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lunes, 25 de marzo de 2013

LAS SIETE PALABRAS DE JESÚS EN LA CRUZ

PRIMERA PALABRA
“PADRE, PERDÓNALES, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN” (Luc.23,34)
Según la narración del Evangelista Lucas, ésta es la primera Palabra pronunciada por Jesús en la Cruz.
Jesús en la Cruz se ve envuelto en un mar de insultos, de burlas y de blasfemias. Lo hacen los que pasan por el camino, los jefes de los judíos, los dos malhechores que han sido crucificados con El, y también los soldados. Se mofan de Él diciendo: “Si eres hijo de Dios, baja de la Cruz y creeremos en ti” (Mt .27,42). “Ha puesto su confianza en Dios, que Él lo libre ahora” (Mt.27,43).
La humanidad entera, representada por los personajes allí presentes, se ensaña contra El. “Me dejareis sólo”, había dicho Jesús a sus discípulos. Y ahora está solo, entre el Cielo y la tierra.
Se le negó incluso el consuelo de morir con un poco de dignidad.
Jesús no sólo perdona, sino que pide el perdón de su Padre para los que lo han entregado a la muerte.
Para Judas, que lo ha vendido. Para Pedro que lo ha negado. Para los que han gritado que lo crucifiquen, a El, que es la dulzura y la paz. Para los que allí se están mofando.
Y no sólo pide el perdón para ellos, sino también para todos nosotros. Para todos los que con nuestros pecados somos el origen de su condena y crucifixión. “Padre, perdónales, porque no saben…”
Jesús sumergió en su oración todas nuestras traiciones. Pide perdón, porque el amor todo lo excusa, todo lo soporta… (1 Cor13).

25 DE MARZO DÍA INTERNACIONAL DE LA VIDA


EL VALOR DE LA VIDA HUMANA

Para mí poder estar hoy aquí es un gran regalo. Entender este regalo como algo que debe estar al servicio de todos es algo tan misterioso y a la vez tan claro, que sólo corresponde al Amor que Dios Padre me tiene, un Amor que veo día a día reflejado en mi vida.  En esta Vida que hoy me siento orgulloso de poder vivir y defender de tantos males y destrucción que le acechan.
El hombre engendra y, simultáneamente, Dios crea; de tal modo que, en la generación, es muchísimo mayor la obra de Dios que la obra del hombre. Dice San Agustín que Dios es quien da vigor a la semilla y fecundidad a la madre, y sólo Él pone -creándola- el alma. Por eso, otro padre de la Iglesia nos hace esta sugerencia bellísima: Cuando alguno de vosotros besa a un niño, en virtud de la religión debe descubrir las manos de Dios que lo acaban de formar, pues es una obra aún reciente (de Dios), al cual, de algún modo, besamos, ya que lo hacemos con lo que Él ha hecho. Así pues, la vida humana, desde su concepción posee valor divino, sagrado.