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lunes, 25 de julio de 2016

MEMORIA GENERAL 2015 DE CÁRITAS DIOCESANA DE HUELVA

 Cáritas Diocesana de Huelva ha atendido en 2015 a 32.239 personas, lo que supone una reducción de 3.849 personas con respecto a 2014, es decir, un 10,67 por ciento menos. Este hecho se produce por un importante cambio de la forma de trabajar de Cáritas Diocesana de Huelva, en el que el asistencialismo ha dado paso a un acompañamiento integral de la persona. Este dato se desprende de la Memoria General de 2015, que este año recoge todo el trabajo realizado por las Cáritas Parroquiales.

Cáritas Diocesana de Huelva ha presentado su Memoria General 2015, un documento que recoge la realidad del trabajo de nuestra entidad y que supone una radiografía muy real de la situación de la Diócesis de Huelva contada desde el trabajo diario de los 77 equipos de Cáritas Parroquiales que existen en la provincia y desde los Servicios Diocesanos.

Este año, el grado de participación de las Cáritas Parroquiales en la elaboración de la Memoria de Cáritas 2015 ha llegado al 97,40 por ciento del total, lo que hace ver el esfuerzo que están llevando a cabo los centros parroquiales en un ejercicio de transparencia. Hay que reconocer el trabajo de estos equipos, que hacen un esfuerzo continuo para atender a las personas más necesitadas de Huelva.

Como cada año, ponemos a vuestra disposición los datos de la Memoria de Caritas Diocesana de Huelva del año 2015. Esta vez con una novedad que hemos creído interesante y necesaria. Nuestro trabajo, nuestra atención, el servicio que como Iglesia prestamos lo hacemos para y por las personas que, por unas circunstancias u otras, necesitan un cuidado especial.

Cáritas es expresión del amor de la Iglesia por los más necesitados, pero requiere de acciones concretas en las que lo más importante deben ser, como siempre decimos, las personas. Por eso, este ano, junto con los datos económicos de la Diócesis completa, recogemos todas las acciones significativas que desde los equipos parroquiales o desde los proyectos de la Diocesana se están llevando a cabo. La Memoria será más amplia, hemos recogido una muestra de todo aquello que está haciendo cada parroquia, las acciones de coordinación de cada arciprestazgo y los proyectos y acciones concretas de la Diocesana ya sea en Huelva, ya sea en cada uno de los territorios que tenemos y que precisa de una atención especial, como son los asentamientos.

Esperamos que esta Memoria os sirva para saber lo que hacemos entre todos, como signo de comunión de la Iglesia, como testimonio visible de que es posible transformar nuestra realidad con pequeñas acciones. No hemos querido dejar fuera a ninguno de los pueblos y parroquias que han realizado a través de su equipo un acompañamiento a familias, proyectos con la infancia y juventud, huertos sociales, talleres de crecimiento personal y empleo con mujeres, cursos de cocina, acompañamiento y cuidado de mayores, de enfermos, de cuidadores, etc. Es importante transmitir, conocer e incluso, contagiarse con lo que otros hacen.

Nuestras palabras especiales de agradecimiento van dedicadas a todos los sacerdotes que nos alientan, guían y orientan en nuestro trabajo, a los más de 1.000 voluntarios que somos, a los trabajadores repartidos por toda la Diócesis que desde su profesionalidad hacen más eficaz nuestra labor, a los socios y donantes que tenemos sin cuya gratuidad sería muy difícil multiplicar nuestras acciones, a las empresas que colaboran con nosotros y nos apoyan en la atención de las personas, a Administraciones Publicas que nos prestan su colaboración y apoyo cuando lo precisamos, centros educativos, profesores de Religión y a todas las pastorales que forman parte de la Iglesia de Huelva.

A todos, en nombre de Caritas Diocesana de Huelva, gracias.

 (Fecha de la publicación : Viernes 17 de junio de 2016).

