Los sacramentos de la Nueva Ley fueron todos ellos instituidos por Cristo y son, como sabemos, siete:
Bautismo
Confirmación
Eucaristía
Penitencia
Unción de los Enfermos
Orden sacerdotal
Matrimonio.
Cristo determinó la gracia y el signo sensible correspondiente para cada uno de ellos. Esto fue definido por la Iglesia en el Concilio de Trento como verdad de fe. Todos ellos corresponden a las diferentes etapas de la vida de un cristiano:
Nacimiento
Crecimiento
Curación
y la Misión que cada cristiano tiene en su vida.
Y en cierto modo, existe una semejanza entre las etapas de la vida natural y la vida espiritual (Cfr. S. Tomás de Aquino, S.Th. 3, 65, 1).
Siguiendo esta analogía se explicaran en primer lugar los tres Sacramentos de la iniciación cristiana, luego los sacramentos de la curación, finalmente, los sacramentos que están al servicio de la comunión y misión de los fieles. Ciertamente este orden no es el único posible, pero permite ver que los Sacramentos forman un organismo en el cual cada Sacramento particular tiene su lugar vital. En este organismo, la Eucaristía ocupa un lugar único, en cuanto “Sacramento de los sacramentos”: “todos los otros sacramentos están ordenados a éste como a su fin” (S. Tomás de A., s. Th. 3,65, 3).