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lunes, 27 de abril de 2020

LA CATEQUESIS COMO TAREA IMPORTANTE EN EL SENO DE LA IGLESIA


La catequesis tiene como centro a Cristo, su finalidad es propiciar la comunión con Jesucristo en el convertido, (Catechesi Tradendae, 5). Lo que ésta persigue no es otra cosa que lograr que el catequista pueda animar eficazmente a la comunidad y lograr que se:
• Anuncie a Jesucristo.
• Dé a conocer su vida, enmarcándola en el conjunto de la Historia de la Salvación.
• Explique su misterio de Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros.
• Ayude finalmente, al catecúmeno y a la comunidad a identificarse con Jesucristo en los sacramentos de iniciación.
El catequista debe ser consciente de que cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo catequísticos no son eficaces si no se utilizan por catequistas bien formados.

Dado el papel de “educadores en la fe” que tienen, deben motivarse fuertemente a ser, al mismo tiempo: maestros, educadores y testigos, ya que la catequesis “cumple, al mismo tiempo, tareas de iniciación, de educación y de instrucción” (Directorio General de Catequesis, 31). Deberán, en efecto, formar al cristiano en el conocimiento del misterio de Cristo, en la vida evangélica, en la oración y en la liturgia, así como en el compromiso evangelizador.

Todo catequista debe preocuparse por: La preparación y revisión de las sesiones de catequesis. Esta revisión está directamente vinculada a la práctica concreta de la catequesis. Su duración es constante e indefinida ya que requiere una evaluación periódica. Para esto, puedes preguntarte: ¿Qué quiero lograr?, ¿qué medios voy a emplear?, ¿cómo lo quiero lograr?, etc.

Si observamos a nuestro alrededor la cantidad de personas que dudan, que se preguntan sobre el sentido de Dios, de la Iglesia, de su vida, nos daremos cuenta que para responder a éstas y otras preguntas es menester estar mejor preparado. El aconsejar al que lo necesite es una obra de misericordia espiritual, implica dar el consejo recto, usar las palabras correctas y guiar hacia Dios a la persona.

El movimiento catequético que vive la Iglesia invita también, a los catequistas a ser integradores, que sepan superar “obstáculos, diferencias, problemas” y ofrecer una catequesis plena y completa. El catequista debe además estar formado con una espiritualidad de laico, y con un gran estilo y sensibilidad que le permitan desempeñar mejor su ministerio.

El catequista debe abrir su horizonte, debe ser capaz de ver más allá de su ambiente, debe desarrollar su visión hacia la construcción de una sociedad más humana y fraterna.

Pero es necesario también que reflexionemos sobre la importancia que tiene este proceso de enseñanza-aprendizaje. No es suficiente que los padres inscriban a los niños en la parroquia. Es conveniente que también ellos se integren a este proceso formativo; que se preocupen por aprender junto a sus hijos lo que los catequistas les van compartiendo. Es indispensable que también los padres de familia acompañen a sus hijos a Misa, participen en la catequesis familiar, que asistan a las reuniones de padres de familia, y lo que es más importante, ayuden a sus hijos en el cumplimiento de las tareas, deberes y trabajos. Muchas de estas tareas son compartidas y se prestan para realizar un trabajo complementario entre padres e hijos.


Nuestro Párroco, D. José S. González Suárez, se ha dirigido hace unos días a todas las familias de La Palma del Condado para referirse a la Catequesis como actividad fundamental de la Iglesia. He aquí una grabación de esta intervención parroquial de la que les hablamos.

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JOSÉ LAGARES