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lunes, 3 de octubre de 2011

IV. SACERDOTES DIOCESANOS

http://sacerdotesyseminaristas.org/

Jesucristo ha querido llamar a algunos hombres para que continúen su misión haciendo presente su sacrificio a los hombres a través de la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos. Su misión fundamental es apacentar al rebaño de Cristo, haciendo las veces del Señor, que es el Buen Pastor por excelencia. Son los sacerdotes.  
Un sacerdote puede pertenecer a una diócesis, que es, por decirlo en modo simple, una zona geográfica en la que la Iglesia peregrina, y que está presidida por un obispo, sucesor de los apóstoles. El sacerdote diocesano recibe el sacramento del orden para apacentar esa porción de la Iglesia. Se suele formar en el seminario de una diócesis y está a la entera disposición del obispo diocesano. El sacerdote diocesano hace una promesa de castidad al recibir el diaconado (lo hacen también los religiosos) y de obediencia a su obispo. En cuanto a su espiritualidad, cada sacerdote diocesano puede elegir la que más le ayude: algunos buscan ellos su propio camino, otros se suman a la espiritualidad franciscana, o carmelita, o del Opus Dei, o del movimiento de los Focolares, o de los jesuitas, o del Regnum Christi, o de muchas otras realidades en la Iglesia.  
El sacerdote diocesano es aquel sacerdote, que en comunión con su obispo, quiere vivir como otro Cristo en medio nuestro, reside en su propia diócesis, región que lo vio nacer y donde ahora sirve a sus hermanos siendo puente entre ellos y Dios.
Esta tarea la cumple principalmente a través de:
-la administración de los sacramentos, que son encuentros reales con el misterio del Dios que se da a sí mismo, perdona, y santifica;
-la predicación de la Palabra de Dios, que es la transmisión de los sentimientos del corazón de Dios mismo hacia nosotros;
-el ejercicio de la caridad pastoral, que como otro Cristo, Buen Pastor, guía y cuida del rebaño de Dios a él encomendado en las diversas realidades que nos rodean: parroquias, movimientos, colegios, universidades, hospitales, instituciones civiles, obras de caridad y beneficio social, etc.
 

Párroco: D. José Silvestre González Suárez, 2015.

Adscrito: D. José Rafael Prieto Santana, 2017.

Vicario Parroquial: D. Ruben Sanchez Arancibia 2019.

Sacerdotes hijos de La Palma del Condado:
D. Francisco Aguilar Díaz (Párroco - Santa Olalla del Cala y Administrador Parroquial – Zufre - D. HUELVA)
D. Antonio Cepeda Lepe - (Parroco - Gibraleon - D. HUELVA)
D. Manuel Domínguez Lepe (Párroco – Cartaya y Administrador Parroquial – El Rompido -  D. HUELVA)
D. Cristóbal Robledo Rodríguez (Parroco moderador - Bollullos del Condado - D. HUELVA )
D. Martín José García Ramírez (D. HUELVA)
D. Pedro José López Suárez (Capitan Capellan del SARFAS, capellan castrense de la paz de Burgos - D. CASTRENSE)
D. Servando Pedrero Lagares (Párroco – Valverde del Camino y de Berrocal y Arcipreste - Minas -  D. HUELVA)
D. Juan Pablo Domínguez Teba (Parroco - Lantejuela y capellan de las Hermanas de la Cruz de Osuna - D. SEVILLA)
D. José Antonio Pichardo García (Vicario Parroquial - Parroquia de San Benito Abad en Madrid y Notaría de expedientes de Matrimonios en Arzobispado D. MADRID)
D. Elias Dominguez Teba -  (Párroco - San Cristóbal de Burguillos y de San Ignacio de Loyola del Vir - D. SEVILLA) 
D. Antonio Fernandez Albarrán - (Párroco - Villalba del Alcor y  Manzanilla D. HUELVA)
D. José Antonio Calvo Millán -  (Vicario Parroquial - Almonte y Rocio - D. HUELVA)

