San José, como nos lo
narra el Evangelio, fue un hombre justo y fiel (Mateo 1,19) que Dios escogió para
el cuidado la sagrada familia. Su linaje conecta a Jesús, el Rey
Mesiánico, con los descendientes del Rey David. Es también llamado el
Santo del silencio.
San José, esposo de
María y padre adoptivo de Jesús, tuvo la misión de guiar a la Sagrada Familia
en su huida a Egipto a través del desierto y también de regreso. Pío IX lo
declaró patrono de la Iglesia universal y Juan XXIII más tarde, incluyó su
nombre en el Canon Romano.
El nombre de José es
de origen hebreo y significa "Dios me ayuda", y eso si que se
demostró ampliamente en la historia de Salvación. San José fue el esposo de
María, el jefe de la sagrada familia en la que nació Jesús, el Hijo del
altísimo, por obra y gracia del Espíritu Santo, y que dirigió la vida de
ellos a través de las revelaciones que los ángeles del Señor le daban en sus
sueños. San José llegó a convertirse en una especie de paternidad divina.
Ciertamente los
Evangelios no nos cuentan mucho acerca de la vida de San José, pero no por eso
quiere decir que estuvo ausente en la vida de Jesús y de María. Cuenta la
tradición que San José estaba siempre al lado de Jesús y de María con
mucha fe, en la que siempre actuó con obediencia, aceptando la voluntad de
los planes de Dios. San José preparó la cuna en aquel pobre establo en la
que nació Jesús, puso a salvo a su familia en Egipto cuando fue necesario,
se preocupó y salió en busca de Jesús cuando desapareció y lo
hallaron en el templo a sus doce años, estaba junto a él en
su trabajo como carpintero, y junto con María le ayudó a crecer en
sabiduría, edad y gracia.
Probablemente, justo
antes de que el Hijo del hombre comenzara su vida pública, San José muere en
paz un 19 de marzo según la tradición. Se dice que murió santamente en
los brazos de Jesús. No es casualidad de que, durante siglos, se le venera
como el patrono de la buena muerte.
José era descendiente
de la casa de David y de sangre real, de un rostro y de vida noble. La vida lo
llevó a hacer de artesano del país, terminando por trabajar
específicamente de carpintero. Herramientas de trabajo para agricultores y
pastores, muebles humildes y objetos hogareños como tazas, copas para los
hogares pobres en la Galilea, seguramente fueron algunas de las cosas que
habrán salido de su taller, frutos de la capacidad de unas manos
ásperas y trabajadoras y de un gran corazón que ardía en preocupación por
garantizar el sustento de su familia.
En el siglo IV, San
Agustín, San Ambrosio y San Jerónimo hablan ya mucho de su virginidad, de su
paternidad espiritual sobre Cristo y de su verdadero matrimonio con María,
presentando a José como modelo de virtudes cristianas.
Dice San
Agustín: María pertenece a José y José a María,
de modo que su matrimonio fue verdadero matrimonio, porque se han entregado el
uno al otro. Pero ¿en qué sentido se han entregado? Ellos se han entregado
mutuamente su virginidad y el derecho de conservársela el uno al otro. María
tenía el derecho de conservar la virginidad de José y José tenía el derecho de
custodiar la virginidad de María. Ninguno de los dos puede disponer y toda la
fidelidad de este matrimonio consiste en conservar la virginidad.
Una antigua tradición
muy hermosa cuenta que hubo un concurso entre los aspirantes a la mano de la
joven María. Esa carrera fue ganada por San José. Todos los aspirantes
colocaron un cayado en un círculo, y repentinamente, el cayado que había
colocado San José, comenzó a florecer milagrosamente. Por eso, en la
iconografía popular, San José es representado muchas veces con un cayado
floreado.
San José no sólo es
el patrón de los padres de familia como modelo sublime de la supervisión y de
la providencia sino que también es el Patrón de la Iglesia universal, con
solemnidad el 19 de marzo. También se le festeja en la litúrgica el 1º de
mayo como el patrón de los artesanos y los trabajadores. Por tradición, es el
protector no solo de los carpinteros y ebanistas, sino también de los sin
techo.
Oración:
Glorioso Patriarca
San José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi
auxilio en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo
tu protección las situaciones tan serias y difíciles que
te encomiendo, a fin de que tengan una feliz solución. Mi bienamado Padre,
toda mi confianza está puesta en Ti. Que no se diga que te he invocado en
vano y puesto que Tú puedes todo ante Jesús y María, muéstrame que
tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Feliz onomástica para todos
mis amigos/as de Internet que tengan por bendito nombre José, Josefa, María José… Que
lo pasen muy feliz en unión de sus familias.
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JOLABE