jueves, 5 de abril de 2012

SONETO A JESÚS CRUCIFICADO

Cristo Crucificado, de Salvador DalíNo me mueve, mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme al verte
clavado en una Cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.


 No me tienes que dar porque te quiera;
  pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero, te quisiera.

                                 (Anónimo español, siglo XVI)

Ya sabemos que un soneto se compone de 14 versos endecasílabos (11 sílabas). Éste, en concreto, pertenece al siglo de Oro Español. Sus versos son muy profundos, y la persona que lo escribió transpira una gran religiosidad. Aunque el soneto es anónimo, los expertos lo atribuyen a San Juan de la Cruz o a Santa Teresa de Jesús.
                                      (Del Web Católico de Javier).

JOLABE
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¿QUÉ PASÓ EN LA ÚLTIMA CENA?

Las horas que precedieron a la Pasión y Muerte de Jesús quedaron grabadas con singular fuerza en la memoria y el corazón de quienes estuvieron con él. Por eso, en los escritos del Nuevo Testamento se conservan bastantes detalles acerca de lo que Jesús hizo y dijo en su última cena. Según Joachim Jeremias es uno de los episodios mejor atestiguados de su vida. En esa ocasión estaba Jesús sólo con los doce Apóstoles (Mt 26,20; Mc 14,17 y 20; Lc 22,14). No le acompañaban ni María, su madre, ni las santas mujeres.

Según el relato de San Juan, al comienzo, en un gesto cargado de significado, Jesús lava los pies a sus discípulos dando así ejemplo humilde de servicio (Jn 13,1-20). A continuación tiene lugar uno de los episodios más dramáticos de esa reunión: Jesús anuncia que uno de ellos lo va a traicionar, y ellos se quedan mirando unos a otros con estupor ante lo que Jesús está diciendo y Jesús de un modo delicado señala a Judas (Mt 26,20-25; Mc 14,17-21; Lc 22,21-23 y Jn 13,21-22).