es Dios, merece la pena pasar disgustos y penalidades, porque la felicidad no depende de eso, sino de saber qué suelo pisamos. ¿Es Dios tu “con suelo”? Coméntaselo.


4.- Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia (hacer la voluntad de Dios), porque ellos serán saciados. 
¿Tienes hambre y sed de hacer la voluntad de Dios? ¿Dios es tan urgente como el aire que respiras? ¿Te ha ganado el corazón? ¿Estás enamorado de Él y de su proyecto? ¿Te hierve la sangre cuando piensas en Él? Entonces serás feliz. Pídele, si te atreves, esa felicidad de vivir la vida entera por y para Él.

(Fuentes consultadas: marianistas.org)
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JOLABE