“La misericordia
cambia el mundo, hace al mundo menos frío y más justo. El rostro de Dios es el
rostro de la misericordia, que siempre tiene paciencia…Dios nunca se cansa de
perdonarnos. El problema es que nosotros
nos cansamos de pedirle perdón. ¡No nos cansemos nunca!. Él es el padre amoroso
que siempre perdona, que tiene misericordia con nosotros, dejémonos renovar por
la misericordia de Dios, dejemos que a fuerza de su amor transforme también nuestras
vida y hagámonos instrumentos de ésta misericordia”. “Dios perdona no con un
decreto sino con una caricia. Y con la misericordia Jesús va incluso más allá
de la ley y perdona acariciando las heridas de nuestros pecados; La
Misericordia es algo difícil de comprender: no borra los pecados, porque para
borrar los pecados está el perdón de Dios. Pero la Misericordia es el modo de
como perdona Dios. La Misericordia de Dios es una gran luz de amor, de ternura
que acaricia nuestras heridas de pecado porque Él está implicado en el perdón,
está involucrado en nuestra salvación, con éste estilo Jesús es confesor, no
humilla al pecador, sino que lo defiende de una condena justa”. Son algunas frases
del Papa con las que intenta explicarnos cómo es la misericordia de Dios.
El
pasado viernes, 13 de marzo, el Papa Francisco anunció la celebración de un
jubileo de la Misericordia, un Año Santo extraordinario, el cual comenzará el
día 8 de diciembre de 2015, Fiesta de la Inmaculada Concepción y terminará el
día 20 de Noviembre de 2016, Solemnidad de
Cristo Rey del Universo.
¿por qué hoy un Jubileo de la Misericordia?; en
palabras del santo padre, “Simplemente porque la
Iglesia, en este momento de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer
con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Este
no es un tiempo para estar distraídos, sino al contrario para permanecer alerta
y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial. Es el tiempo para que
la Iglesia redescubra el sentido de la misión que Señor le ha confiado el día
de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre (cf. Jn 20,
21-23). Por eso el Año Santo tiene que mantener vivo el deseo de saber
descubrir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y
sobre todo a cuantos sufren, se encuentran solos y abandonados, y también sin
esperanza de ser perdonados y sentirse amados por el Padre. Un año Santo para
sentir intensamente dentro de nosotros la alegría de haber sido encontrado por
Jesús, que, como Buen Pastor, ha venido a buscarnos porque estábamos perdidos.
Un Jubileo para percibir el calor de su amor cuando nos carga sobre sus hombros
para llevarnos de nuevo a la casa del Padre. Un año para ser tocados por el
Señor Jesús y transformados por su
misericordia, para convertirnos también nosotros en testigos de
misericordia. Para esto es el Jubileo: porque este es el tiempo de la
misericordia. Es el tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos
de buscar a cuantos esperan ver y tocar con la mano los signos de la cercanía
de Dios, para ofrecer a todos, a todos, el camino del perdón y de la
reconciliación.
En su bula
“Miseriordiae Vultus” (el
rostro de la Misericordia), nos recuerda las 14 obras de misericordia: siete
corporales que son: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento,
vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los
presos, enterrar a los muertos y siete espirituales: dar consejo al que lo
necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste,
perdonar las ofensas, soportar con paciencia a las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y los
difuntos. Todo un plan de vida cristiana pues: “tan
importante es el hacer como el ser, es decir, no basta con hacer obras de
misericordia, sino que hay que ser misericordiosos con los demás, pues como
dice San Juan de la Cruz: “en el ocaso
de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor”.
El
Jubileo de la Misericordia esparcirá por todos los hombres, creyentes o no,
muchas Gracias Divinas. Será un año que va a golpear duro contra el
individualismo y el egocentrismo de manera que salgamos de nuestro
ensimismamiento (de pensar en nosotros mismos) y volvernos hacia los demás
usando la misericordia, el perdón, la comprensión, la ternura., porque como nos
dijo Jesús en el Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos obtendrán misericordia” (Mt. 5,7), pues como podremos alcanzar la
misericordia de Dios si no somos nosotros misericordiosos con los demás.
Los 12
elementos clave (todos ellos tomados del texto de la bula), nos ayudarán a comprender qué significa este tiempo de
gracia:
1. El Llamado a la Iglesia de contemplar el misterio de
la misericordia: Como un don recibido gratuitamente que trae
consigo la responsabilidad de anunciarlo.
2. Reconocer a Dios como un Padre que jamás se da por
vencido hasta que no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la
compasión y la misericordia: “Porque la misericordia se muestra como la fuerza que
todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón”.
3. La Apertura de la Puerta Santa como símbolo de un nuevo compromiso
para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la
propia fe: La Iglesia quiere ser en el mundo signo vivo del
amor del Padre.
4. Que la Iglesia y las parroquias sean oasis de
misericordia: El Papa remarca como cada Iglesia particular estará directamente comprometida a
vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual para acoger a
todos con misericordia.
5. Ser misioneros de la misericordia: “Queremos vivir este Año
Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El
evangelista refiere la enseñanza de Jesús:
« Sed
misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso»” (Lc 6,36)”.
6. Impulsar las peregrinaciones como estímulo para la
conversión: “Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una
meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio”.
“Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor:
Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: «Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es
misericordioso» (Lc 6,36)”.
Una peregrinación es lo que hacemos en
tiempos de Adviento y de Cuaresma, ya que nos ponemos en camino para
encontrarnos con El Señor, y este camino, esta preparación, no resulta ni fácil
ni cómoda, pero esta colmada de esperanza
7. Redescubrir las obras de misericordia corporales y espirituales: “El amor, después de todo, nunca podrá ser una palabra abstracta.
Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes,
comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios
es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro
bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda
que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el
Padre, así aman los hijos.
Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a
ser misericordiosos los unos con los otros”.
8. Vivir la cuaresma con mayor intensidad, como momento fuerte para
celebrar y experimentar la misericordia de Dios: En la
meditación y la escucha
atenta de la Palabra de Dios.
9. Fomentar la iniciativa de las “24 horas para el Señor”
para que más personas se acerquen al sacramento de la Reconciliación: “Durante el Jubileo
extraordinario de la Misericordia, el confesionario será la Puerta Santa del alma”.
10. Promover la indulgencia por la que Dios hace evidente
este amor que es capaz de destruir el pecado de los hombres: Es necesario
comprender que la reconciliación con Dios es
posible por medio del misterio pascual y de la mediación de la Iglesia.
11. Tiempo oportuno para cambiar de vida. Tiempo para dejarse
tocar el corazón: “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de
vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Ante el mal cometido, incluso crímenes graves, es el momento
de escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de los bienes,
la dignidad, los afectos, la vida misma”.
12. Que nuestro pensamiento se dirija a María madre de la misericordia: Para que en la mirada de
María podamos redescubrir la
alegría de la ternura de Dios.
Mercedes Millán Garcia