jueves, 9 de mayo de 2013

MARIOLOGÍA (III)

MARÍA, MADRE DE DIOS

Trascendencia del título.
El misterio primordial de la Virgen es, sin duda alguna, la MATERNIDAD DIVINA. Hasta el punto es esto cierto, que todas las demás prerrogativas de Nuestra Señora dimanan del misterio de su divina Maternidad, bien sea como preparación para Ella, o bien como consecuencias naturales o exigencias lógicas de la misma.

Así tenemos como: 
Su predestinación es precisamente y ante todo para ser Madre de Dios.
La Concepción inmaculada es la primera realización de esa santidad que necesitaba poseer el Tabernáculo del Altísimo.
La plenitud de la gracia, la virginidad perpetua, etc. , no son otra cosa que preparación inmediata y últimos toques para la más perfecta realización de ese inefable misterio de su Maternidad. 
Aún las perfecciones físicas de Nuestra Señora convergen en esa misma finalidad. Los misterios relativos a la Vida, Pasión y Muerte del Señor, en los que toma parte activa su Madre, María, son consecuencias del oficio de Madre de Cristo, Dios y Hombre.

La Asunción de la Virgen a los cielos en cuerpo y alma, y la coronación como Reina del Cielo y Madre espiritual de los hombres, serán su premio. Así, ilustrados y orientados con la luz fundamental de esta idea central, es como tenemos que ver todos y cada uno de los misterios y privilegios marianos.

PREDESTINACIÓN  DE LA VIRGEN 

Dios planeó desde toda la eternidad toda la obra admirable de la Encarnación del Verbo como culminación de la creación del Universo; y como quiera que en la mente sapientísima de Dios cabía simultáneamente la previsión del mal del hombre y de su restauración por medio del mismo verbo revestido de carne mortal, dentro de toda esta visión divina estaba también con preponderante papel, la persona y la misión de María Madre del Verbo hecho carne. Asi, pues, la razón misma de ser de la Virgen María estaba en los designios del Altísimo aun antes del tiempo, en su carácter de Madre del Verbo Encarnado.

Nosotros pensamos y proyectamos, pero muchas veces nuestros proyecto, por hermosos y realizables que parezcan, permanecen en la ineficacia; no ocurre así con Dios, cuyo poder no tiene límites. De ahí que, al pensar Dios desde toda la eternidad en María, Madre de su Hijo Unigénito hecho carne, confiera a esta elegida un carácter muy específico para su existencia.  Por eso podemos concluir que la elección de María no es el escoger una persona determinada para una misión específica, sino la predestinación desde antes de los siglos de una Madre para Jesucristo.

La Liturgia de la Iglesia dedica con insistencia a la Madre del Señor en sus festividades los textos de los libros sapienciales en los que aparece la Sabiduría, o la Esposa, en la mente de Dios desde antes de los tiempos:
"Desde el principio y antes de los siglos me creó, y para la eternidad vivire" (Ecl. 24, 9).
"Cuando el abismo no existía, fui yo engendrada, cuando no había fuentes ricas en aguas. Antes que los montes fueran fundados, antes de las colinas fui yo engendrada" (Prov. 22.25).
En la Bula "Ineffabilis Deus" de Pío IX leemos cómo "El Dios inefable, habiendo previsto desde toda la eternidad la lastimosísima caída de todo el género humano por la transgresión de Adán, decretó la primera obra de su bondad en el misterio oculto desde los siglos, por medio de la encarnación del Verbo.".
"Es pues, la elección y PREDESTINACIÓN de María algo íntimamente unido al decreto de la Redención que había de realizarse por el Verbo tan unido, que, concluye el Papa Pío IX, el destino de la Virgen fue preestablecido en un mismo decreto con la Encarnación de la Divina Sabiduría".


(Fuente: Clerus.org)
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JOLABE