jueves, 23 de enero de 2014

LA LEYENDA DE LOS INDIOS CHEROKEE

Los indios Cherokee tienen un ritual muy especial a través del cual los niños pasan a ser adultos. Cuando el niño empieza su adolescencia, su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se va, dejándolo solo.
El joven tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no puede quitarse la venda de los ojos hasta que los rayos del sol brillan de nuevo al amanecer. Él no puede pedir auxilio a nadie. Pero una vez que sobrevive esa noche, ya es un hombre. Esta es una experiencia personal y el joven tiene prohibido comentar o platicar de su vivencia con los demás chicos.
Durante la noche, como es natural, el joven está aterrorizado. Él puede oír toda clase de ruidos: bestias salvajes que rondan a su alrededor, lobos que aúllan… o quizás, hasta algún humano que puede hacerle daño. Escucha el viento soplar y la hierba crujir, pero debe permanecer sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda, ya que ésta es la única manera en que puede llegar a ser un hombre ante los ancianos de su tribu.
Finalmente, después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño se quita la venda… es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él. Su padre no se ha separado de su lado ni siquiera un instante, velando durante la noche en silencio, listo para proteger a su hijo de cualquier peligro sin que él se dé cuenta.
¿Sabes? De esa misma forma, nosotros tampoco estamos solos. Aún cuando no podamos verlo, en medio de las oscuridades de la vida, nuestro Padre Celestial está a nuestro lado, velando por nosotros, cuidándonos y protegiéndonos de los peligros que nos acechan. Por eso, cuando vengan los problemas y las sombras nos envuelvan, lo único que tenemos que hacer es confiar en Él, con la seguridad de que algún día vendrá el amanecer, nos quitaremos la venda y lo veremos cara a cara tal cual es.
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JOLABE


LA SANTÍSIMA TRINIDAD

El ángel le decía a los pastores: "Os traigo una buena noticia, para todo el pueblo". Es lo propio de Jesús, traer buenas noticias, estupendas novedades. Y la primera, la más estupenda novedad, es sobre Dios. Para todos los pueblos de la historia, ha sido un misterio, generalmente lejano y muchas veces temible; buenas noticias: Dios es cercano, podemos conocerle, podemos quererle.

Jesús tenía un estilo muy especial de hablar de las cosas. Lo hacía por comparaciones, hablando en parábolas. Solía decir: "¿a qué compararemos...?". Y así hablaba de lo que Él llamaba "El Reino". Y así habló de Dios. Lo de Jesús se llama Evangelio porque es una noticia, una novedad estupenda. Creo que cuando Jesús hablaba a la orilla del lago, la gente se agolpaba y no le dejaban ni comer, porque les hablaba de Dios y le entendían, y porque Dios, tal como Jesús lo mostraba, era fascinante.

Nosotros los humanos solemos andar angustiados con eso de Dios: unas veces le tenemos mucho miedo (imagínense un señor tan poderoso, legislador, juez, que puede castigar eternamente... da temor); otras veces porque lo vemos tan lejano que nos da igual que exista o no exista. Pero el mensaje de Jesús barre todos esos temores.

Se le ocurre a Jesús comparar a Dios con el aire. Está claro que el aire no lo vemos, pero ya lo creo que lo sentimos. Sin aire no podemos respirar, no podríamos vivir. Se nos mete dentro, oxigena nuestro organismo. Podríamos decir como San Pablo:" en él vivimos, nos movemos y existimos". ¡Y es tan discreto! Durante siglos han vivido los humanos sin demasiada consciencia de que por él estamos vivos. Pero estaba ahí siempre dando vida, tanto si lo conoces como si no. Se nota el aire cuando se mueve o se hace viento, cuando agita las hojas de los árboles, hincha las velas para navegar. Es motor, es impulso.