domingo, 2 de septiembre de 2012

UNA VASIJA AGRIETADA

Un cargador de agua tenía dos grandes vasijas que llevaba encima de sus hombros colgadas en los extremos de un palo. Una de las vasijas era perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino desde el arroyo hasta la casa del patrón. La otra vasija tenía una grieta por donde se iba derramando el agua a lo largo del camino. Cuando llegaba, sólo podía entregar la mitad de su caudal.

Durante dos años se repitió día a día esta situación. Se sentía orgulloso de la vasija perfecta, mientras que vivía avergonzado de la vasija agrietada por su imperfección y se sentía miserable por no poder cumplir bien su trabajo.

Un día, decidió exponerle su dolor y su vergüenza al patrón y le dijo:
-Estoy muy avergonzado de mí mismo y quiero pedirte disculpas.
-¿Por qué? –le preguntó el patrón.
-Tú sabes bien por qué. Debido a las grietas, sólo puedo entregar la mitad del agua y por ello sólo recibo la mitad del salario.

El patrón sonrió mansamente y le dijo:
-Cuando mañana vengas una vez más a mi casa, quiero que observes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.

Así lo hizo y, en efecto, vio que las orillas del camino estaban adornadas de bellísimas flores. Esta visión, sin embargo, no le borró la congoja por no poder realizar su misión con plenitud.

Al volver a casa, le dijo el patrón:
-¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? No te preocupes. Siempre supe de tus grietas y quise aprovecharlas. Sembré flores por donde tú ibas a pasar y, todos los días, sin tener que esforzarme para ello, tú las has ido regando. Durante estos dos años, yo he podido recoger esas flores para adornar el altar de la Virgen. Si tú no fueras como eres, ella no habría podido disfrutar de su belleza.

ENSEÑANZA: Todos tenemos grietas y limitaciones, y aún así, todos valemos. Con frecuencia, nuestras debilidades son nuestras fortalezas. El ser conscientes de ellas nos vuelve humildes, comprensivos. No hay nada más insoportable que una persona que se siente perfecta. Los santos verdaderos se reconocen pecadores y los auténticos sabios son los que más manifiestan su ignorancia.


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JOLABE