1. BÁÑATE, todos los domingos, en la piscina de
la Eucaristía. Sentirás alivio y te harás fuerte. No dejes que, el verano,
ensucie lo mejor de ti mismo.
2. PONTE LAS GAFAS DE LA MISERICORDIA. Juzga con
amor y ofrece tu perdón. Mira con transparencia a los que te rodean.
3. ACOMÓDATE LAS CHANCLETAS DE LA SENCILLEZ. No
por tener mucho más a ser más feliz.