martes, 8 de julio de 2014

SACRAMENTO DE LA PANITENCIA (1)

"Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones" (LG 11).
Con frecuencia entre los católicos aparecen aún muchas dudas sobre este Sacramento de misericordia. Esto se debe, en parte, porque en muchos lugares se ha dejado de practicar… sí, como leen. Otra baza en detrimento de este hermoso encuentro con la misericordia de Dios es que se ha dejado de predicar en las parroquias las verdades de la fe y ello en favor de una supuesta caridad vacía de la Verdad, por miedo, una vez más, a que nuestras asambleas se vean reducidas en número, porque el número sigue importándonos.
Hay sacerdotes y laicos que, desgraciadamente, no creen en el Sacramento de la reconciliación. Una pena, porque como expresa el texto que encabeza esta pequeña catequesis, por la misericordia de Dios, arrepentidos verdaderamente de todas nuestras culpas, somos perdonados de nuestras faltas, se nos devuelve la vida de la gracia, la amistad perdida con Dios es rehecha  y a la vez se nos reconcilia con la Iglesia a la que hemos manchado y afeado con nuestro pecado.
El papa Francisco, acudiendo a su experiencia personal, nos dice sobre este sacramento:

El sacramento de la reconciliación es un sacramento de sanación. Cuando yo voy a confesarme, es para sanarme: sanarme el alma, sanarme el corazón por algo que hice y no está bien. El ícono bíblico que los representa mejor, en su profundo vínculo, es el episodio del perdón y de la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al mismo tiempo médico de las almas y de los cuerpos”.