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lunes, 1 de septiembre de 2014

ORAR CON IMÁGENES (VI)

RESURRECCIÓN

Un árbol que ha sido cortado, talado en una de sus ramas ya vieja de años, ha sido cuidadosamente injertado en el centro mismo de su corte. Los injertos, ya sabemos, hay que vendarlos y arraigarlos con esmero para que prendan.

En el centro mismo de la "muerte", donde pareciera que ya no es posible que resurja nada, ahí, precisamente, se ha multiplicado la vida.

En muchas ocasiones la vida nos "corta", nos poda o nos tala. Hay situaciones que nos dejan como muertos, sin respiración, sin saber, sin horizonte. Con frecuencia pensamos que ya nada será igual, que no podremos sobrevivir o sobreponernos. Hay muchas muertes en la vida que nos hacen saborear la más dura de las soledades, el olor y sabor de nuestra propia extinción, de nuestra contingencia. La vida y la muerte están siempre en nosotros. No las debemos ignorar...

Este árbol me recuerda algo esencial. La vida nunca se detiene en el ayer. Toda muerte encierra posibilidad de vida. La naturaleza es maestra de la vida. Hay que escucharla y observarla.

Observa este árbol en silencio y déjale que toque tus cortes, las muertes que ya han cicatrizado en tí y las que aún supuran... y encontrarás alivio...

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JOLABE