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domingo, 4 de junio de 2017

AÑO LITÚRGICO DE LA IGLESIA IV - TIEMPO ORDINARIO

El término "tiempo ordinario" tiende a mal interpretarse. En el contexto del año litúrgico, "ordinario" no significa "común, corriente". Tiempo Ordinario es la parte del año litúrgico que se encuentra entre los tiempos de Navidad y Cuaresma y entre Pascua y Adviento. Durante el Tiempo Ordinario la Iglesia celebra el misterio en todos sus aspectos. Las lecturas durante este tiempo ayudan a instruirnos en como vivir nuestra fe cristiana diariamente.
Las lecturas para la Liturgia de la Palabra del Tiempo Ordinario se han escogido para treinta y cuatro domingos y la semana que le sigue. Sin embargo, en algunos años sólo hay treinta y tres semanas. Como la Navidad termina el domingo del bautismo del Señor y el Tiempo de Pascua el domingo de Pentecostés, dos semanas del Tiempo Ordinario no tienen domingo. Además, algunos domingos del Tiempo Ordinario son dedicados a solemnidades que coinciden con un domingo, ejemplo: Santísima Trinidad y Cristo Rey, el último domingo del año litúrgico.


PENTECOSTÉS

Historia   
La palabra Pentecostés viene del griego y significa el día quincuagésimo. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las siete semanas (Ex 34,22), esta fiesta en un principio fue agrícola, pero se convirtió después en recuerdo de la Alianza del Sinaí. Al principio los cristianos no celebraban esta fiesta. Las primeras alusiones a su celebración se encuentran en escritos de San Irineo, Tertuliano y Orígenes, a fin del siglo II y principio del III. Ya en el siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena pascual. Con el tiempo se le fue dando mayor importancia a este día, teniendo presente el acontecimiento histórico de la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles (Cf. Hch 2). Gradualmente, se fue formando una fiesta, para la que se preparaban con ayuno y una vigilia solemne, algo parecido a la Pascua. Se utiliza el color rojo para el altar y las vestiduras del sacerdote; simboliza el fuego del Espíritu Santo.