Querido amigo mío:
Como bien sabes, yo pedía muy pocas cosas en mi vida. Pedí una posada, antes de nacer, pensando sobre todo en mi madre. Pedí a Zaqueo que me alojará en su casa, y a otro buen amigo el salón para celebrar la Pascua. Pedí un par de veces agua para beber. ¡Ah!, y también pedí un burrito para hacer mi entrada triunfal en Jerusalén, y así no dejar mal al profeta Zacarías.
No me interesaban las cosas. Me interesaban las personas. Me interesaba, sobre todo la amistad. No me cansaba de pedir amigos: amigos que me siguieran, que se unieran a mi causa, que estuvieran conmigo, que continuaran mi tarea.
Mi tarea de hoy va en la misma línea. No te voy a pedir ayuda material, aunque también la necesito para los pobres. Tampoco te voy a pedir que dejes a tu familia y tus estudios, aunque a alguno se lo seguiré pidiendo. Mi petición única va dirigida a todos y está al alcance de todos.
Mira, tengo unas ganas tremendas de seguir “haciendo el bien”, pues veo a tanta gente triste y necesitada. Me muero de pena al ver que muchos niños no sonríen y mueren prematuramente. No puedo soportar la imagen del joven que camina a la deriva, que quema su vida con cualquier tipo de droga y se hunde en el infierno del vacío y de la desesperación… y no digamos otro tipo de violencias y de guerras; el que unos se aprovechen de otros, que siga habiendo personas y pueblos sin libertad y sin dignidad. En fin, no voy a repetirte todo lo que tú ya bien sabes.
Lo que te pido es que me prestes tus manos para que con ellas yo pueda seguir curando, bendiciendo y acariciando: Te pido que me prestes tus pies para que pueda seguir acudiendo a las llamadas de tantos desvalidos y para correr detrás de los que se descarrían. Te pido tus labios para besar a tantos niños y a tantos hambrientos de amor. Te pido tu boca para seguir dando buenas noticias a los pobres y denunciar a los hipócritas y opresores. Te pido tus ojos para mirar con ternura y cariño a toda la gente.
Te pido tu rostro, para sonreír a cada uno, para sonreír a pesar de todo, para iluminar todas las situaciones con mirada de paz y alegría. Te pido en fin tu corazón para que yo pueda seguir amando a mi manera.
Si me los prestas, no hace falta que te desprendas de ellos. Utilízalos tú como si fuesen míos, como si te los prestara yo a ti.
Sonríe, aunque no tengas ganas de hacerlo, pero sabiendo que yo lo quiero. Comparte, aunque te cueste, pero piensa que yo lo haría.
Reconóceme en todos, acéptalos y perdónalos, como yo te perdono a ti, Quiérelos.
No te preocupes, te enviaré a mi Espíritu, mi fuerza, para actuar yo desde ti. Te enseñaré el modo y la manera, te daré la fuerza y la capacidad. Tú y yo seremos, te lo aseguro, un Dios para cada hermano.
Te lo pido por el amor del Padre, por el dolor de los excluidos, por todo lo que más quieras. En espera de tu respuesta, te mando un beso de amistad.
Jesús.
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