El templo es como el palacio de Dios, el Sagrario su recámara y
como su sala de recepción; el cáliz, la patena, el copón, y la custodia son a
modo de vajilla de Su mesa eucarística. El templo todo, y el altar y el
Sagrario en especial, son santos; pero santos y dignos de todo respeto son
asimismo los Vasos sagrados.
Los
Vasos sagrados propiamente dichos son cuatro. Dos de ellos: el cáliz y la
patena se usan para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa; los otros
dos: el copón y la custodia con su viril, sirven para conservar, trasladar o
exponer el Santísimo Sacramento. Vaso subsidiario es la cajita usada para
llevar la comunión a los enfermos.
A otro
nivel, son también vasos del culto: las crismeras, las vinajeras y el vasito de
las abluciones. A ellos podemos agregar algunos otros utensilios: acetre,
incensario con la naveta, portapaz, campanas y campanillas, y las
diferentes clases de bandejas.
Los
Vasos sagrados han de ser bendecidos o consagrados, según los ritos prescritos
en los libros litúrgicos.