sábado, 10 de diciembre de 2016

LA FIGURA DE MARÍA EN EL ADVIENTO

SENTIDO DEL ADVIENTO

Las Normas Universales sobre el Año Litúrgico y el Calendario precisan el sentido del Adviento: “El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al final de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se nos manifiesta como el tiempo de una expectación piadosa y alegre” (NUALC 39).

El sentido central, por tanto, como el de todo el año litúrgico, es celebrar a Cristo. Esto ha de tenerse muy presente siempre en toda consideración acerca del espíritu del Adviento. Cualquier debilitamiento de ese espíritu afecta al sentido mismo de la liturgia y al pensamiento de la Iglesia, y será un peligro para una correcta espiritualidad. El buen enfoque de la espiritualidad es esencial en la vida cristiana. De hecho, la liturgia misma queda vacía de su genuino sentido si no llega a ser vivencia espiritual.
  
Ahora bien, la centralidad de Cristo implica un puesto privilegiado de María en todos los aspectos de la vida cristiana: doctrina, celebración y vivencia (dogma, culto y comportamiento).

Doctrinalmente, el sentido radical de María en la Iglesia lo da el hecho de que ella es Madre del Verbo Encarnado. El principio fundamental de la Mariología es que María es Madre de Dios. En torno a ese principio se estructura todo el estudio sobre la Virgen María.

Por lo mismo, el culto refleja y es testigo de esa realidad. A María la honramos ante todo por ser la Madre de Dios. Así la ve la liturgia, que contempla variados aspectos de lo que es María, pero todos en torno a su función de Madre de Dios.

Es interesante recordar que María entró en el culto litúrgico por un motivo distinto del de los demás santos. Entre los santos los primeros venerados fueron los mártires. En el aniversario de su martirio los fieles acudían a celebrar la asamblea junto a su sepulcro o al lugar de su martirio. La Virgen entró en forma distinta: aparece en la liturgia al celebrar a Cristo. No se podía celebrar la Encarnación sin que estuviera presente aquella en la cual se había encarnado. No se podía celebrar el Nacimiento de Jesús sin expresar de quién nacía. Cosa similar en la Presentación de Jesús al templo y en toda la infancia de Jesús. Luego, en forma similar, se la vio junto a la Cruz del Hijo por un título o motivo más profundo que el de los demás que lo acompañaron en ese momento. En forma similar, María no podía desentenderse de la misión de su Hijo cuando éste creció y ya no fue dependiente de ella y de José. La madre, unida en cuerpo y en espíritu al Hijo, no podía dejar de estar presente en los sucesivos misterios del Hijo.

Tan medular es la Virgen María en el cristianismo, que el Cristo que existe tiene su ser humano con sus características básicas, recibidas de su Madre.

De lo dicho se desprende que, entre las variadas fiestas o celebraciones marianas, no todas tienen la misma importancia. No es comparable el significado de una aparición, por mucha devoción que se le tenga, con un misterio de la historia de María. No se puede poner en el mismo plano a la Virgen de tal pueblo o grupo por un favor atribuido a ella, que con lo relativo a su misión junto al Hijo.

Por esa unión con su Hijo, la veneración de la Iglesia está centrada en el papel que María tuvo y tiene en la historia de la salvación de todo el género humano. Eso se expresa no sólo en fiestas, sino en la liturgia diaria. En todas las Plegarias eucarísticas hacemos memoria de “La Virgen Madre de Dios” al dirigirnos al Padre. Lo mismo en la Liturgia de las Horas en himnos, antífonas, lecturas bíblicas y de diversos autores desde la antigüedad hasta nuestros días.

Te invito a ver este pequeño vídeo sobre la Virgen y el Adviento…

(Fuente consultada: Blog Aquilino de Pedro, con nuestro agradecimiento).

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JOLABE





jueves, 1 de diciembre de 2016

CARMEN NEBOT SOLDAN

ORACIÓN PARA LA DEVOCIÓN PRIVADA

Padre, Padre que estás en el cielo, Padre de la misericordia  que nos cuidas con desvelo, mírame que vengo a Tí porque me siento pequeño.
Te damos gracias por el ejemplo de vida evangélica que nos ha dejado tu hija CARMEN NEBOT SOLDÁN, modelo de esposa y madre de familia, que trabajó sin descanso por inculcar en su hogar, en el grupo "Vivencias de fe", y en cuantos con ella se relacionaban, su profunda fe y su gran amor a Jesús y a la Virgen María. Concédenos por su intercesión, y si es tu voluntad, la gracia que te pedimos ... (Pídase)

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

BIOGRAFÍA
Carmen Nebot Soldán, nació en la La Palma del Condado (Huelva), el día 23 de abril de 1933. En el seno de su familia recibió la semilla de la fe y la educación cristiana, vinculada a su parroquia, en la que creció con sus compromisos bautismales.
El 5 de mayo de 1958 contrajo matrimonio con D. Salvador Tomás Noguera Cepeda, con quien formó una familia cristiana, en la que nacieron a la vida seis hijos, a los que Carmen inculcó el amor a Jesucristo nuestro Señor y a su Santísima Madre la Virgen María. Desarrolló su vida cristiana en las labores propias de ama de casa, con abnegación y servicio generoso. Fue catequista, amaba a los pobres y enfermos y ejerció la caridad con sus semejantes. Su amor a la eucaristía, a la Virgen María y a la Iglesia se manifestó de muchas manera: su devoción al santísimo sacramento y a María Auxiliadora; su espiritualidad imbuida de los Salesianos y del carisma de las Hermanas de la Cruz. Perteneció al grupo "Vivencias de fe", escuela de evangelio y oración. Era mujer de gran vida interior, manifestada en sus escritos íntimos espirituales. Vivió con esperanza, confiados sufrimientos y la Cruz, apoyada en Jesús, su Cireneo. Entregó su vida al Señor el sábado 24 de marzo de 2007, conmemoración mensual de María Auxiliadora y día Mariano por excelencia. Su entierro fue el día 25, solemnidad de la Anunciación del Señor. Su cuerpo espera la Resurrección en el cementerio de la Palma del Condado.