Pilar Vizcaíno Macías
Directora de Cáritas Diocesana de Huelva


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JOLABE

* Picando encima de cada foto puedes verla ampliada











jueves, 21 de julio de 2016

RAZONES DE NUESTRA FE...

COMENTARIO AL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Si Dios es bueno, ¿por qué permite el mal?

Son muchas las personas que hoy se hacen esta pregunta con un cierto tono de acusación a Dios. Algo así como si pretendieran sentarle en el banquillo de los acusados para que rindiera cuentas de sus acciones ante los jueces humanos que le procesan, no sin una buena dosis de soberbia.

Sin embargo, ¿puede un criminal acusar a otro? Me temo que no, solamente el inocente puede acusar al culpable. Y ¿acaso somos nosotros más sabios y más buenos que Dios para darle lecciones de cómo debe actuar? De ahí que la actitud más noble, más sincera y más sana por nuestra parte, sea la de inclinar la cabeza humildemente ante el misterio de Dios e intentar comprenderlo en la medida de nuestras pobres y limitadas posibilidades.

Mucha gente blasfema y culpa a Dios del mal que nos rodea (guerras, terrorismo, drogas, paro, accidentes, matrimonios y familias rotas, enfermedades, etc.), pero que en realidad es fruto únicamente de la maldad del ser humano que se deja seducir por la tentación de Satanás cayendo en el pecado. No es casualidad que el mundo, la sociedad, la educación, los matrimonios, la familia, los jóvenes, los niños, la política, la economía, etc., estén cada vez más podridos al alejarse del Señor y darle la espalda.

Dios no ha creado el mundo perfecto, sino en camino de perfección. Lo mismo ocurre con nosotros que vamos madurando, aprendiendo, perfeccionándonos, a lo largo de toda nuestra vida. Con una mirada sobrenatural, Santa Ángela de la Cruz nos enseña cual debe ser nuestra actitud respecto a los aconteceres de nuestra existencia: mirarlo todo desde Dios, con los ojos de la Fe. “Entregarse en los brazos de Dios como niños en los de su padre, que este buen Padre no quiere nada malo para sus hijos. Todo lo manda para nuestro bien, todo lo permite porque nos conviene, todo lo ordena para santificarnos; nosotros somos los que no nos aprovechamos y no hacemos buen uso de lo que Dios nos presenta para practicar las virtudes”.

Cuando Dios realizó la creación, creó libres a los ángeles y a los hombres, lo cual significaba que podían desviarse del camino trazado por Dios (el bien) eligiendo el mal; pero Dios respeta siempre su libertad. De esa manera es como el mal moral, el pecado, (mucho peor que el mal físico, corporal) entró en el mundo. El origen, la causa del mal no está en el Creador, ni directa ni indirectamente, sino en la criatura humana. No obstante, Dios en su poder infinito permite el mal (no lo desea), para sacar un bien mayor. Del mayor mal que ha ocurrido en toda la historia de la humanidad: el asesinato de Cristo, el Hijo de Dios en la Cruz, causado por los pecados de todos los hombres, de ahí precisamente nos ha venido la salvación y todos los bienes con ella.

Lo que juzgamos como grandes desgracias en nuestra vida, puede que lo hayan sido a los ojos de Dios porque nos han dado una gran lección: comprender lo que realmente vale la pena. Madre Angelita nos dice: “Dios lo ha hecho, bendita sea su santa voluntad en el tiempo y en la eternidad. Y tener un convencimiento profundo de que así nos convenía, porque nuestro Señor que todo lo ve, lo sabe y lo puede, es quien lo ha dispuesto; y, todo lo que dispone es para nuestro bien espiritual, aunque nosotros, como somos tan limitados, no lo conozcamos”.

(Fuente consultada: Gabriel Calvo Zarraute, sacerdote de Jesucristo – Revista HH. de la Cruz nº 18).

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JOLABE