LA ORDENACIÓN DE UN AMIGO
A manera de crónica quiero
comentarles a todos mis paisanos que desde ayer, sábado 30 de Enero de 2016, La
Palma del Condado cuenta con un nuevo Sacerdote entre sus hijos. Agradecemos a
Dios, Padre de toda bondad, que nos concedió participar de la Eucaristía de su
ordenación en la Santa Iglesia Catedral de Huelva, y el habernos permitido
acompañar a nuestro amigo José Antonio Calvo Millán, que recibió del Sr. Obispo
D. José Vilaplana, su nuevo nombramiento.
Nuestro pueblo se siente muy
honrado en haber presentado a la Iglesia a este diácono y amigo para que fuera
admitido al orden presbiteral. Por el bautismo ya era parte viva del pueblo sacerdotal; por la
imposición de las manos ha sido consagrado ministro de Cristo, maestro,
sacerdote y pastor, para contribuir con su servicio a edificar el pueblo de
Dios, que es la Iglesia.
Con la celebración de la
Eucaristía comenzó el rito de su ordenación sacerdotal. Nuestro amigo José
Antonio fue llamado por su nombre y respondió con la palabra «presente». El superior lo presentó al
celebrante como digno candidato a recibir la ordenación sacerdotal por parte de
la Iglesia, y el celebrante lo aceptó de parte de Jesucristo. El rito de la
ordenación sacerdotal tuvo lugar inmediatamente después del Evangelio y estuvo
dividido en tres partes: los ritos preparatorios, el rito central y los ritos
complementarios.
El rito preparatorio consistió
en la presentación del candidato, la homilía del celebrante, las promesas
sacerdotales y la promesa de obediencia. El rito central constaba de las
letanías de los santos, la imposición de manos por parte del Sr. Obispo y de
algunos sacerdotes y la oración consagratoria. Los ritos complementarios
consistieron en la investidura de los ornamentos sacerdotales, la unción de las
manos, la entrega del cáliz y de la patena y el abrazo de la paz.
Como respuesta a las preguntas
del celebrante, el diácono, expresó públicamente su deseo de ser sacerdote y
prometió ser fiel en el cumplimiento de su ministerio sacerdotal, en la
predicación de la Palabra de Dios, en la celebración de los sacramentos y en la
oración asidua. Finalmente prometió obediencia a la Iglesia en la persona del
Papa, de los Obispos y de sus superiores.
El diácono José Antonio se
postró en tierra en señal de humildad, amor y donación a Dios que lo ha
llamado. Mientras tanto, la asamblea cantaba las letanías de los santos,
pidiendo su intercesión por el que iba a ser ordenado.
La ordenación sacerdotal se
realizó con la imposición de manos y la oración consagratoria del celebrante.
El Sr. Obispo, en silencio, impuso sus manos sobre la cabeza de nuestro diácono.
Este gesto antiguo significa ya desde el tiempo de los apóstoles la transmisión
del poder sacramental del Espíritu Santo. Una vez acabada la imposición,
algunos de los superiores y sacerdotes, en representación de los sacerdotes presentes,
también les impusieron sus manos como gesto de comunión en el sacerdocio. La
asamblea acompañaba este momento, de pie y en oración silenciosa.
En su
homilía, el Sr. Obispo le recordó tres cosas fundamentales:
·
1º.- Ser servidor humilde, es decir, saber
que ha sido elegido por la Misericordia de Dios y mantener siempre esa
conciencia de humildad, de ser vaso de barro llevando siempre un tesoro
extraordinario.
·
2º.- Ser un pastor entregado, configurado con
Cristo, el único y Buen Pastor y llamado a ser transparencia de Cristo, que
cuida y da la vida por sus ovejas, y estando siempre en profunda comunión con
Cristo, que restaurará siempre las fuerzas en los momentos oscuros.
·
3.- Ser Icono de la Misericordia del Padre.
Recordar siempre que ha sido ordenado en este Año de la Misericordia para
ejercer el ministerio sacerdotal, refrendando siempre la Bondad y la
Misericordia del Padre especialmente en el Sacramento de la Penitencia y la
cercanía a la pobreza humana.
El segundo momento de la ordenación
sacerdotal se realizó cuando el candidato se arrodilló y el celebrante, con los
brazos extendidos, pronunció la oración consagratoria. Esta oración constituye
la forma del sacramento. Son palabras que explican y realizan el significado del
gesto de la imposición de manos. Al concluir el rito de la imposición de las
manos y la oración consagratoria, el candidato es ya sacerdote de Jesucristo para siempre.
El nuevo sacerdote, se
revistió con los ornamentos sacerdotales, signo visible del carácter sagrado de
su ministerio. El recién ordenado presentó las manos al celebrante para que
fueran ungidas con el Santo Crisma. La palabra «Cristo», significa «el ungido»,
y con esta señal, se subraya que el nuevo ordenado es «otro Cristo». El
celebrante entregó al nuevo sacerdote la patena con el pan y el cáliz con el
vino. Este gesto indicaba que el sacerdote estaba ya ordenado para celebrar el
Sacrificio Eucarístico y que él mismo participaba en el sufrimiento y la cruz
redentora del Señor.
La vocación al sacerdocio es una llamada
gratuita que Dios dirige a algunos hombres para el servicio de la Iglesia, sin
tener en cuenta sus méritos precedentes ni otras consideraciones. Éste es el
modo de actuar de Dios y de comprobar la grandeza de su AMOR, viendo también la
procedencia del nuevo sacerdote nacido en el seno de una familia cristiana y
humilde de nuestro pueblo.
El sacerdocio, decía, es una llamada
gratuita, pero tiene una importancia insustituible en la Iglesia. Ser Sacerdote
es vivir en medio del mundo sin ambicionar sus placeres; ser miembro de cada
familia sin pertenecer a ninguna; compartir todos los sufrimientos; penetrar
todos los secretos; perdonar todas las ofensas; ir del hombre a Dios y
ofrecerle a Él sus oraciones y regresar de Dios al hombre para traer el perdón y la esperanza; tener un corazón de fuego para la CARIDAD y un corazón
de bronce para la CASTIDAD; enseñar y perdonar, consolar y bendecir siempre…
Esa es la tuya ahora, Sacerdote de Cristo.
El nuevo Sacerdote palmerino celebrará su
primera Misa en La Palma el próximo día 5 de Febrero y, a la misma, está todo
el pueblo invitado a acompañarle.
Y tú,
querido José Antonio, piensa que desde ahora eres ministro y dispensador de los
misterios de Dios. Explicarás a todos la Palabra de Dios; dispensarás la gracia
en los sacramentos, de modo especial en la Eucaristía y en la Penitencia;
guiarás al pueblo cristiano a los pastos de la vida eterna, también con tu
oración y tu buen ejemplo; y servirás de apoyo a las almas para que conozcan
cada vez mejor las maravillas de la vida cristiana en este mundo y la esperanza
de la vida eterna.
Enhorabuena
a este nuevo Sacerdote, hijo de La Palma y amigo nuestro, y a toda su familia
por habernos regalado un nuevo ministro de la Iglesia y del que se puede sentir
verdaderamente orgullosa.
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José
Lagares Bellerín