miércoles, 30 de mayo de 2018

CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN 2018 EN LA PARROQUIA DE LA PALMA DEL CONDADO


Detalle de nuestra Parroquia
En la tarde de ayer martes 29 de Mayo, más 120 personas, entre jóvenes y mayores, recibieron el sacramento de la Confirmación en nuestra Iglesia Parroquial de San Juan Bautista. Fue una ceremonia emotiva en la que los confirmandos recibieron el Sacramento de manos del Sr. Obispo de Huelva, Don José Vilaplana Blasco.
Confirmandos y Catequistas
Junto a sus familiares y amigos, el grupo  culminó un proceso que comenzó hace ya dos años. Iniciaron entonces un período de preparación, reflexión y aprendizaje, a través de encuentros semanales en los que han compartido su fe y sus dudas con sus catequistas. Por medio del Sacramento de la Confirmación, los cristianos reciben la venida del Espíritu Santo, que les impulsa a dar testimonio del Evangelio.
Unción con el Santo Crisma
Una bonita  homilía la que ha hecho nuestro Obispo, sencilla y directa, seguro que ha llegado los corazones de todos. Les ha dicho a los chicos y chicas que son unos valientes al presentarse ante Jesús para renovar sus promesas bautismales y confirmar su fe ante el Señor, porque seguro que Él les escucha. Les ha animado a dar testimonio de la verdad y a ser, por medio de las buenas obras, fermentos de santidad en el mundo.
Cristo del Presbiterio Parroquial
Después de la homilía han pasado a la Liturgia del Sacramento, que consta de tres momentos: primero han hecho la renovación de las promesas bautismales, después la imposición de manos  y por último, la unción con el Santo Crisma por parte del Sr. Obispo.
Enhorabuena a todos los que os habéis confirmado al igual que  a vuestros padres y padrinos. Deseamos que éste sea un nuevo paso en vuestra larga vida de fe. Dios les ha llamado, y así van a sentirse realizados  como personas y como verdaderos cristianos.
El Sr. Obispo

Queremos felicitar también a los catequistas  de nuestra Parroquia que, semana a semana, han ido dando la formación a estos jóvenes y mayores, iluminando sus vidas y fortaleciendo su fe. Un servicio gratuito  que a veces no sabemos valorar, la entrega de su tiempo y de su talento, compartiendo su vida y educando en la fe a los demás.

Felicitaciones para todos y que Dios les bendiga…



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JOLABE


La Palma del Condado, 29 de Mayo de 2018





miércoles, 23 de mayo de 2018

EL VALOR DEL SILENCIO EN LA MISA

EL CAMINO DE NUESTRA VIDA INTERIOR 

Allá por los años 70, me encantaba enormemente una canción titulada “El sonido del Silencio”, del dúo musical americano PAUL SIMON & ART GARFUNKEL. El propio Paul Simon  había revelado en una entrevista, de que él acostumbraba a ir a componer sus canciones a un pequeño cuarto de su casa porque estando allí encerrado en la "oscuridad", lograba mejor concentración, más imaginación y también mejores sonidos de su guitarra, etc. Hay personas que han encontrado un mensaje religioso en la lírica de esta canción pero a mí, lejos del significado literal de algunas de sus palabras me ha sugerido un mensaje de contenido social muy profundo e interesante.


Silencio… Palabra de moda, pero en realidad poco conocida y valorada. Para algunos, quizás muchos, algo extraño. Para otros, una experiencia profunda de vida. ¿Silencio? ¿Ruido?...


Está en juego nuestra esperanza. A veces, comprobamos que quedarnos en silencio con uno mismo es mucho más difícil de lo que, antes de intentarlo, habíamos sospechado.



Los Evangelios nos dicen que el silencio guarda la Palabra en el corazón… “María guardaba todas estas cosas en su corazón…” (Lc. 2, 19). “Hay fiestas muy ruidosas; nos vendría bien un poco de silencio, para oír la voz del AMOR”, nos dice el Santo Padre Francisco. En nuestra vida cotidiana el Silencio también es sinónimo de Atención, y todavía diría más, es “Atención Amorosa”, en palabras de San Juan de la Cruz. Y si nos ejercitamos en esta Atención Amorosa, se nos regalará entre otros muchos dones.

El silencio (callar y escuchar) es uno de los gestos simbólicos menos entendidos (y practicados) de nuestra liturgia. Recordarnos que “también, como parte de la celebración, ha de guardarse a su tiempo el silencio sagrado”. Escuchar es hacer propio lo que se proclama. No es algo pasivo. Es una actitud positiva, activa. Escuchar es algo más que oír. Es atender, ir asimilando que se oye, reconstruir interiormente el contenido del mensaje.

La comunidad cristiana es fundamentalmente una comunidad que escucha. Es la primera forma de fe y de oración, antes de decir palabras y entonar cantos. Y es la actitud más cristiana: escucha el que es humilde, el que reconoce que no lo sabe todo, que es “pobre” en la presencia de Dios y de los demás. Los autosuficientes y orgullosos no escuchan.