10 de mayo
San Juan de Avila  

Juan significa: "Dios es misericordioso".
San Juan de Avila tuvo el privilegio de ser amigo y consejero de seis santos: San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara y Fray Luis de Granada. Dicen que él es la figura más importante del clero secular español del siglo XVI.
Nació en el año 1500. De una familia muy rica, al morir sus padres repartió todos sus bienes entre los pobres y después de tres años de oración y meditación se decidió por el sacerdocio. Estudió filosofía y teología en la Universidad de Alcalá y allá hizo amistad con el Padre Guerrero que fue después arzobispo de Granada y su amigo de toda la vida.
Desde el principio de su sacerdocio demostró una elocuencia extraodinaria. El pueblo acudía en gran número a escuchar sus sermones donde quiera que él iba a predicar. Cada predicación la preparaba con cuatro o más horas de oración de rodillas. A veces pasaba la noche entera ante un crucifijo o ante el Santísimo Sacramento encomendando la predicación que iba a hacer después a la gente. Y los resultados eran formidables. Los pecadores se convertían a montones. A sus discípulos les decía: "Las almas se ganan con las rodillas". A uno que le preguntaba como hacer para lograr convertir a alguna persona en cada sermón, le dijo: "¿Y es que Ud. espera convertir en cada sermón a alguna persona?". "No, ¡eso no!", respondió el otro. "Pues por eso es que no los convierte", le dijo el santo, "porque para poder obtener conversiones hay que tener fe en que sí se conseguirán conversiones. ¡La fe mueve montañas!."
A otro que le preguntaba cuál era la principal cualidad para poder llegar a ser un buen predicador, le respondió: "La principal cualidad es: ¡amar mucho a Dios!".
Pidió viajar de misionero a América del sur, pero su amigo el Arzobispo de Granada le dijo: "Aquí en España también hay muchos a quienes misionar y evangelizar. ¡Quédese predicando entre nosotros!". Le obedeció y se dedicó a predicar por Andalucía, por todo el sur de España. Y las conversiones que conseguía eran asombrosas. Su predicación era fuerte. No prometía vida en paz a quienes querían vivir en paz con sus pecados, pero animaba enormemente a todos los que deseaban salir de su anterior vida de pecado. Un gran número de sacerdotes le seguía para ayudarle a confesar y colaborarle en la catequesis de los niños y en la administración de los sacramentos. Ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos acudían con gusto a escucharle.
Dios le concedió a San Juan de Avila la cualidad especialísima de ejercer un gran ascendiente sobre los sacerdotes. Por eso el Sumo Pontífice lo ha nombrado "Patrono de los sacerdotes españoles". Bastaba con que lo vieran celebrar misa o le oyeran un sermón para que los sacerdotes quedaran muy agradablemente impresionados de su modo de obrar y predicar. Y después en sus sermones, ellos estaban allá entre el público oyéndole con gran atención. El sabio escritor Fray Luis de Granada se colocaba cerca de él, lápiz en mano, e iba escribiendo sus sermones. De cada sermón del santo, sacaba el material para predicar luego diez sermones. Los sacerdotes decían que el Padre Juan de Avila predicaba como si estuviera oyendo al mismo Dios.
Fue reuniendo grupos de sacerdotes y por medio de hacerles meditar en la Pasión de Jesucristo y en la Eucaristía y de rezar y recibir los sacramentos, los iba enfervorizando y después los enviaba a predicar. Y los frutos que conseguía eran inmenoss. Unos 30 de esos sacerdotes se hicieron después Jesuitas. Otros colaboraron con la redforma que San Juan de la Cruz y Santa Teresa hicieron de los padres Carmelitas y muchos más llenaron de buenas obras las parroquias con su gran fervor.
Un día en Granada, mientras San Juan de Avila pronunciaba un gran sermón, de pronto se oyó en el templo un grito fortísimo. Era San Juan de Dios que había sido antes militar y comerciante y que ahora se convertía y empezaba una vida de santidad admirable. En adelante San Juan de Dios tendrá siempre como consejero al Padre Juan de Avila, a quien atribuirá su conversión.
Los enemigos y envidiosos lo acusaron de que su predicación era demasiado miedosa y de que se proponía hacer que las gentes fueran demasiado espirituales. Y el santo fue llevado a la cárcel y allí estuvo de 1532 a 1533. Aprovechó su prisión para meditar más y crecer en santidad. Cuando se le reconoció su inocencia y fue sacado de la prisión el pueblo lo ovacionó como a un héroe.
A muchas personas les dio dirección espiritual por medio de cartas. Después reunió una colección de esas cartas y las publicó con el título de "Oye hija" y fue un libro muy afamado y que hizo gran bien a los lectores.
Su devoción a la Virgen era tan grande que lo hacía exclamar: "Más preferiría vivir sin piel, que vivir sin devoción a la Virgen María".
Fundó más de diez colegios y ayudaba mucho a las universidades católicas. Su autoridad y su ascendiente eran muy grandes en todas partes.
Sus últimos 17 años fueron de enormes sufrimientos por su salud que era muy deficiente. En él se cumplía aquello que dijo Jesús: "Mi Padre, al árbol que más quiere, más lo poda, para que produzca mayor fruto". Pero aunque sus padecimientos eran muy intensos, no por eso dejaba de recorrer ciudades y pueblos predicando, confesando, dando dirección espiritual y edificando a todos con su vida de gran santidad. Tres temas le llamaban mucho la atención para predicar: la Eucaristía, el Espíritu Santo y la Virgen María.
Una de sus cualidades más admirables era su gran humildad. A pesar de sus brillantes éxitos apostólicos, siempre se creía un pobre y miserable pecador. Cuando estaba agonizante vio que un sacerdote lo trataba con muy grande veneración y le dijo: "Padre, tráteme como a un miserable pecador, porque eso es lo que he sido y nada más".
Cuando en su última enfermedad los dolores arreciaban, apretaba el crucifijo entre sus manos y exclamaba: "Dios mío, si sí te parece bien que suceda, está bien, ¡está muy bien!".
El 10 de mayo del año 1569, diciendo "Jesús y María" murió santamente. Fue beatificado en 1894 y el Papa Pablo VI lo declaró santo en 1970.
San Juan de Avila: tú que con tus sermones lograste tantas conversiones de pecadores, alcánzanos del Señor Dios, que también nosotros nos convirtamos. 
San Juan de Avila es patrono del clero español.
La Conferencia Episcopal Española ha pedido a la Santa Sede, con motivo del centenario del nacimiento de san Juan de Ávila, que sea declarado Doctor de la Iglesia Universal. Esperamos que aquél que ha sido conocido a lo largo de los últimos cinco siglos como el Maestro, pronto le sea reconocido por la Iglesia oficial el título de Doctor y Maestro del pueblo cristiano.

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