domingo, 2 de octubre de 2011

VI. INFORMACIÓN SOBRE: FUNERALES CATÓLICOS


La muerte es siempre dolorosa pero, para el cristiano, no es el fin sino el pasaje a la vida eterna. Sabemos por nuestra fe que la vida no se acaba sino que se transforma.  
Dar sepultura es una de las obras de misericordia. 
Los ritos de los funerales Católicos ponen de relieve varias importantes creencias y valores que la Iglesia afirma en sus prácticas funerales.  Ellos incluye:
  • lo sagrado de toda vida humana;
  • la dignidad de la persona;
  • la resurrección de Jesucristo, el primero nacido de la muerte, y de Sus fieles seguidores;
  • la muerte es una ocasión para resignarse y aceptar la mortalidad humana;
  • el respeto que le debemos al cuerpo de la persona fallecida;
  • la importancia de recordar a los muertos y ofrecer oraciones por ellos;
  • y la necesidad de la Iglesia de proveer ministros que consuelen a aquellos que han perdido un ser querido. 
Los funerales pueden ser sencillos, pero siempre guardando el respeto y la dignidad del cuerpo humano. Lo importante es acudir al Señor en oración, lo cual es la razón para celebrar los ritos fúnebres católicos. Por medio de ellos expresamos nuestra fe y encomendamos al difunto a la misericordia de Dios.
La liturgia funeral es la celebración central que la comunidad cristiana ofrece por un hermano difunto. Aunque, en la mayoría de los casos, esta liturgia consiste en una "Misa Funeral", también, por razones específicas (domingo y solemnidades), puede haber, dentro de la Iglesia, una liturgia funeral sin la celebración de la misa. Si la liturgia funeral se celebra fuera de la misa, se traslada la celebración de la misa funeral al día siguiente, a las  Hermanas Carmelitas (7.45 h) o a las Hermanas de la Cruz (8.00 h).

Cremación
La Iglesia Católica permite la cremación, pero firmemente prefiere que el cuerpo de la persona fallecida esté presente para el rito del funeral, ya que la presencia del cuerpo claramente recuerda la vida y muerte de la persona. Por eso, es recomendable que si la cremación va a tener lugar, ésta se lleve a cabo después de la Misa de Difuntos. Sin embargo, si  se ha realizado antes de la Misa, la Iglesia permite que las cenizas del cremado puedan ser traídas al Templo  para la celebración de la liturgia del funeral.




¿Y después de la muerte qué?
La Biblia nos dice que después de la muerte viene el juicio: «Está establecido que los hombres mueran una sola vez y luego viene el juicio» (Hebr. 9, 27). Después de la muerte viene el juicio particular, donde «cada uno recibe conforme a lo que hizo durante su vida mortal» (2 Cor. 5, 10).
Al fin del mundo tendrá lugar el «juicio universal», en el que Cristo vendrá en gloria y majestad a juzgar a los pueblos y naciones.
Es doctrina católica que en el juicio particular se destina a cada persona a una de estas tres opciones: Cielo, Purgatorio o Infierno.
  • Las personas que en vida hayan aceptado y correspondido al ofrecimiento de salvación que Dios nos hace y se hayan convertido a El, y que al morir se encuentren libres de todo pecado, se salvan. Es decir, van directamente al Cielo, a reunirse con el Señor y comienzan una vida de gozo indescriptible.
  • Quienes hayan rechazado el ofrecimiento de salvación que Dios hace a todo mortal, o no se convirtieron, mientras su alma estaba en el cuerpo, recibirán lo que ellos eligieron: el Infierno, donde estarán separados de Dios por toda la eternidad.
  • Y finalmente, los que en vida hayan servido al Señor pero que al morir no estén aún plenamente purificados de sus pecados, irán al Purgatorio. Allá Dios, en su misericordia infinita, purificará sus almas y, una vez limpios, podrán entrar en el Cielo, ya que no es posible que nada manchado por el pecado entre en la gloria.
Los que mueren en gracia de Dios se salvan. Van directamente al cielo. Los que rechazan a Dios como Creador y a Jesús como Salvador durante esta vida y mueren en pecado mortal, se condenan. 
Pero, ¿qué ocurre con los que mueren en pecado venial o que no han satisfecho plenamente por sus pecados?
Los católicos creemos en el Purgatorio. Según nuestra fe católica, el Purgatorio es el lugar o estado por medio del cual, en atención a los méritos de Cristo, se purifican las almas de los que han muerto en gracia de Dios, pero que aún no han satisfecho plenamente por sus pecados. El Purgatorio no es un estado definitivo, sino temporal. Y van allá sólo aquellos que al morir no están plenamente purificados del pecado, ya que en el cielo no puede entrar nada manchado o pecaminoso. 

Oración por los difuntos. 
Según nuestra fe católica, al leer atentamente la Biblia, tenemos que ofrecer oraciones, sacrificios y Misas por los muertos, para que sus almas sean purificadas de sus pecados y puedan entrar cuanto antes a la gloria a gozar de la presencia divina.   
Los católicos no sólo podemos orar por los difuntos, sino que éste es un deber cristiano que obliga, especialmente, a los familiares y a los amigos más cercanos. (Ef 6,18)
Orar por los vivos y por los difuntos es una obra de misericordia. De la misma manera que ayudaríamos en vida a sus cuerpos enfermos, así, después de muertos, debemos apiadarnos de ellos rezando por el descanso eterno de sus almas.
Entre los católicos, la tradición es orar por los difuntos y, en lo posible, celebrar la Santa Misa por su eterno descanso.

Misas Gregorianas 

Desde el s VII hasta el presente se universalizó en la Iglesia Católica de Occidente la piadosa costumbre de hacer celebrar treinta Misas seguidas por algún difunto, a fin de alcanzar de Dios el eterno descanso de su alma, librarla de las tremendas penas del Purgatorio y ella goce pronto a la felicidad eterna del Paraíso. Es lo que comúnmente se ha llamado durante siglos: hacer celebrar Misas Gregorianas o celebrar una Misa Gregoriana. Lo cual no significa, como algunos creen, que la Misa se tenga que cantar en gregoriano. Ni tampoco celebrar treinta Misas seguidas por cualquier intención fuera de rezar por un difunto. La Misa se llama Gregoriana porque, (como veremos) tiene su origen en una revelación que tuvo el Papa S Gregorio Magno. Y la intención de cada una de estas Misas es por un solo difunto, porque así fue el origen. No es un dogma de fe, ni un precepto de la Iglesia que se tengan que rezar 30 Misas Gregorianas para que un difunto vaya al Cielo, sino una costumbre piadosa fundada en un Dogma de fe de la Santa Iglesia que afirma la existencia del Purgatorio y la necesidad que tienen las almas de que oremos por ellas ofreciendo la Santa Misa, sacrificios y oraciones por su eterno descanso.

¿Cuándo se puede apuntar la Santa Misa por los difuntos?
Se pueden apuntar las santas misas por los difuntos todos los días, antes o después de las  misas, en la sacristía de la parroquia.
  
"El Entierro no es un sacramento pero, 
enterrar y rezar por los difuntos son obras de  misericordia."


San Agustín, un obispo cristiano de los primeros siglos, dijo: 
"Una lágrima se evapora, una flor se marchita, 
sólo la oración llega al trono de Dios".

"Dales, Señor, el descanso eterno 
brille para ellos la luz eterna." Amén. 

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