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viernes, 10 de enero de 2014

JESUCRISTO Y SU EJEMPLO


ATIENDE A SU MENSAJE...

En el cristianismo, detrás de la palabra testigo, nos encontramos siempre con un personaje muy importante, Jesús de Nazaret, que ha vivido y traspasado la Historia. Él experimentó, en su vida, su propio mensaje, por ser fiel a sus planteamientos y por la negación del hombre a reconocer la propia verdad, su cerrazón mental aplastada por ideologías, que le cierran el paso a la libertad por presiones políticas que, desde el poder, quieren imponer un nuevo orden social acomodado a sus exigencias.

Todos los actos de Jesús se mueven en el contexto de la libertad ante los poderes religiosos y políticos. Pone en tela de juicio los pilares fundamentales del judaísmo: la observancia del sábado, el templo, la ley de la pureza legal, la práctica de la justicia impartida por los fariseos, las obras de oración, limosna y ayuno, todo un sistema totalmente organizado, que atenazaba al hombre. Su preocupación era poner al hombre por encima de la tiranía de la ley.


Su mensaje por toda Palestina nos recuerda a un hombre, que propone un nuevo orden social, presidido por Dios como Padre de todos y la fraternidad, entre los seres humanos, como emblema de su pensamiento, considerando el poder como una actitud de servicio a la humanidad.

Esta actitud le acarrea el odio de los judíos, que no se lo perdonarán. Al final, y esto es lo más importante, Cristo asume su muerte como expresión suprema de libertad y fidelidad al designio del Padre.


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JOLABE

MARÍA, MADRE DE DIOS

MUJER - MADRE
La Historia del Antiguo Testamento empieza con una madre: EVA. La del Nuevo, con otra madre: MARÍA. La "madre de los vivientes" y la madre terrena del "Dios viviente".

Eva engendró a Abel, que fue muerto por su hermano; María engendró a Jesús, que fue muerto por sus hermanos. Entre estas dos madres - la autora de la culpa y la coadjutora de la redención- se encierra el drama humano y divino que va de la Creación al resplandor de la Ascensión.

El Antiguo Testamento es la epopeya de la maternidad gozosa; el Nuevo Testamento es la tragedia de la maternidad doliente. Eva introdujo el pecado en el mundo y fue expulsada del paraíso terrenal. María nació sin pecado y abrió a todos, gracias al único hijo de su vientre, el paraíso celestial.

Toda madre de hijo humano se reconoce, se halla a sí misma, se refugia en María. En el afecto de la Virgen hacia el Hombre Dios se refleja su afecto en su pasión, todos sus dolores. Toda mujer, gracias a la maternidad, tiende y aspira hacia la Virgen.

(Giovanni Papini)
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JOLABE