El cultivo del silencio en la acción litúrgica favorece la sacralidad del rito, su profundidad y su verdadera participación plena, consciente, activa, interior y fructuosa. Los momentos de silencio prescritos -es decir, obligatorios- que el Misal romano señala son: 

En el Acto penitencial de la Misa y tras el “Oremos” de la Oración Colecta, es un silencio de recogimiento. Entramos en lo interior para formular nuestra petición evitando dispersarnos, distraernos. En el acto penitencial, el recogimiento se vuelve una humilde súplica de perdón y de reconocimiento de la propia debilidad, para después, en común, pedir perdón al Señor. 

El “Oremos” de la oración colecta es una invitación para que, recogiéndonos, formulemos cada uno nuestra súplica personal al Señor, nuestras peticiones concretas, en el momento de celebrar la Santa Misa. La oración que el sacerdote pronuncia después de este silencio recoge o recolecta todas nuestras peticiones personales.

Un silencio de meditación, naturalmente breve para no desfigurar la naturaleza comunitaria de la liturgia y el ritmo mismo de la celebración es el Silencio después de la lectura o después de la Homilía. Aquí se medita lo escuchado, pasándolo al corazón y a la memoria, de manera que asimilemos cuanto la Palabra de Dios ha proclamado y se convierta en algo nuestro, se encarne en nuestro existir. En silencio ha de ser escuchada esta divina Palabra que desde los cielos sigue proclamando el Padre por cada uno de sus hijos.


Un silencio orante, de adoración y de acción de gracias, se produce tras la Comunión, es decir, tras la recepción del Cuerpo eucarístico del Señor. Es el momento personalísimo de encuentro con Cristo en el corazón, adorando su Presencia real, dándole gracias por su amor y misericordia, uniéndonos a Él para vivir en Él. Será, en proporción, un silencio que tampoco rompa el ritmo comunitario como una larguísima pausa, sino proporcionado, como el silencio después de la Homilía.

Por último, un Silencio de Preparación, aquel que debe reinar en la iglesia y que dispone a la persona a pasar del trasiego de la actividad a centrarse sólo en la Acción Sagrada, con el suficiente sosiego, paz e intención clara de glorificar al Señor… A partir de ahora, vamos a prestar más atención y a valorar la profundidad del SILENCIO  y de la MEDITACIÓN en la Eucaristía…

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JOLABE



lunes, 21 de mayo de 2018

PÁGINAS DE LA BIBLIA - ALGUNOS MONTES BÍBLICOS

Monte Ararat en Armenia

Cuando leemos el Libro Sagrado por excelencia, la Biblia, encontramos lugares que en ella se nos citan como sitios donde tuvieron lugar acontecimientos bíblicos de gran importancia para la Cristiandad.

Hoy voy a hablar de algunos de ellos, con su referencia y su cita Evangélica correspondiente:

01.- El Monte Ararat en Armenia, donde quedó varada el Arca de Noé (Gen, 8,4)
Monte Sinaí
02.- El Monte Sinaí, el de la zarza ardiendo (Ex. 3.1; 19,1) o el cubierto de humo (Ex. 19.8) y en el que Dios entrega a Moisés las Tablas de la Ley (Ex. 34,1)
03.- El Monte Horeb, donde Moisés (Ex. 33,18) y Elías (I Re 19,13) gozan de la visión de Dios
04.- Montes Abarim y Nebo. Final de la vida de Moisés (Dt. 32. 49; 34,1)
05.- El Monte Gélboe o Gilboa, donde ocurrió la muerte de Saúl y Jonatán (2 Sm. 1, 21)
Monte Horeb
06.- El Monte de Absalón, en el que éste muere y cuelga del pelo (2 Sm. 18, 17-18)
07.- El Monte Carmelo, con la visión de Elías (2 Re. 18.33)
08.- El Monte Sión (Simbólico), donde es coronado el Cordero (Ap. 14,1)
09.- Los Montes del Líbano, famosos por sus bellísimos cedros (Ecc.24, 17)
Montes Abarim y Nebo
10.- Los Montes de Judea, relacionados con la Visitación a la Virgen ((Lc. 1, 39)
11.- El Monte Garizin, al que se refiere la Samaritana (Jn. 4, 20)
12.- El Monte de la Tentación en Jericó, donde tienta el Diablo a Jesús (Mt. 4, 8)
13.- El Monte de las Bienaventuranzas, donde se dio el Sermón del Monte (Mt. 5, 3-12  y Lc. 6, 20-23)
Monte Gélboe o Gilboa
14.- El Monte Tabor, donde tuvo lugar la Transfiguración del Señor (Mc. 9,4 y Mt. 17,4)
15.- El Monte de los Olivos, lugar de su oración preagónica ((Mt. 26, 39)
16.- El Monte Gólgota o Calvario, donde Jesús fue crucificado (Jn. 19, 17)

(Fuente consultada: Revista Orar).

Monte de Absalón


Monte Sión
Montes de Judea
Monte Garizim
Monte de la Tentación
Monte de lss Bienaventuranzas
Monte Tabor
Monte de los Olivos
Monte Gólgota o Calvario
Monte Carmelo










Montes del Líbano


(NOTA: Pinchando sobre cada foto, se ve a tamaño mayor)

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JOLABE