sábado, 7 de abril de 2012

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

En la Sagrada Escritura “infierno” significa:

• El infierno de los condenados.

• El purgatorio.

• El “Seno de Abraham”, donde estaban las almas de los justos, esperando la Redención para entrar al Cielo.

Pues hasta ahí desciende Cristo (CEC, 633 y 1026). Así mostró su dominio sobre el demonio y la muerte.

La Redención –que debía alcanzar a todos los hombres de todos los tiempos- se aplicó a los que lo habían precedido (CEC, 634).

Al tercer día resucitó por su propio poder, la prueba más decisiva de su divinidad. Resucita con el mismo cuerpo, al que se vuelve a unir el alma. Hecho real, demostrable y demostrado con numerosos testimonios de las profecías, la predicación de los Apóstoles, de la Tradición y de la historia (CEC, 640-644).
Es un hecho histórico que admite certeza moral, como cualquier otro hecho histórico. Está probada con más garantías que la inmensa mayoría de los datos históricos que aceptamos. Pero hay en el milagro una realidad misteriosa e inexplicable, que excede las fuerzas de la razón: “SI CRISTO NO RESUCITÓ, NUESTRA PREDICACIÓN ES VANA, Y LA FE DE USTEDES ES VANA “ (I Co. 15, 17).

Es una verdad de fe y es el fundamento de nuestra fe. Para aceptarla en su integridad, tal como la enseña la Iglesia, se requiere el don de la fe porque está ligada a verdades estrictamente sobrenaturales. Es distinta de otras resurrecciones: (Lázaro, el hijo de la viuda de Naím…).

Resucitó por su propio poder. Resucitó para no morir jamás. Resucitaremos por Él y en Él (CEC, 994). Resucitó ya con su cuerpo glorioso, como el que tendrán los santos en el fin del mundo.

CONSECUENCIAS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

• Lo ensalza después de su humillación.

• Es la mayor prueba de su divinidad, anunciada por Él mismo (CEC, 653).

• Da la certeza de que hemos sido redimidos y la esperanza en nuestra resurrección: “Él es el primogénito de entre los muertos” (Col. 1, 18), que nos abre el acceso a la nueva vida por la gracia (Rom. 4, 25 y 6, 4) y por nuestra futura resurrección (I Co. 15, 20-22) (CEC, 654-655).

• Tener fe viva: Enciende tu fe – no es Cristo una figura que pasó. No es un recuerdo que se pierde en la historia.

¡VIVE : “Jesús Christus heri et hodie: ipse et in secula! –dice San Pablo-.

• Deseo de limpiar nuestros pecados con el Sacramento de la Penitencia, que nos hace resucitar a la vida sobrenatural (si la habíamos perdido por el pecado mortal), y volver a empezar (Sal. 76, 11)

• Deseo verdadero y profundo de que la gracia nos transforme, llevándonos a vivir la vida sobrenatural, que es la vida de Cristo: Buscando realmente ser santos.

Fuentes consultadas: El Catecismo de la Iglesia Católica (CEC), la Biblia y Recursos Católicos.


JOLABE


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